martes, octubre 09, 2012

Deje Salir las Palomas De Su Casilla

clip_image002Deje Salir las Palomas De Su Casilla

Por Wyatt Graham

Casi todos los cristianos tienen algo de experiencia en discipular a creyentes inmaduros. Tal vez usted comenzó a servir con alguien que era cruel, de mal humor y simplemente carecía de las disciplinas cristianas. Puede ser que esta persona haya servido en la iglesia con usted durante más de un año, pero no ha cambiado su opinión acerca de él o ella. Usted nunca dejar que esta persona crezca, porque en su mente, él siempre va a ser un creyente inmaduro.

Sin embargo, Pablo describe la vida cristiana como una vida de progresión cuando dice que todos somos “transformados en la misma imagen de gloria en gloria” (2 Corintios 3:18). Como creyentes, experimentamos el crecimiento operado por el Espíritu, y gracias a Dios por Su obra en nuestras vidas. Pero a veces nos olvidamos de que el Espíritu obra en los demás también. En cambio, encasillamos a las personas en el ministerio y no nos rehusamos a dejarlos salir de nuestra percepción mental de ellos.

PABLO Y MARCOS

La historia que mejor ilustra esta verdad es el profundo desacuerdo entre Pablo y Bernabé con Marcos. En Hechos 15, Bernabé quería llevar consigo a Marcos y Pablo en su segundo viaje misionero. Pero Pablo se negó a llevar a Marcos, porque “los había desertado en Panfilia y no los había acompañado en la obra.” (Hechos 15:38). Por supuesto, no podemos estar seguros de lo que el desacuerdo entre Pablo y Marcos era realmente, pero podemos decir que Pablo tenía un problema con Marcos y pensaba que no estaba calificado para el trabajo misionero.

Pero a medida que pasaba el tiempo, Marcos demostró ser valiosa para el ministerio. Pablo confiaba en la obra del Espíritu en la vida de Marcos y no simplemente describió a Marcos como inútil. Pablo le dijo a Timoteo que estaba cerca el final de esta vida “Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para el ministerio.” (2 Tim 4:11). Pablo dejó que Marcos creciera de la categoría de "inútil" para convertirse en "útil". Pablo no juzgó a Marcos como creyente inmaduro para siempre, pero confiaba en que el Espíritu lo cambiara para hacerlo útil para el ministerio.

PERMITA QUE LA GENTE SEAN MARCOS

clip_image004 Puedo recordar mis días en la universidad, y en mi primer año yo era un calvinista super celoso. Pasé por el estado en que casi todos los de dieciocho años pasan que descubre las doctrinas de la gracia. El problema fue que cuando surgió de mi exceso de celo por calvinizar, el liderazgo en mi ministerio de universidad no me dejaba crecer más allá de la imagen que se tenían de mí.. Recuerdo que me dijo que yo no podía ser un Director de Vida Espiritual, porque los dirigentes pensaban que yo era demasiado calvinista. Me he quedado atrapado –fui encasillado. Eso no es lo que yo era más, pero eso es lo que pensaban que era.

Me pregunto con qué frecuencia lo hacemos como pastores o discipuladores. Nos negamos a dejar que otros se vuelvan más y más a la imagen de Cristo (Romanos 8:29), porque las vemos con una imagen de inmadurez. Tal vez eran inmaduros. Pero éstos ya no lo son más. Terminamos simplemente encasillándolos.

clip_image005 Una gran razón por la que encasillamos a la gente en categorías y nunca los dejamos salir es porque no somos capaces de confiar en el poder transformador del Espíritu en la vida de otras personas. Romanos confirma la verdad de que todo lo que hacemos en nuestra vida cristiana por el Espíritu (Romanos 8:1-16). Es por eso que Pablo puede decir a los creyentes que anden en el Espíritu (Gálatas 5:16) y vivan por el Espíritu, lo que resulta en “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gal 5 : 22) El Espíritu va a cambiar a un creyente, porque El nos da nueva vida (Juan 3:8)..

Cuando lo ponemos así, es fácil ver por qué lo que he llamado “encasillamiento” es erróneo y pecaminoso, ya que es un desplazamiento de la confianza y lleva a juzgar el estado espiritual de una persona en nuestras propias manos.

Y al final, el hecho fundamental que debemos ver es que no es tanto la persona en la que estamos confiando como lo es el Espíritu de Dios actuando en la persona en quien debemos confiar. Es solamente Dios quien está íntimamente relacionado con el estado espiritual de una persona, y es sólo Dios quien será capaz de cambiar verdaderamente a una persona en el corazón.

Así que deje de encasillar, y en su lugar, confíe en el Espíritu que cambia a la gente.

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