lunes, junio 03, 2013

El Evangelio según Historia de la Iglesia ( 6ª. Parte )

clip_image002 El Evangelio Según la Historia de la Iglesia (6ª. Parte )

Por Nathan Busenitz

En la sección 5 de esta serie, se consideró el testimonio de los trece primeros líderes cristianos, desde Clemente de Roma hasta san Agustín de Hipona, cada uno de los cuales afirma la doctrina de la justificación sólo por la fe. Esta entrega va a continuar donde lo dejamos, examinando otras docenas de líderes históricos de la Iglesia sobre este importante tema.

Vamos a comenzar con Jerónimo, el primer erudito de finales del siglo cuarto y principios del quinto siglo. Como lingüista y traductor de la Biblia (cuyo trabajo en la Vulgata Latina sigue siendo muy apreciado hoy en día), el testimonio de Jerónimo representa la altura de la erudición cristiana antes de la época medieval.

14 . Jerónimo (347-420): Somos salvos por gracia, en lugar de las obras, porque no podamos dar a Dios a cambio de lo que él nos ha dado. 1

(Jerónimo de nuevo) Dios propuso salvar solamente por la fe a los que de antemano conoció creerían.2

(Jerónimo otra vez) Usted ha recibido solamente por la fe el Espíritu Santo, que no se recibe sino por los justos. … Abraham creyó y le fue contado por justicia. Del mismo modo también solamente su fe es suficiente como justicia.3

Nota: Jerome utiliza la expresión "sola fide" en numerosas ocasiones a lo largo de su escritos.4

Al testimonio de Jerónimo podemos añadir un coro de voces de la antigüedad tardía y la época medieval temprana:

15. Ambrosiastro (siglo IV): Toda acción de gracias por nuestra salvación se da sólo a Dios. Él extiende su misericordia para con nosotros, para recordarnos en la vida precisamente cuando nos estamos desviando, sin buscar el camino correcto. Y así, no hemos de gloriarnos en nosotros mismos sino en Dios, que nos ha regenerado por un nacimiento celestial a través de la fe en Cristo.5

(Ambrosiastro de nuevo) Estas son las verdaderas riquezas de la misericordia de Dios, que aun cuando no lo buscamos, la misericordia se dio a conocer a través de su propia iniciativa.6

(Ambrosiastro otra vez) Dios dio lo que prometió para ser revelado como justo. Porque él había prometido que iba a justificar a los que creen en Cristo, como él mismo dice en Habacuc: "El justo vivirá por la fe en " (Hab. 2:4). El que tiene fe en Dios y en Cristo es justo.7

(Ambrosiastro otra vez) Son justificados gratuitamente porque, sin hacer nada o prestar cualquier pago, son justificados por la fe como un don de Dios.8

(Ambrosiastro de nuevo) Está determinado por Dios, que todo el que cree en Cristo será salvo y tiene el perdón de los pecados, no por las obras sino por la fe solamente, sin merito alguno.9

(Ambrosiastro de nuevo) ¿Cómo pueden entonces los Judíos creer que han sido justificados por las obras de la ley de la misma manera como Abraham, al ver que Abraham no fue justificado por las obras de la ley sino sólo por la fe? Por lo tanto no hay necesidad de la ley cuando el impío se justifica para con Dios por la fe solamente.10

(Ambrosiastro de nuevo) [En Rom. 1:11] Porque la misericordia de Dios había sido dada por esta razón, que deben cesar de las obras de la ley, como lo he dicho a menudo, porque Dios, compadeciéndose de nuestras debilidades, decretó que la raza humana se salvaría por la fe solamente, junto con la ley natural.11

(Ambrosiastro de nuevo) [En Rom. 2:12] Porque si la ley se da no para los justos sino para los injustos, pero el que no ha pecado es un amigo de la ley. Para él, la fe es el único camino por el cual se perfecciona. Para otros la mera evasión del mal no les reditúa ninguna ventaja con Dios a menos que ellos también crean en Dios, para que puedan ser justos en ambos casos Porque la justicia de uno es temporal, y la del otro es eterna.12

(Ambrosiastro de nuevo) [En Rom. 3:27] Pablo les dice a los que viven bajo la ley, que no tienen ninguna razón para jactarse basándose en la ley y que dicen ser de la raza de Abraham, al ver que nadie es justificado delante de Dios, sino por la fe .13

