martes, noviembre 22, 2011

La Primera Familia

clip_image002La Primera Familia

Ningún cristiano sano cuestionará el origen de la familia. La Biblia lo presenta ante nosotros en términos inequívocos. Dios creó a la familia, y punto. ¿Pero por qué? Dios respondió a esa pregunta en el Antiguo Testamento tiempo antes de que los escritores del Nuevo Testamento tomaran su pluma. Para obtener la perspectiva divina sobre la familia, tenemos que volver atrás, muy atrás, al principio.

Los primeros capítulos del Génesis ofrecen una claridad sin precedentes acerca de los orígenes. Eso es lo que significa el nombre Génesis, principios, o los orígenes. En el Génesis se descubre

· el origen del universo: tiempo, espacio y materia,

· el principio de la historia humana: el hombre, el pecado y la redención, y

· el comienzo de la cultura: costumbres, lenguas y naciones.

En el centro y el corazón de la historia humana, la formación de la familia puede ser el relato más importante de todo el libro de Génesis. Eche un vistazo a la primera familia.

Según la Biblia, Dios mismo ordenó a la familia como la unidad básica de la sociedad humana, porque considera que “no es bueno que el hombre esté solo” (Gen. 2:18). Ese versículo se destaca claramente en el relato bíblico de la Creación, ya que la Escritura describe los días sucesivos de la semana de la creación, el texto acentúa cada etapa de la creación con las palabras “Y vio Dios que era bueno” (Génesis 1:4, 10, 12, 18, 21, 25). La bondad de la creación aparece como el tema principal de Génesis 1, y la declaración "Y vio Dios que era bueno" se repite una y otra vez, como el estribillo después de cada estrofa de una canción larga. Entonces, finalmente, después del sexto día de la Creación, se nos dice con énfasis: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era muy bueno” (v. 31, énfasis añadido).

Pero entonces Génesis 2:18 nos lleva de nuevo al final de seis días y revela que justo antes de que Dios terminara Su obra creativa, una cosa quedó que “no era bueno.” Cada aspecto de todo el universo estaba terminado. Cada galaxia, estrella, planeta, roca, grano de arena, y molécula pequeña estaba en su lugar. Dios había creado todas las especies de seres vivos. Adán ya había dado "nombres á toda bestia y ave de los cielos, y a todo animal del campo" (v. 20). Pero un aspecto evidente, sin terminar de la Creación se mantuvo: "Porque Adán no se halló ayuda idónea para él" (v. 20).

Adán estaba solo e incompleto. El necesitaba un ayudante, un complemento, una mujer para participar en la tarea de llenar y tomar dominio sobre la tierra.

Pero antes de que Dios presentara a Adán a su novia, El preparó a Adán para apreciarla. Dios desfilaron todos los animales ante Adán para que él personalmente pudiera inspeccionar y nombrar a cada uno de ellos (vv. 19, 20). Adán tenía que estar impresionado con la provisión de Dios para el reino animal, cada animal con una pareja adecuada. Al mismo tiempo, su curiosidad tuvo que haber sido despertado: "¿Dónde está mi ayudante?"

Dios quería que el hombre gobernara sobre el reino animal, no encontrar la comunión en ella. Adán descubrió la distinción radical que Dios hizo a sí mismo y a todos los animales. Recuerde, Dios hizo al hombre con la capacidad para disfrutar de una relación significativa. Esa característica única, no se encuentra en ninguna otra criatura en el mundo físico. Sólo el hombre tiene el privilegio único del intercambio de relaciones con los demás. Dado que ningún animal fue equipado para satisfacer su necesidad de comunión –Adán necesitaba una imagen de soporte humano para satisfacer esa necesidad, otro acto de la Creación fue necesario.

Por lo tanto, el último acto de Dios de la creación en seis días -el paso de coronación que hizo perfecto todo en el universo –El lo llevó a cabo mediante la formación de Eva de una costilla de Adán. Entonces "la trajo al hombre" (v. 22).

Viendo a Eva por primera vez debe haber sido una experiencia estimulante para Adán –imagine la sonrisa en su rostro cuando Dios los presentó. Adán exclamó: "Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque fue tomada del hombre." (Génesis 2:23). Adán había encontrado una vida-pareja con la que podía disfrutar y compartir las responsabilidades.

Dios les ordenó: “Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla; y dominio sobre los peces del mar y las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra” (Génesis 1:28). Un solo hombre no podía cumplir tales tareas monumentales, sobre todo la tarea de multiplicar y llenar la tierra, a menos que él tuviese una compañera.

Al juntar a Adán y a Eva, Dios estableció la familia para todos los tiempos. Esa primera unión se convirtió en el patrón y el propósito de todos los matrimonios a seguir. Eran, en verdad la primera familia. La narración del Génesis dice: "Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne" (v. 24). Jesús citó este versículo en Mateo 19:5 para subrayar la santidad y la permanencia del matrimonio como institución. Un pastor que cita ese mismo verso prácticamente cada vez que él une a dos fieles en una ceremonia de matrimonio cristiano. Es un recordatorio de que Dios ordenó el matrimonio y la familia, ellos fueron Su idea-y por lo tanto son sagrados en su presencia. El matrimonio y la familia deben ser sagrados, a nuestro parecer, también.

Por lo tanto, no es un mero accidente de la historia que las relaciones familiares han sido siempre el núcleo mismo de la civilización humana. Según la Escritura, ese es precisamente la manera en que Dios lo diseñó que fuera. La verdad es todo lo contrario de la opinión liberal-no hace falta ser un pueblo. Se necesita un hombre, una mujer, y el Espíritu de Dios que los una entre sí.

John F. Macarthur


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