Doctrina Fundamental, ¿Quién la dice? 2ª. Parte
Miércoles, 17 de marzo 2010
¿Identifica la Biblia doctrinas específicas como fundamentales? Absolutamente. La última vez observamos dos directrices: (1) Las doctrinas fundamentales provienen de las Escrituras, y (2) Las doctrinas fundamentales son claras en la Escritura. He aquí tres más...
Las Doctrinas Fundamentales Incluyen Todo lo Esencial para la Fe Salvadora
En tercer lugar, debemos considerar como una doctrina fundamental si la vida eterna depende de ello. La Escritura está llena de declaraciones que identifican los términos de la salvación y las marcas de la fe genuina. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Este versículo hace esencial a la fe misma para una relación correcta con Dios. También identifica expresamente tanto la existencia y la veracidad de Dios como artículos fundamentales de la fe cristiana.
En otros lugares se nos dice que la vida eterna se obtiene a través del conocimiento del Dios verdadero y de Jesucristo (Juan 17:3, 14:6; Hechos 4:12). Puesto que Jesús mismo es la encarnación del Dios verdadero (Juan 8:58, 10:30, 1 Juan 5:20), el hecho de Su divinidad (y por extensión, toda la doctrina de la Trinidad) es un artículo fundamental de la fe (véase 1 Juan 2:23). Nuestro Señor mismo lo confirmó cuando dijo que todos debemos honrarle como se honra al Padre (Juan 5:23).
Las verdades de la filiación divina y el mesianismo de Jesús son también artículos fundamentales de la fe (Juan 20:31).
Por supuesto, la resurrección corporal de Cristo es una doctrina fundamental, porque 1 Corintios 15:14 nos dice: “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe."
Romanos 10:9 confirma que la resurrección es una doctrina fundamental, y se añade otra: el señorío de Cristo. “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”.
Y de acuerdo a Romanos 4:4-5, la justificación por la fe es una doctrina fundamental: “Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda.; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.” En otras palabras, aquellos que buscan la aceptación ante Dios sobre la base de su propia justicia se quedara corta (Rom. 3:27-28; Gal. 2:16-3:29). Sólo aquellos que confían en Dios para imputar la justicia perfecta de Cristo se cuentan como verdaderamente justos. Esta es precisamente la diferencia entre la doctrina católica y el evangelio establecido en la Escritura. Esta en el corazón de toda la doctrina que es verdaderamente fundamental.
De hecho, un error en entender la justificación es precisamente lo mismo que la nación judía fue responsable de apostasía: “Porque ignorando la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios” (Rom . 10:3). Eso es precisamente el fracaso de todo el sistema de salvación por obras, canonizado en el sistema católico romano. Sin embargo, “Cristo es el fin de la ley, para justicia a todo aquel que cree” (v. 4).
Las Doctrinas Fundamentales Incluyen Toda Doctrina Que Nos Está prohibido Negar
Algunas enseñanzas de las Escrituras llevan amenazas de condena a aquellos que las niegan. Otras ideas se declaran expresamente para ser afirmadas sólo por los incrédulos. Tales doctrinas, obviamente, implican artículos fundamentales del cristianismo auténtico.
El apóstol Juan inició su primera epístola con una serie de declaraciones que establecen los puntos clave de la doctrina del pecado (hamartiologia) como artículos fundamentales de la fe. “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad” (1:6). Eso condena al antinomianismo arbitraria (la idea de que los cristianos ya están bajo ninguna ley) y hace un cierto grado de iluminación doctrinal y moral esencial para el verdadero cristianismo. Una segunda declaración rige la noción humanista de que la gente es buena: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros” (v. 8). Y una tercera sugiere que ningún verdadero cristiano podría negar su propio pecado: “Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso y su palabra no está en nosotros” (v. 10).
Primera Corintios 16:22 hace del amor a Cristo una cuestión fundamental: “Si alguien no ama el Señor, sea anatema”. Y un versículo similar, 1 Corintios 12:3, dice que nadie que hable por el Espíritu de Dios puede llamar a Jesús anatema.
