martes, marzo 23, 2021

La Anunciación en Lucas (1ª. Pte.)

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La Anunciación en Lucas (1ª. Pte.)

POR PAUL M. HENEBURY

Los pasajes de la anunciación en Mateo y Lucas son nuestra primera introducción a la forma en que el Espíritu Santo recogerá los hilos del AT y los unirá con la nueva revelación que llegó con el advenimiento de Jesucristo. Comenzamos con esos pasajes en los que los ángeles anuncian el nacimiento del Salvador. Voy a comenzar con el relato de Lucas, y pasaré al Evangelio de Mateo. Incluso se podría considerar a Juan, ya que su relato, aunque se salta el nacimiento de Cristo, sí enfatiza su preexistencia y su prioridad dentro del Proyecto de la Creación. Pero ya llegaremos a eso en su momento. Pasemos entonces a Lucas y estudiemos su relato.

En Lucas 1:5 vemos que Isabel, la esposa del sacerdote Zacarías, es de edad avanzada. Encontramos a Zacarías quemando incienso a Dios en el Templo (Lc. 1:9). Fíjate en que Lucas nos dice que el ángel estaba de pie a la derecha del altar del incienso (Lc. 1:11). Este pequeño detalle es una indicación del tipo de precisión que buscaban los mejores historiadores de la antigüedad. En la medida de lo posible, buscaban testigos presenciales de las cosas que escribían.

El anuncio comienza en el versículo 13, que se refiere a la respuesta de Dios a las oraciones de Zacarías e Isabel sobre un niño. Este niño iba a ser grande (de ahí el ángel), y "estará lleno del Espíritu Santo" desde la infancia (Lc. 1:15). Esta mención del Espíritu Santo no debe pasar desapercibida, pues ciertamente no se le habría escapado a Zacarías, estando como estaba, firmemente asociada con un poder divino especial para una tarea designada por Dios. Este hijo, Juan, convertirá a muchos de los hijos de Israel a su Señor, yendo con el espíritu y el poder de Elías. Aquí tenemos una cita de un texto del AT (Mal. 4), que es una profecía del ministerio de Elías en los últimos días. Este anuncio no dice que Juan sea Elías, sino que viene con "el espíritu y el poder de Elías"[1] y viene "a convertir los corazones de los padres a los hijos" (Lc. 1:17), que está tomado del último versículo de nuestro AT (Mal. 4:6)

Como Zacarías expresa sus dudas sobre las palabras del ángel, se queda mudo durante un tiempo. El ángel se presenta nada menos que como Gabriel (que significa "hombre de Dios"). Gabriel es uno de los dos únicos ángeles nombrados en las Escrituras, el otro es Miguel. Fue Gabriel quien había hablado con Daniel siglos antes (Dan. 8:16; 9:21). Obsérvese que era necesario que Zacarías tomara las palabras de Gabriel en fe al pie de la letra. No debía espiritualizar las palabras, debía creer lo que se decía. Como dudó, se convirtió en una señal. ¿De qué iba a ser un señal? Parece que de incredulidad.

La Anunciación del nacimiento de Jesús en Lucas

A continuación, se nos habla de la visita de Gabriel a Nazaret[2] "en el sexto mes" para aparecerse en casa de José (Lc. 1:26). Hay mucha continuidad con la expectativa del AT en las palabras de Gabriel a María. Se ha debatido el primer punto de continuidad, que es el hecho de que María es virgen. No hay duda de que el término griego parthenos significa efectivamente "virgen". Dado que el Espíritu Santo utilizó este término en dos ocasiones (Lucas 1:27), y que Mateo vincula expresamente el anuncio con la profecía de Isaías en Isaías 9:6 (Mateo 1:23), sabemos que el almah de Isaías significa "virgen" y no "doncella". Pero además, sabemos que aquel que Isaías predecía está a punto de venir al mundo.

