miércoles, abril 21, 2010

¿Cuál es la Importancia de la Formación en el Seminario?

Pulpit Magazine Marzo 3, 2010

P: ¿Cuál es la importancia de la formación en el seminario?

John MacArthur:

Un hombre respecto a su vida deseando tener impacto en el ministerio, necesita preguntarse lo siguiente: “Como ministro del evangelio, ¿Qué es lo que me va a llevar al más alto nivel de excelencia y eficacia? Como obrero que no desea ser avergonzado, ¿cómo puedo estar mejor preparado para enseñar las Escrituras?” La respuesta es adquirir el mejor y más alto nivel de entrenamiento que usted pueda. Eso es lo que hace tan valioso el seminario.

El objetivo principal del seminario es formar a los hombres para manejar la Palabra de Dios con pasión y precisión. La iglesia de hoy-y en cualquier época –necesita  de hombres que están comprometidos a predicar la Palabra, a tiempo fuera de tiempo. Si los pastores van a ser fieles a su vocación, deben enseñar fielmente Su palabra a Su pueblo a través del poder de Su Espíritu y para Su gloria. Un hombre entrenado en un seminario que está comprometido con estas convicciones será un ministro eficaz del Evangelio.

Al Mohler:

No hay ningún misterio en el valor de la formación del seminario. La educación del Seminario no es un sustituto para un llamado al ministerio, ni es más importante que el carácter y la convicción. El hombre de Dios no se hace por la educación teológica, y han existido predicadores extraordinariamente fieles y poderosos que carecían de una educación teológica formal. Por otra parte, es difícil imaginar cómo un hombre puede estar satisfecho con menos educación teológica y bíblica de la que le está disponible. En otras palabras, el seminario no es la respuesta a cada necesidad para la educación teológica, pero donde este disponible una fiel educación en el seminario, la cuestión claramente desplaza a esto: ¿Por qué no habría de seguir un programa más intensivo y fiel de preparación para que pueda con fidelidad y precisión enseñar la Palabra de Dios? Charles Spurgeon nunca asistió al seminario, pero creció en los clásicos puritanos y obras serias de teología bíblica y sistemática desde el momento en que fue capaz de leer. En su caso, la excepción confirma la regla, porque uno de sus principales preocupaciones en el ministerio fue la creación de una Escuela de pastores que educara a los hombres a hacer lo que el hizo tan fielmente semana tras semana, la predicación y la enseñanza de la Biblia al pueblo de Dios. Mi consejo a un pastor que no está capacitado en seminario es obtener el mayor nivel de educación teológica y bíblica, que le esté disponible en su contexto de vida y ministerio. Afortunadamente, aquí es donde la revolución tecnológica nos ha dado algunas nuevas ventajas y oportunidades. En realidad, no hay nadie que esté fuera del alcance de la educación teológica verdaderamente fiel, ya sea por Internet, el estudio por correspondencia, o de otros medios.

Steve Lawson:

La importancia de la formación en el seminario apenas puede exagerarse. Es a través de tal estudio concentrado de la Palabra de Dios que los hombres están capacitados para la predicación y el ministerio de enseñanza a la que son llamados. El estudio de los idiomas originales, teología sistemática, teología bíblica, historia de la iglesia, exégesis bíblica, exposición bíblica, predicación, consejería, y otras áreas son indispensables para cualquier hombre en el ministerio. Estas disciplinas académicas son necesarias para una vida de ministerio exitoso. Ciertamente, la historia revela ministros extraordinarios que eran autodidactas, y que nunca tuvieron  capacitación formal en un seminario, como Charles Haddon Spurgeon. Pero esos hombres fueron una excepción a la norma. Sin una educación formal, sería necesario el genio de Spurgeon, a fin de ser autodidacta, un don que pocos tienen. Para ser precisos, para las masas, la mejor manera de estar mejor equipados para el ministerio es mediante una sólida formación en un seminario con doctrina sana.

Rick Holland:

Esta es una pregunta difícil. Dandose la oportunidad animaría a cualquier hombre a ir al seminario. No es una exageración decir que mis años en el seminario fueron los años más importantes de mi vida. Nada duplica la profundidad y la intensidad del estudio en el seminario. No estoy seguro de que el griego, el hebreo, la teología y la exégesis se puede aprender mejor que dedicar tres o cuatro años de su vida a ellos. Dicho esto, la historia de la iglesia es un testimonio vivo del hecho de que el seminario no es un requisito para un ministerio de éxito. Cualquier estudio de la historia de la iglesia identificaría a los hombres, de gran éxito en el ministerio, quienes nunca tuvieron una educación teológica formal.

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