La verdad de la encarnación de Jesús es también claramente designada como una doctrina fundamental: “Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.”(1 Juan 4:2-3). “Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo” (2 Juan 7). Estos versículos por implicación también condenan a los que niegan el nacimiento virginal de nuestro Señor, porque si no El no fue nacido de una virgen, El sería meramente humano y no el Dios eterno venido en carne.
Y puesto que los que tuercen y distorsionan la Palabra de Dios, son amenazados con destrucción (2 Pedro 3:16), es evidente que tanto una visión elevada de la Escritura y un buen método de interpretación de la Biblia (hermenéutica) son principios fundamentales del verdadero cristianismo.
Las Doctrinas Fundamentales Son Todas Resumidas en la Persona y Obra de Cristo
Pablo escribió: “Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Cor. 3:11). Cristo Mismo encarnó o estableció toda doctrina que es esencial para el cristianismo auténtico. Los que rechazan algunas de las doctrinas cardinales de la fe, adoran a un Cristo que no es el Cristo de las Escrituras.
¿Cómo son los fundamentos de la fe personificados en Cristo?
Con respecto a la inspiración y la autoridad de las Escrituras, Él es el Verbo encarnado (Juan 1:1, 14). El confirmó la autoridad absoluta de la Palabra escrita (Mateo 5:18). Cristo mismo estableció la sola Scriptura como una doctrina fundamental cuando les echó en cara a los fariseos el anular la Escritura con sus propias tradiciones: “Con razón profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: ‘Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mí. En vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres’”. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres... Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición” (Marcos 7:6-9). Nuestro Señor tenía mucho que decir acerca de la autoridad e infalibilidad de la Palabra de Dios.
En la doctrina de la justificación por la fe, la propia justicia perfecta de Cristo es imputada al creyente, esto hace la diferencia fundamental entre la verdadera justificación bíblica y la corrupta doctrina del catolicismo romano y las sectas. Eso es lo que Pablo quería decir cuando escribió: “porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree” (Romanos 10:4). También es por eso que Pablo escribió que Cristo nos ha sido hecho justicia (1 Cor. 1:30), y es por eso que Jeremías lo llamó “El Señor nuestra justicia” (Jeremías 23:6). El mismo Señor, Jesucristo, es nuestra justicia (Jeremías 33:16). Esa es la esencia misma de la justificación por la fe sola, sola fide.
Por supuesto, todas las doctrinas fundamentales relacionadas con la encarnación, el nacimiento virginal de Cristo, su divinidad, su humanidad, y su ausencia de pecado-son parte de lo que Él es. Negar cualquiera de esas doctrinas es atacar a Cristo mismo.
Las doctrinas esenciales relacionadas con Su obra, Su muerte expiatoria, Su resurrección, y la realidad de sus milagros-son la base misma del Evangelio (cf. 1 Cor. 15:1-4; Heb. 2:3-4). Rechácelas y usted anulara el corazón del mensaje cristiano.
Los fundamentos de la fe están cercanamente identificados con Cristo, que el apóstol Juan utiliza la expresión “la enseñanza de Cristo” como una especie de taquigrafía para el conjunto de doctrinas que consideraba fundamentales. Para él, estas doctrinas que representan la diferencia entre el verdadero cristianismo y la religión falsa.
Por eso, escribió, “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo” (2 Juan 9). Lejos de fomentar la unión con los que niegan las verdades fundamentales de la fe, Juan prohibía cualquier forma de comunión espiritual con o fomentando alguna religión falsa (vv. 10-11).
Aquí están algunas reflexiones para el hilo de comentarios. Las doctrinas fundamentales incluyen todo lo esencial para la fe salvadora, toda doctrina que estamos prohibidos negar, y todo lo que se resume en la persona y la obra de Jesucristo. ¡Eso es mucho en conocimiento!
¿Cómo se diferencia de aquellos que quieren reducir gradualmente las doctrinas fundamentales del cristianismo hasta el Trinitarianismo, o al Credo de los Apóstoles? ¿Que es lo que está en la raíz de ese enfoque minimalista a la cuestión de los fundamentos cristianos?
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