Discipulado Bíblico - las Escrituras
Por Gary E. Gilley
(Enero / febrero de 2014 - Volume 20 Issue 1)
Cuando hablamos de discipulado o la madurez cristiana, se debe entender desde el principio que toda transformación espiritual es una obra sobrenatural de Dios. Así como el hombre natural no puede querer por sí mismo ser nacido de nuevo, por lo que el cristiano depende del Señor para el cambio interior y el crecimiento. En Efesios 3:16-17 Pablo ora por los creyentes de Efeso "para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior, para que Cristo habite en vuestros corazones por medio de fe ...” Pero antes de que Él nos fortalezca con poder el Señor nos tiene que dar nueva vida. Esta nueva vida es el resultado de un nacimiento espiritual, el nacer de nuevo (o de arriba) (Juan 3:3), o regeneración. Tito 3:5 dice: “Él nos salvó, no sobre la base de obras que hayamos hecho en la justicia, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo ...” Así como nuestra regeneración es una obra sobrenatural de Dios, así es nuestra santificación progresiva. Pero el Espíritu Santo no obra en el vacío, Él utiliza los medios para lograr nuestro desarrollo espiritual y el principal medio, el más del que se habla en la Escritura, es la Palabra de Dios.
Romanos 12:2 nos dice que somos transformados por la renovación de nuestras mentes. Nuestro pensamiento no cambia a menos que haya nueva información para nuestras mentes de procesar. En mi época universitaria había un rumor flotando entre algunos de los estudiantes que si te acostases con tu cabeza en tu libro de texto o notas, su cerebro absorbería los conocimientos necesarios para el examen del día siguiente. En contra de mi mejor juicio le di a este método una oportunidad una vez y concluí mediante el examen al día siguiente de que esta técnica no funciona. Del mismo modo, la transformación espiritual no tiene lugar por ósmosis. Aparte de una renovación de nuestras mentes por medio de la introducción de la verdad de la Palabra de Dios, no seremos transformados. Tenemos que tomar un vistazo de cerca a qué papel afirma la Escritura por sí mismo en el proceso de la transformación espiritual.