Otro punto de continuidad entre el AT y la anunciación a María es cómo Gabriel cargó su anuncio con la terminología del pacto Davídico: "el Señor Dios le dará el trono de su padre David. Y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin". (Lc. 1:32-33). Seguramente José habría expresado su linaje Davídico a María, por no hablar del Hijo al que llamaría suyo[3]. Estas palabras del ángel sólo se habrían entendido de una manera. De ahí que se plantee de entrada el pacto Davídico. Independientemente de lo que uno piense que sucede después de la resurrección del Hijo de José, nadie en el nacimiento de Jesús está tomando las palabras de Dios de otra manera que no sea literal. Lo que ocurra después de eso, dejaremos que se desarrolle según se revele. Lucas 1:38 registra que "María dijo: "¡He aquí la sierva del Señor! Hágase en mí según tu palabra". ¿Realmente tenía en mente un conjunto de tipos y estructuras temáticas y no las promesas de pacto tal como le fueron entregadas? A continuación, leemos la visita de María a Isabel (Lc. 1:39-45), y las palabras de Elizabet:

“Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.” – Lucas 1:45.

“La que creyó” es María. Lo que María creyó fueron las promesas Davídicas que le fueron transmitidas, palabras que Elizabet aparentemente pensó que se cumplirían al pie de la letra. Lo que sigue es el “Magnificat.”

46 Entonces dijo María:

«Mi alma glorifica al Señor,
47 y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador,
48 porque se ha dignado fijarse en su humilde sierva.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,
49 porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí.
¡Santo es su nombre!
50 De generación en generación
se extiende su misericordia a los que le temen.
51 Hizo proezas con su brazo;
desbarató las intrigas de los soberbios.
52 De sus tronos derrocó a los poderosos,
mientras que ha exaltado a los humildes.
53 A los hambrientos los colmó de bienes,
y a los ricos los despidió con las manos vacías.
54-55 Acudió en ayuda de su siervo Israel
y, cumpliendo su promesa a nuestros padres,
mostró su misericordia a Abraham
y a su descendencia para siempre».

Una vez más, de las palabras de María se desprende claramente que piensa en términos de pacto. Menciona a su nación, Israel (Lc 1,54), recordando los Cantos del Siervo de Isaías[4], y también el pacto con Abraham y su descendencia (Lc 1,55). Según sus palabras, las promesas de pacto con Abraham para Israel son "para siempre".

            Todavía no hemos salido del primer capítulo del Evangelio de Lucas y estamos en medio de la expectativa de pacto. El siguiente testigo de los juramentos de Dios es Zacarías. Al acordar con su esposa que su hijo se llamaría "Juan", lo que demostraba su creencia en lo que había dicho Gabriel, se le soltó la lengua y comenzó a ensalzar a Dios. Lo que dijo se hizo eco de las palabras de María. Habló tanto del pacto Davídico (Lc. 1:69), como del abrahámico. Zacarías dijo que Dios lo haría,

Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto; Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviríamos En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días.. – Lucas 1:72-75.

Las palabras de Zacarías recuerdan varios temas del AT: liberación, seguridad y consagración. También él está poderosamente influenciado por los pactos de Dios y lo que dicen sobre su pueblo Israel. El juramento de Dios al que alude Zacarías no es una cita textual de nada del Génesis, sino una inferencia válida del pacto de Abraham. El "nosotros" que tiene en mente aquí no es la Iglesia, está relacionado con "nuestro padre Abraham". Zacarías comenzó su inspirado discurso con: " Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo, Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo,” (Lc. 1:68-69). Se refiere a la nación de Israel. Además, al igual que María, relaciona los pactos con Abraham y David.


[1] En el Evangelio de Juan, el Bautista dice explícitamente que no es Elías (Jn. 1:21).

2] Muchos críticos del NT han intentado afirmar que Nazaret no existía en esa época, pero esto es un error.

[3] Paul Barnett, Jesus & the Rise of Early Christianity, 101.

[4]  Los Cantos del Siervo (Isa.49:1-7; 50:4-9; y 52:13-53:12), se refieren tanto a Israel como nación como al Mesías. María piensa aquí en el primero.

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