11 de marzo, 2009
Posteado en Pastor´s corner, sermons
Tomado de Shepherds´Fellowship Pulpit Magazine
Me parece que para algunos hemos perdido “ temor del Señor,” incluso en la Iglesia.
Hubo un tiempo cuando las cosas eran quizá demasiado tensas, y uno hablaba en susurros en la Iglesia, y la risa se escuchaba raras veces. Pero hoy, muchas iglesias, en su intento como de ser de pensamiento “fresco” o “contemporáneo,” han perdido su enfoque.
No sugiero que nosotros tratemos de ser irrelevantes y no frescos, pero mi pregunta es “¿Hemos intercambiado la reverencia por la relevancia?”
Por ejemplo, usted tiene a los predicadores hablando con todo lujo de detalles sobre asuntos sobre sexo, yendo de programas para tener relaciones sexuales “diario por siete días” hasta versiones más extremas en las cuales hablan muy gráficamente acerca de actos sexuales específicos desde el púlpito.
El predicador que maldice
Entonces usted tiene el síndrome del “Predicador que maldice”. El pastor piensa que es estupendo para utilizar la profanidad en el púlpito así es que las personas le verán como uno de ellos.
¿Es esto todo realmente necesario? Creo que no.
Mire, he sido pastor por 35 años, y nunca hemos tenido un problema a alcanzar nuestra cultura y ver a personas venir a Cristo. Estoy totalmente a favor de ser verdadero y auténtico, pero también me pongo de pie en la plataforma para hablar la Palabra de Dios.
1 Pedro 4:11 dice: “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios”.
También se nos dice en la Escritura que cuidemos lo que decimos. Hablando de la lengua, Santiago escribe: “Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.” (Santiago 3:9-10).
La Iglesia primitiva lo tenía claro
La Iglesia tempranera, la Iglesia del libro de hechos, lo tenía claro, por supuesto. Y no olvidemos que ellos “trastornan el mundo entero” (vea Hechos 17:6). ¡Necesitamos eso hoy!
Los creyentes del primer siglo estaban llenos tanto del gozo y como de temor al Señor.
Hechos 2:46-47 nos dice: “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo.”
Esta frase “con alegría y sencillez de corazón” literalmente significa “¡con alegría no afectada!” Amo eso – no les dio miedo expresar alegría en su fe.
Pero también había un sentido o una reverencia y un temor entre estos creyentes. Hechos 2:43 dice: “Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles”.
¿Cuál es el temor al Señor?
Esto no quiere decir que usted debería tener miedo a Dios. Temer a Dios quiere decir que usted tiene un respeto sano o reverencia hacia El. Otra traducción lo describe como “un temor sano de desagradar a Dios.” En otras palabras, amo a Dios tanto que quiero hacer todo lo que pueda para abstenerme de desagradarle.
Mire, estoy totalmente a favor de la relevancia. Necesitamos hablar racionalmente a las personas que estamos alcanzando. Pero no aminoremos nuestro estándar para prolongar nuestro alcance.
No intercambiemos la reverencia por la relevancia.
Pienso que para nosotros tratar de vivir vidas piadosas es muy relevante, y muy diferente que lo que este mundo tiene que ofrecer. Eso es cómo trastornaremos al mundo, en lugar de que el mundo nos trastorne.
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