lunes, septiembre 23, 2013

La Perspectiva del Cielo Sobre La Cruz: Sumisión

clip_image001La Perspectiva del Cielo Sobre La Cruz: Sumisión

Por John MacArthur

La verdad no es subjetiva. Esa es una perspectiva poco popular hoy en día, pero una que es vital -especialmente cuando se trata de estudiar la Biblia. Hay demasiadas personas que adoptan un enfoque centrado en sí mismo con la Palabra de Dios. No están tan interesados en lo que significa como lo están en lo que significa para ellos.

Esa mentalidad subjetiva es particularmente peligrosa cuando se trata de lidiar con la Persona y obra de Cristo. En lugar de buscar la verdadera naturaleza y el carácter de Jesús, muchas personas tratan de recrear a Cristo en su propia imagen. Dependiendo de a quién le pregunte, él era un líder político, un filósofo, un revolucionario, un gurú o un héroe popular. La mayoría de la gente ve lo que quiere ver cuando miran a Cristo.

En su lugar, tenemos que ver a Cristo como Dios lo ve. En concreto, tenemos que mirar a la muerte de Jesús desde la perspectiva del cielo y entender lo que significa desde el punto de vista eterno. Hablamos la última vez que la muerte de Cristo fue un sacrificio, hoy vamos a ver que también era un acto de sumisión.

Cada elemento de la vida de Cristo se sometió a Dios en obediencia perfecta, incluyendo su muerte. Jesús se deleitó en hacer la voluntad de Su Padre. En Juan 4:34 Él dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.” Él fue obediente y justo a lo largo de Su vida. Él nunca contradijo el carácter de Dios ni tomó medidas independientes que lo colocara en contra del Padre (Juan 5:19, 30). Él vivió en perfecta sumisión a la ley y cumplió activamente la voluntad de Dios (Juan 6:38; 8:29).

Los teólogos a través de los años han llamado a la sumisión de Cristo obediencia activa. Desde el momento de su encarnación (al igual que en cualquier momento antes), nunca hubo pecado en Él, ni podría haber. Siempre, en todos los niveles, incluso con la limitada comprensión de un niño –Jesús obedeció a Dios al máximo. Toda su vida estuvo marcada por una obediencia perfecta y completa.

Su obediencia a la cruz, sin embargo, era diferente. En lugar de cumplir con la ley en obediencia activa, aceptó toda la ira de Dios por los pecados que El nunca cometió. Eso se puede denominar como la obediencia pasiva de Cristo. No es pasiva en el sentido de que Jesús no estaba involucrado en lo que le estaba pasando (pasivo, en este caso, proviene del término latino para Su pasión). Él todavía era un participante dispuesto, entregándose a Sí mismo al Padre, incluso cuando Él fue arrestado, juzgado, escarnecido, azotado y crucificado.

Mientras que la obediencia activa de Cristo fue un deleite, Su obediencia pasiva tuvo un costo significativo. La Escritura es clara en que Jesús agonizó sobre el sufrimiento que soportaría (Lucas 22:44), y eso le causó mucho dolor mucho antes de que le sucediese (Lucas 12:50). Someterse a la ira de Dios en la cruz no fue una tarea fácil, incluso para el Hijo de Dios.

Pero el hecho es que la sumisión que El demostró en las horas previas a Su muerte no era diferente de la sumisión que El siempre había demostrado. Él no tenía necesidad de cambiar el chip al final para encontrar los recursos necesarios para soportar dócilmente la cruz.

Al igual que el carácter de Cristo no puede ser dividido, así tampoco Su obediencia. Era-y es-siempre obediente, tanto en el sentido activo y pasivo. Y esa comunicación perfecta se muestra más claramente y de forma gráfica en la cruz.


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