miércoles, mayo 06, 2015

Cosas Por las Que Vale la Pena Luchar

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Por Dan Dumas

Jonathan Edwards

El 1 de julio de 1750, después de 23 años de ministerio pastoral, el teólogo más importante de Estados Unidos renunció a su iglesia. Pero, a diferencia de lo que podríamos esperar hoy en día, no fue a causa de algún problema moral en su propia vida. Y no fue debido a la mala predicación, o una personalidad desagradable. Ni siquiera involucró temas de dinero o de un proyecto de construcción.

En cambio, sus razones eran doctrinales. A los 47 años, con ocho hijos en el hogar, Jonathan Edwards sabía que dejar el trabajo de su vida no sería fácil. Pero también sabía que la alternativa de apoyar activamente la doctrina equivocada, era inaceptable. Sus convicciones no le permitieron otra opción.

Las semillas de la controversia en realidad se habían plantado unos setenta años antes. En 1677, Solomon Stoddard (abuelo de Edwards) presentó el Pacto de Halfway a su congregación en Northampton, Massachusetts. Según este pacto, los asistentes de la iglesia de buen comportamiento podrían participar en la Cena del Señor, incluso si nunca habían hecho una profesión externa de fe. En otras palabras, podrían disfrutar de la comunión, aunque no eran salvos.

En 1727, Edwards aceptó ser co-pastor de la iglesia de Northampton con su abuelo. Se convirtió en el pastor único dos años después, cuando Stoddard murió. Al pasar los años, Edwards se volvió cada vez más preocupado por el Pacto de Halfway, sobre todo cuando el número de asistentes no salvos a la iglesia se hizo más grande que el número de los verdaderos creyentes.

Para 1748, Edwards sabía que ya no podría permitir a los asistentes o salvos de la iglesia que continuaran participando en lo que la Escritura claramente había reservado a los creyentes. Así, a principios de 1750, se decidió celebrar unas conferencias abiertas durante la semana para hablar de la Cena del Señor. Como era de esperar, las consecuencias de estas conferencias no se hicieron esperar.

El 2 de junio de 1750, el consejo de la iglesia de Edwards votó a favor de poner fin a su pastorado en la iglesia de Northampton. La decisión del Consejo fue confirmada por el voto de la congregación, que aprobó el despido de Edwards por un voto de 230 a 23. Después de casi un cuarto de siglo de servicio, este fiel ministro fue despedido oficialmente el 22 de junio 1750; él dio su "Sermón de Despedida" el 1 de julio.

Pero ¿por qué Edwards le dio mucha importancia a la cuestión del Pacto de Halfaway? Sin duda, podría simplemente haber dejado este tema y disfrutado de muchos más años en su querida parroquia. Pero, esto habría sido nada más que un compromiso. Edwards se dio cuenta de que el evangelio estaba en juego y que la eternidad de su pueblo estaba en la línea. No podía seguir confundiendo a los no salvos, haciendo que se sintieran cómodos y seguros, cuando nunca habían abrazado personalmente a Cristo. Sabía que tenían que arrepentirse, y es por eso que él tomó una posición. Lo vio como algo que valia la pena luchar.

Como Saber Que Cosas Valen la Pena Luchar

Al reflexionar sobre las acciones de Edwards, creo que al menos tres doctrinas básicas lo motivaron a tomar partido por sus convicciones. La primera fue su aprecio por la doctrina de la Biblia. En pocas palabras, Edwards tenía un alto concepto de la Palabra de Dios. Sabía que la Escritura enseña que la comunión era únicamente para el creyente (específicamente en 1 Corintios 11). Para él no hacer nada, permitiendo que el Pacto de Halfway siguiera, habría sido una clara violación de la norma escrita de Dios.

En segundo lugar, Edwards tenía un alto concepto de la Persona de Dios. En su estimación, obedecer a Dios era mucho más importante que obedecer al hombre (cf. Hechos 5:29). El comprendió que su lealtad al Soberano del universo tomó prioridad sobre su condición ministerial en Northampton. Como resultado de ello, su elección de agradar a Dios, aunque desagradó a sus vecinos, no fue realmente tan difícil de hacer.

En tercer lugar, Edwards tenía un alto concepto del evangelio. Cuando apaciguó las conciencias de los asistentes no salvos en su congregación, reconoció que estaba oscureciendo su visión del evangelio. Se dio cuenta de cuan inaceptable era pasar por alto su falta de fe y arrepentimiento, eligiendo en su lugar alabarles por su buen comportamiento externo. En última instancia, él amaba la pureza del evangelio más que su posición en la iglesia.

Son estos tres elementos –un alto concepto de la Palabra de Dios, un alto concepto de Dios mismo, y un alto concepto del Evangelio, que, según creo, comprenden el marco bíblico para determinar las cosas por las que los cristianos vale la pena que luchen. Debido a que estas tres categorías teológicas son de importancia primordial, los creyentes deben tener cuidado de evaluar cada ministerio y cada mensaje que encuentren a través de esta rejilla doctrinal. A que iglesia ir, qué libros comprar, cómo responder a los sermones que oyes, y con quien te asocias y sirves – cada uno de ellos debe ser evaluado principalmente sobre esta base. Con esto en mente, en los próximos artículos de esta serie vamos a considerar cada una de estas tres categorías teológicas.

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