Doctrina Fundamental, ¿Quién lo dice? 1ª. Parte
Domingo, 14 de marzo 2010
¿Identifica la Biblia doctrinas específicas como fundamentales? De hecho lo hace. De hecho, si las palabras más fuertes de condena en todo el Nuevo Testamento están reservadas para los falsos maestros que corrompen el evangelio, el mensaje del evangelio en sí debe ser reconocido como un punto principal de la doctrina fundamental.
Pero, ¿qué mensaje determinará el contenido de nuestro testimonio? Es una elección entre la revelación divina, y la especulación y opinión humana, entre la sola Escritura, y la jerarquía papal y la tradición de la iglesia. Los dos evangelios son totalmente contradictorios y mutuamente excluyentes.
Estas consideraciones determinan cuál es el mensaje que proclamamos y si ese mensaje es el evangelio auténtico del verdadero cristianismo. Es evidente que estamos tratando con asuntos que van al corazón mismo de las doctrinas que la Escritura identifica como fundamentales.
¿Podemos ser más específicos? Volvamos a la Escritura misma y tratemos de establecer algunos principios bíblicos para determinar qué artículos de la fe son verdaderamente esenciales para el cristianismo auténtico.
Las Doctrinas Fundamentales Provienen de la Escritura
En primer lugar, si la doctrina es verdaderamente fundamental, debe tener su origen en la Escritura-no en la tradición, los decretos papales, o alguna otra fuente de autoridad. Pablo recordó a Timoteo que las Escrituras son “te pueden hacer sabio para la salvación” (2 Tim. 3.15). En otras palabras, si la doctrina es esencial para la salvación, podemos aprenderla de la Biblia. La Palabra escrita de Dios, por lo tanto debe contener toda la doctrina que es verdaderamente fundamental. Es capaz de hacernos “enteramente preparado para toda buena obra” (1 Tim. 3.17). Si hubiera doctrinas necesarias no reveladas en las Escrituras, esas promesas sonarían vacías.
El salmista escribió, "La ley del Señor es perfecta, que convierte el alma" (Salmo 19:7 a). Eso significa que la Escritura es suficiente. Aparte de las verdades que se nos han revelado en la Escritura, no existe una verdad espiritual esencial, no hay una doctrina fundamental, nada esencial para la restauración del alma. No necesitamos mirar más allá de la Palabra escrita de Dios por ninguna doctrina esencial. No hay nada necesario más allá de lo que se registra en la Palabra de Dios.
Esto, por supuesto, es el principio de la Reforma de la sola Scriptura-sólo la Escritura. Esto contrasta notablemente con la práctica de la Iglesia Católica Romana, que habitualmente amenaza con la condenación eterna para todos los que cuestionan los decretos de la papa o el dogma de los concilios de la Iglesia.
Por ejemplo, el Canon 1 de la séptima sesión del Concilio de Trento pronuncia anatema a cualquiera que dice que hay más o menos de los siete sacramentos establecidos por el Concilio. Eso significa que si cualquier católico cuestiona los sacramentos de la Confirmación, Penitencia, o la Extremaunción –no mencionados en ninguna parte de la Escritura– esa persona está sujeta a la excomunión y a los ojos de la Iglesia es digno de condenación eterna.
Los cánones y decretos del Concilio de Trento están salpicados con anatemas similares en efecto haciendo fundamentales todas las doctrinas dictadas por el Concilio. En palabras de Francis Turretin, ellos “son lo suficientemente atrevidos a menudo para declarar como fundamental su propio heno y paja y todo lo que enseña la Iglesia de Roma” [Francis Turretin, Institutes of Elenctic Theology, vol. 1, George Musgrave Giger, trad. (Phillipsburg, NJ: Presbyterian & Reformed, 1992),53].
Pero, según la Biblia misma, ninguna supuesta autoridad espiritual fuera “de los escritos sagrados” de la Escritura nos puede dar la sabiduría que conduce a la salvación. Nada de decretos papales, ni la tradición oral, ninguna profecía de nuestros días puede contener la verdad que es verdaderamente fundamental, aparte de las Escrituras.
Las Doctrinas Fundamentales Son Claras en la Escritura
En segundo lugar, si vamos a considerar un artículo de fe como fundamental, debe estar claramente contenido en la Escritura. Ningún “conocimiento secreto” o formula de verdad oculta nunca podría calificar como un artículo fundamental de la fe. Ninguna clave es necesaria para revelar la enseñanza de la Biblia.
La verdad de Dios no está dirigido a los intelectuales eruditos; es suficientemente sencilla para un niño. “escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños” (Mat. 11:25, RV). La Palabra de Dios no es un rompecabezas. No habla en clave. No es críptica o misteriosa. Es clara y obvia para aquellos que tienen oídos espirituales para escuchar. "El testimonio de Jehová es fiel, hace sabio al sencillo" (Salmo 19:7 b).
El punto no es que todos los artículos fundamentales de la fe deben ser apoyados con un texto de prueba explícito. La doctrina de la Trinidad, por ejemplo, es sin duda esencial para el verdadero cristianismo, -y es muy clara en las Escrituras– pero no encontrará ninguna amplia declaración de la Trinidad, de ningún pasaje de la Escritura.
Witsius escribió:
Entre los artículos que figuran claramente en las Escrituras ... debemos incluir no sólo aquellos que enseñan en palabras expresas, sino también aquellos que, a todos los que aplican su mente al tema, son, evidentemente deducibles de ellos por consecuencia necesaria. Nuestro Señor y sus Apóstoles, con mucha frecuencia confirmaron incluso los artículos fundamentales de la fe por las consecuencias deducidas de la Escritura [cf. Lucas 20:37-38]... El conocimiento de un artículo fundamental no consiste en la comprensión de este u otro pasaje de la Biblia, sino en el conocimiento de la verdad, que en un pasaje, tal vez, es trazado más oscuro, pero se muestra en otros lugares de una manera clara, más aún, a la luz más clara posible. [Herman Witsius, Sacred Dissertations on the Apostles' Creed , 2 vols. (Phillipsburg, NJ: Presbyterian & Reformed, 1993 reprint), 1:21]
No significa tampoco que una doctrina debe ser no controversial, a fin de que sea considerado como un artículo fundamental. Algunos podrían argumentar que la única prueba de que si algo es esencial para el verdadero cristianismo es confirmado por todas las grandes tradiciones cristianas. Pero, como señala Witsius, de acuerdo con esa norma, casi nada de cualquier sustancia permanecería para distinguir el evangelio cristiano de la “salvación” ofrecida por la moralidad pagana o la teología islámica. “Hay mucho de verdad en la observación de Clemente de Alejandría: ´Ninguna Escritura, temo, es tan favorablemente tratada, como el estar en contradicción con nadie´” (Witsius, 1:21).
Hay tres pautas para ayudar a determinar las doctrinas fundamentales. Lo veremos la próxima vez. Por ahora, he aquí una cuestión a discutir en el hilo del comentario: Si una doctrina fundamental es clara en la Biblia, ¿significa que es fácil de comprender? ¿Por que si o por qué no?
Tomado de aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario