sábado, mayo 18, 2013

Dejando las Cosas Claras

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Por Mike Gendron

Los católicos a menudo me acusan de saber muy poco sobre el catolicismo. Dicen que debí haber sido un católico sólo de nombre. Sin embargo, deben saber que yo era un católico devoto y un fuerte defensor de lo que me habían dicho que era la “única iglesia verdadera.” Yo fui monaguillo durante 7 años, enseñé Doctrina Cristiana Católica (CCD) para los estudiantes de secundaria, serví una misa con el Padre Pío (el estigmatizado que ha sido canonizado), merecido del premio religioso católico más alto en los Boy Scouts y enseñé el primer Estudio Bíblico de Little Rock en una iglesia católica de Dallas. También fui a misa casi todos los días durante la Cuaresma, mientras estaba en la universidad.

Como católico desde hace 30 años, me enseñaron que Jesús es el Hijo eterno de Dios, que nació de una virgen, vivió una vida sin pecado, murió en una cruz, fue resucitado de entre los muertos, y volverá a juzgar a vivos y los muertos. Por eso estoy agradecido, pero esas doctrinas importantes fueron un velo de la verdad que cubría un evangelio falso y fatal. No descubrí que fui engañado acerca de mi salvación hasta que empecé a leer la Biblia por primera vez a la edad de 34 años. Le pregunté a mi tío, un sacerdote católico, ¿por qué la Iglesia Católica no enseña lo que dice la Palabra de Dios ... que somos salvos por gracia mediante la fe, y que no es de vosotros, pues es don de Dios, no por obras para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9). Él respondió: “Dios no quiso decir realmente lo que está diciendo allí.” Cuanto más leía la Biblia, más me di cuenta que no había manera de conciliar la Palabra de Dios con los dogmas de Roma.

Para dejar las cosas claras, si conozco el catolicismo romano y cómo ciega los entendimientos de los incrédulos para que no les resplandezca la luz del evangelio. La diferencia entre el glorioso Evangelio de la gracia y el evangelio de la justicia por obras de Roma es enorme. Es inmensa. Es la diferencia entre el cielo y el infierno. Es por eso que Pablo clavó una estaca en el suelo cuando los judaizantes querían añadir una exigencia de la obra acabada y perfecta de Cristo. Él los condenó con anatema, porque el Evangelio de Cristo debe permanecer puro y completamente en lo que Jesús ha HECHO, no en lo que el hombre debe HACER. El verdadero Evangelio llama a arrepentirse a los pecadores a Cristo con las manos vacías de la fe. Ellos pueden traer nada más que sus pecados a la cruz. Sólo entonces pueden ser perdonados y reconciliados con Dios y descansar en Su promesa de vida eterna y para siempre en el paraíso! Ruego para que los católicos se humillen bajo la suprema autoridad de la Palabra de Dios y renuncien a la falsa religión de una relación con el único mediador, el Señor Jesucristo.

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