Sesión 5 – Albert Mohler – Shepherds’ Conference
Viernes 6 de Marzo, 2009.
Ayer el Dr. Moler nos dirigió a un examen maravilloso de la autoridad de la predicación desde el Sermón del Monte, enfocándose específicamente en Mateo 7:28-29, donde las multitudes se sombraron por la predicación de Jesús debido a que tenía autoridad (y por tanto un contraste enorme con la enseñanza de los escribas) Nos exhortó a que enseñarnos la Palabra de Dios con autoridad, y a evitar las tendencias liberales de nuestra era posmoderna. Este es u extracto obtenido de este blog.
La predicación es central para la iglesia y el evangelio. La predicación es el medio por el cual Dios invita a las personas a entrar a Su reino y al carácter de Su Hijo. Por la predicación de la Palabra de Dios preparamos a las personas para la eternidad.
Las iglesias son medidas por la predicación. Donde no hay predicación, no hay iglesia.
Él no guarda silencio. Y él ha llamado a los hombres a no guardar silencio sino a predicar. La esencia de la predicación es leer y explicar la Palabra de Dios y confiar en Dios para que cumpla con su propósito en esa predicación. Nadie está capacitado para estar en el púlpito y hacer este trabajo.
Incluso como nuestra salvación es por la gracia de Dios solamente, así también lo es el predicador.
Leemos el texto.
Explicamos el texto.
Y luego lo repetimos.
Al ver a los púlpitos alrededor del mundo, algo falta – autoridad. Hay una tentativa acerca de tanta proclamación. Una vacilación y un gatillo que no ha sido apretado. Un punto que no se hace.
Mateo 7:28-29 – la única cosa que esta faltando es la más necesaria. Algunas personas piensan que lo que falta es algo bueno.
Él encontró un libro recientemente – Preaching in the Round (Predicación en su Totalidad) – la esencia de la predicación es plantear las preguntas en lugar de contestarlas. En muchos púlpitos, no nos atrevemos a predicar con autoridad porque muchos simplemente no la aceptarán.
Las masas se asombraron de las palabras de Cristo porque él habló con autoridad y no como los Escribas. La única cosa que las masas escucharon en el Sermón del Monte que nunca antes habían escuchado fue la autoridad.
Cuando Jesús dijo, oísteis que fue dicho…pero Yo os digo, El no diluye la fuerza de la Escritura, El la intensifica. Jesús trastorna el mundo de aquellos que oyen y leen este sermón. La multitud estaba asombrada.
Comprenderemos algo de la autoridad de Jesús cuando comprendemos la falta de autoridad de los escribas. Trabajaron mediante un proceso de citación – explicando el texto mostrando una forma alrededor del texto a fin de disminuir su significado citando estudiosos diversos y a interpretaciones de otros rabíes.
Ellos podrían tomar la Biblia y su significado normal estaría perdido en todas sus miles de palabras. Cuando las masas escucharon a Jesús, inmediatamente comprendieron lo que no recibieron de los escribas. También tenemos nuestras máquinas de hilar de elasticidad. Las personas que no son dogmáticas acerca del texto.
Aquellos que se están muriendo y lo saben están buscando la Palabra verdadero de la vida.
La congregación tiene una mejor idea de lo que usted sabe está pasando. ¡No se despoje del estudio hasta que usted conozca lo que significa el texto – usted no tiene nada que decir hasta que usted conozca lo qué ese texto quiere decir!
¿Qué es lo que esta en peligro aquí? La autoridad de la palabra está arraigada en el autor de la palabra – el predicador anti-autoritativo es uno que ha negado al autor de esa Palabra.
Busque las otras referencias de los evangelios de la predicación de Jesús sobre la autoridad – e.g., Marc. 6:2. Cuando usted enseña y predica la Palabra de Dios, la pregunta natural debería ser, “¿De dónde obtiene él esto?” La única respuesta que glorifica a Dios es: “De la Palabra de Dios”. No dijeron de Jesús: “Sus sermones son tan religiosos”. Sus sermones fueron vida y muerte.
Cuando Jesús enseñó, El enseñó como alguien que tenía autoridad inherente, como Uno que había recibido la autoridad del Padre – cuando él habló, él habló como Dios. Sólo El puede definir la Palabra escrita. Él habló las mismas Palabras de Dios. No es extraño que las multitudes le escucharan como Uno que tenía autoridad.
¿Cómo funcionó esto en el ministerio de Jesús? Cf. Mt. 7:24, 26 – cualquiera que me oye estas palabras…
Aquí Jesús dirige la atención en particular hacia Su autoridad – cualquiera que me oye estas palabras. Jesús y Jesús solamente podrían decir esto. Jesús puede decir eso, pero ninguno de nosotros lo puede hacer.
La autoridad del predicador es una clase diferente de autoridad, pero es una autoridad muy verdadera. A nosotros nos es dada la Palabra para predicar – nos ha sido confiada a nosotros. Nosotros decimos “escuche y viva…” pero éstas son las palabras de Dios y no nuestras palabras.
Lo única cosa que esta faltando en la mayoría de los púlpitos es la más importante – la Palabra de Dios. Ésta es vida y muerte. Es pan para aquellos que están hambrientos.
Nuestra autoridad es una autoridad comisionada. Dios equipa a aquellos que son incompetentes, a fin de que El reciba la gloria y no nosotros. No tenemos autoridad inherente – se no es asignada a nosotros que somos vasijas de barro que son escogidas por nuestra mundanalidad. Es un llamado, pero es un llamado de gracia. Y tendremos éxito por la gracia de Dios y seremos efectivos para la gloria de Dios, o chocaremos y nos quemaremos y tomaremos muchos con nosotros. Es tan importante.
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