viernes, mayo 24, 2013

Sobre Doctrina y Práctica: La Teología al Servicio de la Piedad

clip_image001Sobre Doctrina y Práctica: La Teología al Servicio de la Piedad

Por Mike Riccardi

El libro de Filipenses es sobre el Evangelio. No es exactamente una exposición del contenido doctrinal del Evangelio, como Romanos es. Y no es un buen defensa del Evangelio frente a la herejía, como Gálatas lo es. Filipenses es más acerca de las implicaciones que el Evangelio tiene sobre los diferentes aspectos de nuestra vida como creyentes. Se trata de cómo hemos de vivir a la luz del Evangelio. El verso de la tesis de la carta es Filipenses 1:27, donde Pablo ordena a sus amados amigos a “comportéis como es digno del evangelio de Cristo.”

Y en el contexto de la oposición que los Filipenses estaban enfrentando debido a su compromiso con Cristo, viviendo de una manera digna del evangelio principalmente involucrado en estar unidos entre sí. Si el pueblo de Dios ha de tener alguna esperanza de estar en firme posición frente a la oposición (1:27 b), si es que quieren tener alguna esperanza de propagar este evangelio de arrepentimiento y fe en Jesucristo en medio de una sociedad hostil (1:27 c ), tendrán que ser unificados. Y así, en los primeros versículos del capítulo 2, Pablo llama a la unidad-, así como a la humildad, sin la cual no se logrará nunca esa unidad.

Luego, en los versículos 5-11, él escribe quizás la cristología más elevada y más precisa en cualquier otro lugar en la Escritura. Él habla en detalle acerca de la preexistencia del Señor como el Hijo eterno de Dios, el misterio de la encarnación y de la kénosis, la unión hipostática, Cristo es verdadero Dios y verdadero Hombre, que tenía dos naturalezas “sin confusión, sin cambio, sin división , y sin separación” unido en una sola persona. Él habla del misterio del Dios-hombre sin pecado muriendo, Dios maldecido y abandonado por Dios. Y habla de su resurrección gloriosa de entre los muertos, la ascensión a los cielos, y Su exaltación a la diestra del Padre.

Pero a pesar de todo lo que hay en este texto, el punto principal de Pablo no es el discurso sobre los puntos más finos de la cristología. Su plan es darnos un ejemplo concreto del tipo de humildad que les permita lograr una verdadera unidad-una imagen vale más que mil palabras. Y no es sólo algún ejemplo, sino el ejemplo supremo de humildad abnegada: Jesús mismo. Y por lo que debemos “tener en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (2:5).

Toda esa teología está ahí para servir como una magnífica ilustración y ejemplo de la humildad que Pablo nos ha llamado en los versículos 3 y 4. Los cristianos deben ser marcados por una humildad impulsada por el Evangelio, porque hemos sido salvados por una humildad dirigida por el Evangelio. El punto de la explicación de los puntos finos de la preexistencia y la encarnación de Cristo es demostrar las alturas de la que el Señor vino y la profundidad a la que se humilló a Sí mismo en el servicio a los demás: para que pudiéramos tener la imagen más clara de su ejemplo a seguir a medida que buscamos la humildad y el servicio a nuestros hermanos y hermanas.

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Y lo que quiero hacer es lo siguiente. Quiero que noten cómo la Palabra de Dios teje la instrucción más práctica con la teología más elevada y más inescrutable. Las cuestiones más prácticas, mundanas, aplicables del cristianismo –como la humildad personal y la unidad dentro de la iglesia – están apegados a las doctrinas más profundas y más difíciles que la mente siquiera pueda concebir.

Muchos cristianos profesantes dicen cosas como: “No quiero oír hablar de debates doctrinales y controversias teológicas. Quiero enseñanza práctica. Quiero un cristianismo que me muestre cómo vivir bien donde estoy.” Bueno, a la luz de Filipenses 2, eso es un estado de pura insensatez. No existe tal dicotomía entre la teología y la práctica. La verdadera teología debe llevar todos los días a la piedad. Y no hay camino hacia la verdadera piedad, sino por la teología. O, para decirlo de otra manera, “la teología práctica” es redundante. Si Filipenses 2:1-11 nos enseña algo, es que un cristianismo centrado en el corazón, en la práctica, y la aplicación no puede estar divorciada del pensamiento profundo y de las verdades difíciles. Ellos están inextricablemente entrelazados. Es por el pensar profundamente, es meditando en esta difícil la teología, que entendemos a nuestro gran Dios y la vida que Él nos ha llamado a una mayor plenitud. Es sólo entonces que estamos preparados para vivir de una manera que le resulte más agradable y más honorable a Dios –comportarnos de una manera digna del evangelio de Cristo.

Debido a que la instrucción práctica está íntimamente ligada a la teología sublime, es el reto del cristiano entender las difíciles verdades y doctrinas de las Escrituras con el fin de ser máximamente afectado en nuestra vida cotidiana. A medida que profundizamos en los aspectos técnicos de la cristología elevada o de la soberanía divina y la responsabilidad humana, o de las doctrinas de la escatología, necesitamos que se nos recuerde que no estamos participando en un intelectualismo frío individual. El estudio de la teología revelada en la Escritura no es simplemente un ejercicio académico. Más bien, es el convocar todas nuestras facultades en un esfuerzo por amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza.

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