viernes, octubre 26, 2012

Por Naturaleza, Estamos en Esclavitud Espiritual

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Por Naturaleza, Estamos en Esclavitud Espiritual

Por Sinclair Ferguson

 

“Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31 b-32)

Jesús enseñó que todos estamos por naturaleza en esclavitud espiritual. Tenía que ser cruel para ser amable.

Los Judíos a los que Jesús habló, al igual que nosotros, creían que sin duda no eran esclavos de nada. Pero su respuesta a las palabras de Jesús revela la profunda esclavitud espiritual en la que se encontraban. Sus palabras les irritaron y les hizo enojar.

“¿Quién te crees que eres, diciendo que tenemos que ser puestos en libertad? ¡Cómo te atreves! Somos hijos de Abraham, sus descendientes nacidos libres.”Afirmaron la libertad espiritual como su derecho de nacimiento, pero estaban en esclavitud espiritual.

“De cierto os digo a vosotros,” dijo Jesús, “el que comete pecado esclavo es del pecado” (Juan 8:34).

¿Esto realmente necesita ser subrayado? Jesús creía que sí, y tal vez alguien que lea esto puede necesitar un poco de ayuda para entender lo que Jesús estaba diciendo aquí:

  • No llegamos a ser pecadores por cometer actos específicos.
  • Cometemos actos específicos de pecado, porque somos pecadores.

En resumen, mi problema no son las acciones aisladas que yo veo como aberraciones de lo que realmente soy. Estoy engañándome a mí mismo si pienso de esa manera. Estas acciones no son aberraciones, sino revelaciones de lo que está en mi corazón. Estas muestran que cometo pecado porque soy esclavo de el.

Pablo desarrolla este tema en Efesios 2. Tanto el apóstol y sus lectores (v. 3) estaban por naturaleza esclavizados al pecado: “muertos en vuestros delitos y pecados” (v. 1). Cuando escucharon el nombre de Dios y de Su gracia en Jesucristo, su corazón permaneció frío. Como hombres y mujeres muertos, siempre estaban fluyendo con la corriente, siguiendo “la corriente de este mundo” (v. 2).

Por naturaleza, solemos negar que estamos en esclavitud espiritual. Salimos de nuestra manera de mostrar nuestra libertad siendo diferentes. Pero tendemos, en una forma u otra, a convertirnos en clones. Esa es una manifestación de nuestra esclavitud. De acuerdo con las letras satíricas en la canción exitosa de The Kinks Ray Davies,

Este individuo siempre aparenta lo mejor de el
Porque él está dedicado a seguir la moda.

A medida que Jesús hizo alusión, este pecado afecta a todas las dimensiones de nuestra vida:

  • Nuestras mentes. No pensamos con claridad. Podemos estar bien educados y tener coeficientes intelectuales altos. Pero eso no es garantía de que pensamos con claridad acerca de las cosas espirituales.
  • Nuestros deseos. Cuando estamos por nuestra cuenta y en nuestro ser más sincero, reconocemos que no somos dueños de nuestros deseos. Tratamos de dominarlos. Tenemos una conciencia moral que dice: “Tienes que tener estas cosas bajo control.” Pero por dentro estamos fuera de control. Hay un mundo dentro de nosotros sobre el que no tenemos ningún dominio.
  • Nuestras voluntades. Ellas están en la esclavitud del pecado. “Oh, sí,” decimos, “este mensaje acerca de estar bien con Dios —vendré a el en otro día. Esa es mi decisión y lo puedo hacer cuando quiera.”

La verdad, sin embargo, es que no podemos pensar con claridad acerca de esto o desear a Cristo por nuestra propia decisión sin ayuda. ¿Por qué no? No podemos responder a las buenas nuevas del evangelio hasta que deseemos a Cristo, y no podemos desear a Cristo simplemente por una decisión que podamos tomar en cualquier momento que decidamos. No podemos decir a nuestra voluntad, “¡Voluntad, ten la voluntad de pertenecer al Señor!” Está más allá de nuestra capacidad de hacer eso. ¡Nadie puede querer la voluntad de querer lo que no quiere! Sólo la gracia de Dios puede liberarnos de llegar a confiar en El.

¿Qué hizo que sucediera eso?
Su propia voluntad, esto es lo que sé,
Ponme como ahora les muestro,
En libertad.

Aquí está, entonces, nuestra mayor necesidad. Estamos esclavizados a corazones pecaminosos.


Este extracto es una adaptación de By Grace Alone: How the Grace of God Amazes Me por Sinclair Ferguson

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