(Ambrosiastro de nuevo) [En Rom. 4:6] “justicia sin obras": Pablo respalda esta afirmación con el ejemplo del profeta David, que dice que son bienaventurados aquellos de quienes Dios has ha decretado que, sin trabajo o cualquier cumplimiento de la ley, son justificados para con Dios por la fe solamente.14

16. Mario Victorino (siglo IV): El hecho de que ustedes Efesios son salvos no es algo que viene de ustedes mismos. Es el don de Dios. No es de vuestras obras, sino es la gracia de Dios y el don de Dios, y no de cualquier cosa que hayan merecido.15

(Victorino de nuevo) Él no nos hizo merecedores, ya que no recibimos las cosas por nuestros propios méritos, sino por la gracia y la bondad de Dios.16

(Victorino de nuevo) Para los patriarcas prefiguraba y anunciaba que el hombre se justifica por la fe. Por lo tanto, tal y como le fue contado por justicia a Abraham que tenía fe, así también nosotros, si tenemos fe en Cristo, y todos los misterios de él, seremos hijos de Abraham. Toda nuestra vida se contara como justa.17

17 Próspero de Aquitania (390-455):. Y así como no hay crímenes tan detestables que puedan impedir el don de la gracia, asimismo no puede haber obras tan eminentes que se les deba en criterio [merecida] condigno que se da libremente. ¿No sería una degradación de la redención en la sangre de Cristo, y la misericordia de Dios no se haría secundaria a las obras humanas, si la justificación, que es por la gracia, se les debía a la vista de los méritos precedentes, por lo que no eran el regalo de un donante, sino el salario de un obrero? 18

(Prosper de nuevo) La fe que justifica a un pecador no puede ser tenida, excepto para el regalo de Dios, y que no es una recompensa por los méritos anteriores.19

18. Teodoreto de Ciro (393-457): Todo lo que traemos a la gracia es nuestra fe. Pero incluso en esta fe, la gracia divina se ha convertido en nuestro facilitador. Para [Pablo] añade: “Y esto no de vosotros, sino que es un don de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9). No es de nuestra propia voluntad que hemos creído, sino que hemos llegado a creer después de haber sido llamados, y aún cuando habíamos llegado a creer, Él no requiere de nosotros la pureza de vida, sino aprobando la mera fe, Dios nos concedió el perdón de pecados.20

(Teodoreto de nuevo) El Señor Jesucristo es Dios y el propiciatorio, tanto el sacerdote como el cordero, y el realiza la obra de nuestra salvación por su sangre, exigiendo sólo la fe de nosotros.21

(Teodoreto de nuevo) me considero miserable, de hecho, miserables tres veces. Soy culpable de todo tipo de errores. A través de la fe solamente miro para encontrar un poco de misericordia en el día de la aparición de Señor.22

19. Cirilo de Alejandría (412-444): Por que somos justificados por la fe, no por obras de la ley, como dice la Escritura (Gálatas 2:16). Por la fe en quien, entonces, somos justificados? ¿No es en el que sufrió la muerte según la carne por nosotros? No es en un solo Señor Jesucristo? ¿No hemos sido redimidos por proclamar su muerte y confesar su resurrección? 23

(Cyrilo otra vez) Porque en verdad la misericordia de junto al Padre es Cristo, ya que quita el pecado, rechaza las acusaciones y justifica por la fe, y recupera lo perdido y los hace [ellos] más fuertes que la muerte. . . . . . . Porque por él y en él hemos conocido al Padre, y nos ha hecho ricos en la justificación por fe.24

20. León I de Roma (400-461): El diablo se ve despojado de todo su poder tiránico y expulsado ​​de los corazones de aquellos que una vez poseyo, mientras seis mil, bien sea de los viejos, los jóvenes, los de mediana edad son arrebatados de él, y nadie está excluido por el pecado, ya sea a causa de su propio pecado o el pecado original, donde la justificación no se paga [por] merits but simply given as a free gift.25 méritos, sino es recibido simplemente como un don gratuito.25

21. Fulgencio (462-533): El bienaventurado Pablo afirma que somos salvos por la fe, declara no es de nosotros, sino un don de Dios. Por lo tanto no es posible que exista la verdadera salvación donde no hay fe verdadera, y, dado que esta fe es divinamente activada, es sin duda otorgada por su generosidad gratuita. Donde hay fe verdadera a través de la verdadera fe, la verdadera salvación ciertamente lo acompaña. Cualquier persona que se aparta de la verdadera fe no poseerá la gracia de la verdadera salvation.26

