lunes, febrero 03, 2014

Predica la Palabra: Porque Hace que El Ministerio Dependa de Dios

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Por John MacArthur

Usted no esperaría escuchar a un pastor diciéndole a su iglesia: “Yo sé mejor que Dios.” Y sin embargo, eso es lo que muchos predicadores y líderes de hoy comunican cuando centran su ministerio en estrategias de investigación de mercado y la respuesta del consumidor. Perseguir las tendencias y caprichos populares es una receta segura para la comezón de oír, retrasar el crecimiento espiritual y congregaciones llenas de falsos convertidos.

Por el contrario, un ministerio que se centra en la predicación de la Palabra de Dios es un ministerio que es, por definición, totalmente dependiente de Dios. En lugar de confiar en trucos o tretas, se basa en el mismo Dios, tanto por su contenido y dirección.

Al principio de mi ministerio me comprometí, ante el Señor, que me limitaría a preocuparme por la profundidad de mi ministerio, y yo le dejaría cuidar de la amplitud del mismo. Huelga decir que Él lo ha extendido mucho más allá de lo que jamás hubiera pensado. Pero el atractivo de mercado de este ministerio no era algo que nunca pensé en proponer estrategias, tratando de pensar en esquemas de cómo ser popular o cómo vigorizar el crecimiento de la iglesia. En lugar de ello, la atención se centró en la enseñanza de la Biblia, de manera profunda, coherente y precisa. Más allá de eso, simplemente me decidí a depender del Señor.

Cuando los pastores predican el mensaje de Dios y no de su propia invención, demuestran que dependen totalmente de Dios por los resultados. Es Su Palabra que es enseñada, es Su Espíritu que obra, es Su poder para convencer y transformar. Simplemente transmitimos el mensaje fielmente, y cuando la gente responde, Dios recibe toda la gloria.

Y eso, en última instancia, es por eso que continúo predicando la Palabra, después de más de cuatro décadas de ministerio. El objetivo de mi vida, desde el principio, ha sido la fidelidad del ministerio para la gloria de Cristo. Ese debe ser el objetivo de cada pastor. Y qué podría glorificar más a Él que exaltar Su mensaje, haciéndole influir en las vidas de Su pueblo, y dependiendo totalmente de Él para los resultados. Como Timoteo fue encomendado por Pablo, así a cada pastor –si ha de ser hallado fiel– debe abrazar su vocación sagrada:

1 Te encargo solemnemente, en la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por su manifestación y por su reino: 2 Predica la palabra; insiste a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción. 3 Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios deseos; 4 y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos. 5 Pero tú, sé sobrio en todas las cosas, sufre penalidades, haz el trabajo de un evangelista, cumple tu ministerio….7 He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. 8 En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me entregará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida…El Señor me librará de toda obra mala y me traerá a salvo a su reino celestial. A El sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén (2 Timoteo 4:1-5, 7-8, 18)

La exhortación de Pablo se dirige a los predicadores, pero su aplicación no se limita a ellos. Los hombres y las mujeres en las bancas deben colocar una igualmente alta prioridad a someterse a la predicación de la Palabra, y examinar fielmente la enseñanza que reciben con las Escrituras. Al igual que vimos la última vez, todos los creyentes tienen que ser Bereanos. Es vital que el pastor enseñe la Escritura con claridad y precisión, y es vital que su congregación se mantenga con hambre por ese tipo de enseñanza de la Biblia y el fruto espiritual que produce.

Ha sido un privilegio servir al Señor en Grace Community Church por casi cuarenta y cinco años. Durante todo ese tiempo, mi oración siempre ha sido la de estar sujetas a la agenda bíblica de Dios, en lugar de someter la Palabra de Dios a mi agenda personal. Es la diferencia entre la predicación bíblica y las charlas motivacionales, entre el pastoreo y la manipulación, y entre la comprensión de lo que Dios ya ha dicho en las Escrituras y poner nuevas palabras en Su boca.

No es ninguna coincidencia que iniciamos el nuevo año con una serie sobre la importancia de la predicación bíblica. Predica la Palabra establece el tono para todo lo demás que usted leerá en el blog GTY en 2014 y más allá. El tema puede variar, pero el tema de fondo será siempre el mismo: la Escritura correctamente manejada, fielmente enseñada y correctamente aplicada.

(Adaptado de The Master's Plan for the Church .)


Available online at: http://www.gty.org/resources/Blog/B140203
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