martes, julio 08, 2014

La Mente del Hombre Nuevo Arraigado en Cristo

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Por Greg Bahnsen

El creyente es conducido a evitar la filosofía que tiene sus raíces en las presuposiciones mundanas, humanísticas, y no cristianos (Col. 2:08). En lugar de eso se le llama a estar arraigado en Cristo y firme en la fe (v. 7); sus presupuestos deben ser los preceptos y doctrinas de Cristo, no las tradiciones vanas de los hombres (cf. vv 3, 4, 22; 3:1-2). Esto se opone a la pretensión de neutralidad y se le prohíbe ir en pos de ella. La neutralidad es en realidad agnosticismo o incredulidad velado –la incapacidad de caminar en Cristo, un oscurecimiento del compromiso y distintivos cristianos, una supresión de la verdad (cf. Rom. 1:21, 25).

Así, Pablo nos manda a estar arraigados en Cristo y evitar los presupuestos del secularismo. En el versículo 6 de Colosenses 2, explica muy sencillamente cómo deberíamos de tener nuestras vidas (incluyendo nuestras acciones científicas) fundamentadas en Cristo y asegurando con ello que nuestro razonamiento se guíe por las presuposiciones cristianas. Él dice: “Por tanto, de la manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en El,” es decir, caminar en Cristo de la misma manera que usted lo recibió.

Si usted lo hace será “confirmados en vuestra fe, tal como fuisteis instruidos” ¿Cómo fue que se convirtió en un cristiano? De la misma manera que debe crecer y madurar en su vida cristiana. Cuando uno llega a ser cristiano su fe no ha sido generada por los patrones de pensamiento de la sabiduría del mundo. El mundo en su sabiduría no conoce a Dios (1 Cor. 1:21), pero considera que la palabra de la cruz es necedad (1 Cor. 1:18, 21b). Si se tiene la perspectiva del mundo, entonces, nunca verá la sabiduría de Dios por lo que realmente es; por lo tanto, nunca estará “en Cristo Jesús,” que se ha hecho a los creyentes “sabiduría de Dios” (1 Cor. 1:30). De ahí que la fe, en lugar de una vista autosuficiente, le hace un cristiano, y esta confianza se dirige a Cristo, no a su propio intelecto. Esto quiere decir que la forma en que usted recibe a Cristo es dar la espalda a la sabiduría de los hombres (la perspectiva del pensamiento secular con sus presupuestos) y obtener, por la iluminación del Espíritu, la mente de Cristo (1 Cor. 2:12-16). Cuando uno llega a ser cristiano su fe no está en la sabiduría de los hombres, sino en la poderosa demostración del Espíritu (1 Cor. 2:4-5).

Por otra parte, lo que el Espíritu Santo hace decir a todos los creyentes es: “Jesús es el Señor” (1 Cor. 12:3). Jesús fue crucificado, resucitó y ascendió para que Él pudiera ser confesado como Señor (cf. Rom 14:9; Filip 2:11). Por tanto Pablo puede resumir que el mensaje que debe ser confesado si hemos de ser salvos es “Jesús es el Señor” (Rom. 10:9). Ser un cristiano es someterse al señorío de Cristo; renunciar a la autonomía y estár bajo la autoridad del Hijo de Dios. A Quien Pablo afirma que recibimos, de acuerdo a Colosenses 2:6, es Cristo Jesús, el Señor. Como Señor sobre el creyente, Cristo requiere que el cristiano le ame con todas las facultades que posee (incluyendo su mente, Mat 22:37.); cada pensamiento debe ser llevado cautivo a la obediencia a Cristo (2 Cor. 10:5).

En consecuencia, cuando Pablo nos dirige a caminar en Cristo tras la misma manera en que nosotros lo recibimos, podemos ver al menos esto: el caminar cristiano no honra los patrones de pensamiento de la sabiduría del mundo, sino que se somete al señorío epistémico de Cristo (es decir, Su autoridad en el área del pensamiento y el conocimiento). De esta manera una persona llega a la fe, y de esta manera el creyente tiene que seguir viviendo y llevar a cabo su vocación, incluso cuando tiene que ver con la erudición, la apologética, o la educación. Si el cristiano da evidencia del compromiso de señorío personal de Cristo y presuponen la palabra del Señor, entonces él va a caminar en Cristo de la manera en que lo recibió. Por ello usted estará “arraigados en Él” en lugar de arraigarse en los presupuestos apóstatas de la filosofía mundana, y hemos de ser capaces de contemplar “la firmeza de vuestra fe en Cristo” (Col. 2:5). Dicha fe firme y presuposiconal en Cristo resistirá la demanda mundial secular por la neutralidad y rechazará las normas del conocimiento y de la verdad del incrédulo en favor de la autoridad de la palabra de Cristo. Esta fe no será saqueada de todos los tesoros de sabiduría y conocimiento que están ocultos en Cristo, y no será engañado por el discurso astuto y las huecas sutilezas de las filosofías seculares (vv. 3-8). Por lo tanto, la condición previa sin reservas de una verdadera erudición cristiana es que el creyente (junto con todo su pensamiento) será “arraigado en Cristo” (v. 7). Curiosamente, el tiempo verbal del griego para “arraigado” en este versículo sugiere una acción que se ha logrado en el pasado, pero sigue en vigor o vigencia en la actualidad –que es precisamente el punto de Pablo en el versículo 6! Los principios que se aplican al andar del cristiano (inclusive de su pensamiento) son los

mismos que se aplican a su anterior recepción de Cristo en la conversión. El erudito cristiano, habiendo sido arraigado en Cristo, renuncia a la autoridad de la sabiduría secular por el señorío de Cristo, debe llevar a cabo sus acciones científicas continuando estando arraigados en Cristo de la misma manera. Por lo tanto, el nuevo hombre, el creyente con una mente renovada que ha sido enseñada por Cristo, ya no está más caminando en la vanidad intelectual y la oscuridad que caracteriza al mundo incrédulo (lea Ef. 4:17-24). El cristiano tiene nuevos compromisos, nuevos presupuestos, un nuevo Señor, una nueva dirección y meta –él es un hombre nuevo. Esa novedad se expresa en su forma de pensar y el buque erudito, para (como en todas las demás áreas) Cristo debe tener el primer lugar en el mundo del pensamiento (cf. Col. 1:18 b). Debemos estar de acuerdo con el Dr. Cornelius Van Til en decir:

Es Cristo como Dios, el que habla en la Biblia. Por lo tanto, la Biblia no apela a la razón humana como máxima para justificar lo que dice. Llega al ser humano con autoridad absoluta. Su pretensión es que la misma razón humana debe ser tomada en el sentido en que la Escritura lo toma, es decir, como creada por Dios y, por tanto, como bien sujeta a la autoridad de Dios... Los dos sistemas, el de los no cristianos, y el del cristiano, se diferencian por el hecho de que sus supuestos básicos, o presupuestos difieren. Sobre la base del no cristiano, se asume al hombre como el punto de referencia final de la predicción... El método reformado... comienza con franqueza “de arriba.” “Presupone” a Dios. Pero al presuponer a Dios no puede ubicarse en cualquier punto desde una base neutra con los no cristianos... Los creyentes mismos no han elegido la posición cristiana porque eran más sabios que los demás. Lo que tienen, lo tienen por gracia solamente. Pero este hecho no significa que deben aceptar la problemática del hombre caído como correcta o incluso como probable o posiblemente correcta. Porque la esencia de la idea de la Escritura es que ella sola es el criterio de la verdad. (A Christian Theory of Knowledge, Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1969, pp. 15, 18, 43.)

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