22. Ecumenio (siglo 6 º): Abraham es la imagen de alguien que es justificado por la fe solamente, ya que lo que él creía se le tomó en cuenta como justicia. Pero él también está aprobado por sus obras, ya que ofreció a su hijo Isaac sobre el altar. Por supuesto no hizo este trabajo por sí mismo, al hacerlo, se mantuvo firmemente anclado en la fe, en la creencia de que a través de Isaac, su semilla se multiplicaría hasta que fuese tan numerosa como las estrellas.27

23. Ildefonso de Toledo (muerto en 657): El inicio de la salvación viene de la fe, que, cuando está en Cristo, es la justificación para el creyente.28

(Ildefonso nuevo) Dios, quien hace e lo sucio, la limpieza y quita los pecados, justifica al pecador aparte de las obras.29

Por el hecho de que las buenas obras son el fruto de la salvación:

(Ildefonso nuevo) La fe sin adornos, con obras no sólo carece de belleza, pero en realidad está muerta.30

24. Julián de Toledo (642-690): La justicia de la fe, por la cual somos justificados. Esta fe es que creáis en quien no podemos ver, y que, de haber sido limpiado por la fe, finalmente veremos en quien creemos ahora "31.

25. Beda (673-735): A pesar de que el apóstol Pablo predicó que somos justificados por la fe sin obras, los que entienden por esto que no importa si viven vidas malas o hacer cosas malas y terribles, siempre y cuando ellos creen en Cristo, porque la salvación es por la fe, han cometido un gran error. Santiago aquí expone cómo las palabras de Pablo debe ser entendidas. Es por esto que usa el ejemplo de Abraham, a quien Pablo también utiliza como un ejemplo de fe, para mostrar que el patriarca también realizo buenas obras, a la luz de su fe. Por tanto, es erróneo interpretar a Pablo, de tal manera como para sugerir que no importaba si Abraham puso su fe en práctica o no. Lo que Pablo quería decir era que no se obtiene el don de la justificación sobre la base de los méritos derivados de las obras realizadas de antemano, porque el don de la justificación viene solamente por fe.32

Es evidente que, en base a los veinticinco Padres de la Iglesia que hemos estudiado (en este artículo y el anterior), no es posible afirmar que la doctrina de la justificación por gracia mediante la fe solamente es sin orden histórico. No era una invención de la Reforma. Más bien, era a la vez la enseñanza de los apóstoles en el Nuevo Testamento, y una convicción que fue defendido por muchos en la iglesia primitiva. La Reforma protestante recupero la pureza de esa gran verdad del evangelio en la iglesia.

A la luz de esto, una pregunta final debe ser hecha. Si los reformadores afirmaron una perspectiva de la justificación que refleja las enseñanzas de los Padres de la Iglesia, ¿cuándo y cómo el sistema católico romano de sacramentalismo sinérgico se desarrolló, de tal manera que llegó a ser la soteriología predominante de la Baja Edad Media? Vamos a tratar de responder brevemente a esta cuestión el próximo mes en la última entrega de esta serie.

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Notas:

1 Jerome, Epistle to the Ephesians, 1.2.1; PL 26:468B [574]; ACCS NT 8:132; citado de Thomas Oden, The Justification Reader, 48

2 Jerome, Commentary on the Pauline Epistles, Romans 8.28–29; Joel C. Elowsky, We Believe in the Holy Spirit, 98.

3 Jerome, Commentary on the Pauline Epistles, Galatians 3.6; Cited from Joel C. Elowsky, We Believe in the Holy Spirit, 98).

4 Por ejemplo, Jeronimos utiliza la frase “sola fide” algunas 15 veces en el volumen 30 de la atrologia Latina solamente (cf. Joel C. Elowsky, We Believe in the Holy Spirit, 98).

5 Ambrosiastro, Epistle to the Ephesians, ACCS NT 8:134; citado en Thomas Oden, The Justification Reader, 47.

6 Ambrosiastro, Epistle to the Ephesians 2.4; CSEL 81.3:80; ACCS NT 8:131; cited from Thomas Oden, The Justification Reader, 48.

