El Contentamiento Proviene del Dar
Miércoles, 6 de Mayo, 2009
(Por John MacArthur)
Aquí concluimos nuestra serie sobre el contentamiento. Esta serie fue adaptada del libro de John: Enfrenando la Ansiedad.
Tomado de Shepherds’ Fellowship Pulpit Magazine
5. El Contentamiento Proviene del Dar de Manera Desintersada y Sacrificial
Si usted vive para sí mismo, usted nunca estará contento. Muchos de nosotros no experimentamos contentamiento porque exigimos que nuestro mundo sea exactamente de la forma en que nos gustaría. Queremos que nuestra esposa o esposo cumpla con nuestras expectativas y con todo lo que queremos que haga y de forma puntual. Queremos que nuestros hijos se conformen a un plan preescrito que hemos ordenado para ellos y que queremos que cumplan al pie de la letra. Y queremos que todo lo demás encaje perfectamente en el pequeño espacio que reservamos para casa elemento de existencia.
Pablo oró para que los Filipensens tuviesen una perspectiva diferente. Él comenzó su carta dirigida a ellos con una oración para que su amor entre ellos pudiese abundar (Fil. 1:9), y continuó dándoles este consejo práctico: “Nada hagáis por contienda o vanagloria, antes bien con humildad estimando a cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Fil. 2:3). Él quería que se olvidaran un poco de sí mismos, preocupándose por el bienestar de los demás. Éste fue el ejemplo que les dio a ellos y a nosotros:
“14Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación. 15Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; 16pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades. 17No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta. 18Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. 19Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” (Fil. 4:14-19)
Si bien Pablo estaba seguro de la providencia de Dios, independientemente de sus circunstancias, y fortalecido por el poder divino, supo cómo escribir una carta de agradecimiento. Él deseaba que los Filipenses supiesen habían hecho una cosa noble en cuidar de sus necesidades. Ellos eran una iglesia pobre Macedonia (un área cuya pobreza es descrita en 2 Cor. 8–9) que aparentemente habían enviado comida, ropa, y dinero para Pablo en Roma por medio de Epafrodito. Su generosidad impresionó a Pablo.
Note qué fue lo que le hizo más feliz de esta ofrenda: “No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta” (Fil. 4:17). Pablo estaba más interesado en su beneficio espiritual de ellos que en su ganancia material. Estar confortable, bien alimentado, y satisfecho no eran las preocupaciones principales en la vida de Pablo. Antes bien, estaba más interesado en acumular dividendos eternos para las vidas de las personas que amaba. Aquí están los principios bíblicos eternos que aplicaba:
þ Proverbios 11:24–25: “Hay quienes reparten, y les es añadido más; Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; Y el que saciare, él también será saciado.”
þ Proverbios 19:17: “A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.”
þ Lucas 6:38: “Dad, y se os dará”
þ 2 Corintios 9:6: “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.”
Pablo describió el don que él había recibido como “olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios.” (Fil. 4:18). Él estaba usando metáforas del Antiguo Testamento para decir: “no sólo me has ofrendado a mí sino también a Dios”. Al principio de nuestro pasaje, en el versículo 10, notamos cuan feliz estaba Pablo por recibir esa ofrenda. Su gozo no se originó porque finalmente recibió lo que él había estado esperando (como lo vimos en versículo 11, atentamente mencionó que él no tenía necesidad), sino porque los Filipenses le habían dado algo que honraba a Dios y acrecentaría su beneficio espiritual.
Su acción llevó a Pablo a decir al final: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” (v. 19). Ese es uno de los versículos que más a menudo es citado de la Escritura, pero necesita ser ubicado en su contexto. Pablo decía: “Me han dado una forma en que ustedes mismos han quedado necesitados. Quiero asegurarles que Dios no permanecerá en deuda. Él suplirá todas sus necesidades”. Se refiere a necesidades materiales y terrenales sacrificadas por los Filipenses, que Dios en respuesta a su sacrificio reemplazaría ampliamente.
Si usted de la misma manera “Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto” (Prov. 3:9–10). Dios no va a devolverle solamente bendiciones espirituales y dejarle morir de hambre. Si usted está en Cristo, las riquezas de Dios en gloria son suyas. Eso es por qué, como aprendimos en nuestro primer capítulo, no debemos estar preocupados por lo que comeremos, beberemos, o llevaremos puestos. En lugar de eso debemos “buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas, Así que, no os afanéis…” (Matt. 6:33–34).
Ataque ansiedad en su vida aplicando lo que usted ha aprendido acerca del contentamiento. Tenga confianza en la providencia soberana de Dios, y no permita que las circunstancias lo perturben. En lugar de entregarnos al pánico, apéguese a la promesa de Romanos 8:28: “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Considere ese versículo como una norma de vida espiritual para el resto de su vida.
También, opóngase a la corriente de nuestra sociedad materialista, egoísta quedando satisfecho con poco y más preocupados por el bienestar espiritual de los demás que de sus propias necesidades materiales. Sea obediente a la Palabra de Dios y el confíe en Su poder para suplir todas sus necesidades. ¡Que nuestro Señor conserve mantenga todos estos principios en nuestras mentes para que podamos estar contentos – y libres de la ansiedad!
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