martes, abril 07, 2015

Cómo Define Dios El Éxito

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Por Nathan Busenitz

 ¿Qué significa tener éxito?

Esa es una cuestión vital que cualquier persona puede hacer - que determina las prioridades y dirección en la vida de una persona.

Si usted es un pastor, un contador, un maestro de escuela, una ama de casa, un gerente de oficina, un trabajador de la construcción, un ingeniero, o cualquier otra ocupación - si usted es un creyente en Jesucristo - esta pregunta se refiere a usted. ¿Qué significa tener éxito?

¿Cómo es el verdadero éxito, no en términos de conseguir una nueva promoción o un aumento de sueldo, sino en el sentido más alto y más noble de la palabra?

Considere los "héroes de la fe" que aparecen en Hebreos 11. Desde una perspectiva mundana, estas personas difícilmente serían consideradas como exitosas.

  • Las personas de éxito no son objeto de burla y azotes.
  • La gente exitosa no queden encadenados en la cárcel.
  • Las personas de éxito no son apedreados hasta la muerte, aserradas, o decapitadas.
  • Las personas de éxito usan ropa más cómoda que las pieles de cabra.
  • Las personas de éxito no son pobres, angustiados y maltratados.
  • La gente exitosa no vagan por los desiertos o viven en agujeros en el suelo.

O ¿si lo hacen?

Todo depende de cómo se defina “éxito.”

Si el éxito se define en términos de los deleites temporales de esta vida (como la fama, la fortuna y realización inmediata), entonces los que se señalan en Hebreos 11 probablemente no podrían calificarse como exitosos.

Pero si el éxito se define desde la perspectiva de Dios, donde la fe en Cristo y la fidelidad a Él es lo más importante, entonces los hombres y mujeres de Hebreos 11 no sólo entienden lo que es el éxito verdadero, aplican esa comprensión a todos los aspectos de sus vidas.

Considere lo que el autor escribe en Hebreos 11:13-16:

Todos éstos murieron en fe, sin haber recibido las promesas, pero habiéndolas visto y aceptado con gusto desde lejos, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que dicen tales cosas, claramente dan a entender que buscan una patria propia. Y si en verdad hubieran estado pensando en aquella patria de donde salieron, habrían tenido oportunidad de volver. Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad.

Estos hombres y mujeres de fe confiaron en las promesas de Dios – muchos de los cuales no sabían que no se cumplirían en esta vida sino en la eternidad – y basaron su vida en esas promesas. Esperaban al cielo. Tenían una perspectiva eterna. Y esa perspectiva cambió sobre cómo veían todo en el aquí y ahora.

Una perspectiva temporal dice que esta vida es todo lo que hay, de manera que buscan el aquí y ahora. Una perspectiva eterna dice que el vivir es Cristo y el morir es ganancia porque esperamos la vida por venir.

Una perspectiva temporal se burla de la sabiduría de Dios y lo llama locura; se burla de la idea de una resurrección de los muertos; y pisotea la sangre de Cristo al tratarle con desprecio. Pero una perspectiva eterna aferra a la Cruz, y adora al Cristo resucitado. Somos gustosamente llamados tontos por Su causa, y abandonamos todo lo demás con el fin de que podamos ganarle.

La realidad de la eternidad cambia la forma en que entendemos la meta y el sentido de la vida. Cambia todo en nosotros, incluyendo nuestra comprensión del éxito.

El hecho es que muchos de los héroes más destacados de la historia bíblica se considerarían como tontos y fallas por el mundo incrédulo. Pero la medida del cielo del éxito es radicalmente diferente. Considere los siguientes tres ejemplos:

–Hubo un predicador que predicó durante muchos años, pero nunca vio un convertido. Sus vecinos y compatriotas se burlaban de él, pero él no dejó de predicar. Desde el punto de vista del mundo, su ministerio fue un fracaso total. Su nombre era Noé, y desde la perspectiva de Dios fue un verdadero éxito.

–Hubo un hombre que dejó a su familia y se trasladó a muchos kilómetros de distancia, porque Dios le dijo que iba a ser el padre de una gran nación. Sin embargo, cuando murió, no era más que el padre de un hijo legítimo. Su nombre era Abraham. Desde el punto de vista del mundo, fue un fracaso. Pero desde la perspectiva de Dios fue un verdadero éxito.

–Hubo otro hombre que fue adoptado en la corte real de la nación más grande de su época. Creció un príncipe poderoso, que tenía todo lo que quería a su entera disposición. Sin embargo, dejó sus riquezas y prestigio de la realeza para liderar una grupo de esclavos quejosos por el desierto durante 40 años. Su nombre era Moisés. Desde el punto de vista del mundo, fue un fracaso. Pero desde la perspectiva de Dios fue un verdadero éxito.

Podríamos decir de muchos otros: Abel, que fue asesinado por su hermano Caín, José, que fue llevado injustamente a la cárcel, Job, que perdió todo lo que tenía incluso su salud y su familia; Elías, que clamó a Dios porque creía ser el último verdadero creyente en Israel, Isaías, que fue cortado por la mitad; Esteban, quien fue apedreado hasta la muerte; y los doce apóstoles, la mayoría de los cuales fueron martirizados por su fe en Cristo.

Desde un punto de vista mundano, parecían ser fallas. Sin embargo, desde la perspectiva de Dios, fueron hallados fieles. Eran verdaderos éxitos ante Sus ojos – y en última instancia, sólo Su evaluación importa.

1 comentario:

ALESUS dijo...

La mismísima muerte de CRISTO en la Cruz, desde el punto de vista mundano es un total fracaso, no sabiendo que es la derrota de la muerte, el infierno y satanás:::