7 Ambrosiastro, Commentary on Paul’s Epistles; CSEL 81 ad loc.; ACCS NT 6:103; cited from Thomas Oden, The Justification Reader, 63.

8 Ambrosiastro, Commentary on Romans 3.24; cited from Joel C. Elowsky, We Believe in the Holy Spirit, 98.

9 Ambrosiastro, Commentary on 1 Corinthians 1.4; cited from Joel C. Elowsky, We Believe in the Holy Spirit, 97.

10 Ambrosiastro (fl. c. 366-384), on Rom. 4:5—Gerald Bray, ed., Ancient Christian Commentary on Scripture, New Testament VI: Romans (Downers Grove: InterVarsity Press, 1998), p. 112.

11 Ambrosiastro, cited from Gerald Bray, ed., Ancient Christian Commentary on Scripture, New Testament VI: Romans (Downers Grove: InterVarsity Press, 1998), p. 23.

12 Ambrosiastro, cited from Gerald Bray, ed., Ancient Christian Commentary on Scripture, New Testament VI: Romans (Downers Grove: InterVarsity Press, 1998), p. 65.

13 Ambrosiastro, cited from Gerald Bray, ed., Ancient Christian Commentary on Scripture, New Testament VI: Romans (Downers Grove: InterVarsity Press, 1998), p. 103.

14 Ambrosiastro, cited from Gerald Bray, ed., Ancient Christian Commentary on Scripture, New Testament VI: Romans (Downers Grove: InterVarsity Press, 1998), p. 113.

15 Marius Victorinus, Epistle to the Ephesians 1.2.9; BT 1972:152 (1256 A–B); ACCS NT 8:134; cited from Thomas Oden, The Justification Reader, 48)

16 Marius Victorinus, Epistle to the Ephesians 1.2.7; BT 1972:152 (1255C); ACCS NT 8:132; cited from Thomas Oden, The Justification Reader, 48)

17 Marius Victorinus, Epistle to the Galatians, 1.3.7. Mark J. Edwards, ed., Galatians, Ephesians, Philippians, ACCS, 39.

18 Prosper of Aquitaine, Call of All Nations, 1.17; FEF 3:195, sec. 2044; citado en Thomas Oden, The Justification Reader, 46.

19 Prosper of Aquitaine, The Call of All Nations, 1.24; citado en Joel C. Elowsky, We Believe in the Holy Spirit, 97.

20 Theodoret, Interpretation of the Fourteen Epistles of Paul; FEF 3:248–49, sec. 2163; citado en Thomas Oden, The Justification Reader, 44.

21 Theodoret, Interpretation of the Letter to the Romans; PG 82 ad loc.; ACCS NT 6:102; citado en Thomas Oden, The Justification Reader, 62.

22 Theodoret, Letter 83; Cited from Joel C. Elowsky, We Believe in the Holy Spirit, 99)

23 Cyril of Alexandria, Against Nestorius, “The Dispensation of the Incarnation,” 61; citado en Norman Russell, Cyril of Alexandria, 165.

24 Cyril of Alexandria, Commentary on Hosea. Ancient Christian Commentary on Scripture, 29.

25 Leo I, Sermon 49.3; citado en Joel C. Elowsky, We Believe in the Holy Spirit, 97.

26 Fulgentius, On the Incarnation, 1; CCL 91:313; ACCS NT 8:133-34; citado en Thomas Oden, The Justification Reader, 48

27 Oecumenius, Commentary on James 2:23; cited from Gerald Bray, ed., James, 1-2 Peter, 1-3 John, Jude, Ancient Christian Commentary on Scripture, 33.

28 Ildefonsus, Journey through the Desert, 89 in Pelikan 3:27; cited from Gregg R. Allison, Historical Theology, 504.

29 Ildefonsus, The Virginity of Mary, in Pelikan, 3:27; citado en Gregg R. Allison, Historical Theology, 504.

30 Ildefonsus, Journey through the Desert, 83, in Pelikan, 3:27; citado en Gregg R. Allison, Historical Theology, 504.

31 Julian of Toledo, The Sixth Age, 2.14, in Pelikan, 3:27; citado en Gregg R. Allison, Historical Theology, 504.

32 Bede (673–735), on Paul and James, cited from Gerald Bray, ed., Ancient Christian Commentary on Scripture, New Testament XI: James, 1-2Peter, 1-3 John, Jude (Downers Grove: InterVarsity Press, 2000), p. 31.

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