Los Secretos del Contentamiento
Viernes, 1 de Mayo, 2009
Tomado de Shepherds’ Fellowship Pulpit Magazine
(Por John MacArthur)
En Filipenses 4:11-12, Paul dijo, “he aprendido a contentarme. . .” He aprendido el secreto. Aquí él usó un término griego cargado de significado – una alusión a las religiones misteriosas de Grecia. La iniciación en aquellos cultos paganos complejos incluía el estar enterado de ciertos secretos religiosos. Pablo se enteró del secreto del contentamiento, y es uno que él le transmitió a todos los han sido iniciados por la fe en Jesucristo. Durante los siguientes días consideraremos varios secretos para el contentamiento, extraídos de Filipenses 4.
1. Confianza en la Providencia de Dios
Pablo dijo: “En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad” (v. 10). Déjeme darle algún trasfondo. Aproximadamente diez años habían pasado desde que Pablo había estado en Filipos. Hechos 16 relata lo que sucedió durante su primera visita.
Pablo y sus compañeros de viaje conocieron a una mujer de negocios denominada Lidia y le predicaron el Evangelio a ella y a sus compañeros. Su conversión dio como resultado la formación de una iglesia. Durante los primeros días de esa iglesia, Pablo echó fuera un espíritu de adivinación de una mujer esclava. Los dueños de la mujer – furiosos por la pérdida de ingresos que se había derivado de sus habilidades de adivinación – flagelaron a Pablo, lo metieron en prisión, y puesto bajo llave. En lugar de quejarse de la situación miserable en la cual él se encontraba, alabó a Dios a través del canto y orando agradecidamente hasta altas horas de la noche.
Dios respondió en una forma asombrosa: Él sacudió el lugar de la prisión tan violentamente que todas sus puertas se abrieron de par en par y las cadenas de los prisioneros cayeron de sus pies y muñecas. Esa experiencia increíble, y la respuesta increíble de Pablo a sus circunstancias deprimentes, condujeron a la salvación del carcelero – y de toda la familia del carcelero. Al crecer la iglesia en Filipos, es evidente que ayudasen a financiar más el alcance misionero de Pablo.
Nuestro texto en Filipenses deja en claro, sin embargo, que había estado pasado un tiempo desde que finalmente pudieron ayudar a respaldar ese esfuerzo. Pero es no tenía problema con Pablo. Él sabía que no era porque no les preocupaba, sino que les faltó “la oportunidad” (Gg., kairos). Esa es una referencia a un tiempo o ventana de oportunidades, no a un tiempo cronológico.
Al escribir, “habéis revivido vuestro cuidado de mí,” Pablo estaba usando un término hortícola que quiere decir “florecer de nuevo”. Eso es como decir: “Su amor ha florecido de nuevo. Sé que siempre ha estado allí, pero simplemente no había tenido oportunidad de florecer. Las flores son estacionales, y la estación correcta no había venido sino hasta ahora”.
El caso es que Pablo tuvo una confianza paciente en la providencia soberana de Dios. El estaba contento de prescindir y de esperar el momento del Señor. Él no recurrió al pánico o la manipulación de los demás. Esas cosas nunca las pidió. Pablo tenía la seguridad de que a su debido tiempo Dios ordenase las circunstancias a fin de que sus necesidades fuesen satisfechas. Podemos tener esa misma certeza hoy.
Hasta que verdaderamente aprendemos que Dios es soberano, que ordena todo para Sus santos propósitos y el bien de aquellos que le aman, no podemos dejar de estar descontentos. Eso es debido es que al asumir la responsabilidad de ordenar nuestras vidas, nos frustramos en repetidamente descubrir que no podemos controlar todo. Sin embargo, todo ya está bajo control, por Alguien aun más grande que usted o yo.
Un sinónimo para la providencia de Dios es la provisión divina, pero esa es una etiqueta deficiente para una realidad teológica complicada. La providencia es cómo Dios organiza todo para lograr sus propósitos. Déjeme mostrarle lo que quiere decir por contraste eso.
Hay dos maneras en que Dios puede actuar en el mundo: Por milagro y por la providencia. Un milagro no tiene explicación natural. En el flujo de la vida normal, Dios repentinamente detiene la marea e inyecta un milagro. Luego él echa atrás la circulación, algo así como abrir el mar Rojo hasta que Su pueblo pudiera atravesar andando y cerrándolo de nuevo. ¿Piensa usted que sería más fácil de hacer eso – decir: “Sostenlo, quiero hacer este milagro” y lo hace – o decir: “Veamos, tengo 50 Billones de circunstancias que organizar para lograr una sola cosa?” La última es providencia. Piense, por ejemplo, cómo Dios ordenó providencialmente las vidas de José, Ruth, y Ester. Hoy hace lo mismo con nosotros.
El contentamiento proviene de aprender que Dios es soberano no sólo por la intervención sobrenatural, sino también por la orquestación natural. ¡Y qué orquesta tan increíble es! Aprecie la complejidad de lo que Dios hace cada instante simplemente por mantenernos vivos. Cuando miramos cosas desde esa perspectiva, vemos qué insensatez es pensar que podemos controlar nuestras vidas. Cuando entregamos esa búsqueda vana, cedemos una fuente principal de ansiedad.
Pablo estaba contento porque él tuvo fe en la providencia de Dios. Esa confianza, sin embargo, nunca lo condujo a una actitud fatalista de “no tiene importancia lo que hago”. El ejemplo de vida de Pablo a todo lo largo del Nuevo Testamento es éste: Trabaje tan duro como usted pueda y manténgase contento de que Dios está en control de los resultados.
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