jueves, marzo 28, 2013

¿Por Qué Seguir a Jesús?

clip_image002¿Por Qué Seguir a Jesús?

Por Jonathan Dodson

En la cultura de hoy en día, somos más pragmáticos que reflexivos. Obsesionado con el conocimiento de lo que funciona y cómo funciona, nos esforzamos por repetir la fórmula. Estamos menos preocupados en el ‘por qué’ por ‘el como.’ El discipulado no es una excepción. Muchos han negociado en los por qué de la forma, la motivación para la mejor práctica. Esto es desconcertante. La razón de esto es que la práctica nos puede llevar más lejos. Cuando llega la penuria, la práctica necesita motivación para continuar.

¿Qué te motiva a seguir a Jesús? Si esta pregunta no es una que continuamente reflexionas y contestas, se alejará de Jesús y mas que acercarse a El.

El Discípulo Pragmático

Dado nuestra cultura pragmática, el mantra moderno del discipulado es “hacer discípulos que hagan discípulos.” Este mantra es pragmático y reproductivo. ¿Es la reproducción pragmática la principal preocupación de Jesús? Cuando El vino proclamando el evangelio del reino, ¿dio El un mensaje inspirador y luego paso a tres puntos de acción sobre el modo de hacer discípulos? Por cierto, El modeló, instruyó y envió (Lucas 9-10). El reino de Dios está integrado con un reproductor de ADN (que se refleja en algunas de las parábolas agrícolas de Jesús). Pero el reino de Dios es también lento y profundo. Se extiende a través de periodos de vida difíciles y en las profundidades del corazón humano. El reinado de Cristo penetra en nuestro ADN, continuamente motivándonos.

En lugar de centrar Su formación en el cómo, Jesús implacablemente llegó a los por qué. Es por esto que muchos de sus dichos son desconcertantes. Como un maestro de maestros, provocó la reflexión, no sólo la acción:

Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. "(Lucas 9:57-58)

Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios. (vv. 61-62)

Jesús nos obliga a reflexionar sobre nuestros motivos para seguirlo. Si vivimos para la comodidad y facilidad, no vamos a renunciar a nuestras camas, dinero y entretenimiento para seguirle. Si la comunidad idílica es lo que motiva nuestras decisiones, no vamos a renunciar a los amigos cercanos y familiares. Jesús es claro. Si queremos ser sus discípulos, debemos estar motivados por algo más grande que la comodidad y la comunidad. Su reino debe motivarnos, y el reino viene con un costo.

Los verdaderos discípulos tendrán en cuenta el costo y lo abrazaran una y otra vez. Ellos sufrirán debido a que, en la búsqueda del reino, han encontrado un rey digno de su sacrificio. La búsqueda de los por qué de su existencia, descubren una perla de gran precio. Los discípulos motivados por el pragmatismo pueden considerar el costo y abrazar la causa de hacer discípulos que hagan discípulos, pero a la hora de la verdad, se alejarán de Jesús, no se acercaran mas a El. Necesitamos algo más que el cómo del cumplimiento de la Gran Comisión para llevarnos por la adversidad de buscar primero el reino de Dios.

El Discípulo de Jesús

Cuando Jesús dio su comisión en la cima de la montaña, Él la cargó con la motivación del reino. El hilo conductor de hacer discípulos es precedido por la imagen de un rey resucitado, radiante, ondeando con poder y autoridad en el cielo y en la tierra (Dan. 7:9-14;. Matt 28:17). Él es lo suficientemente fuerte como para deponer a las naciones y gloria suficientes para convocar a su adoración. Somos enviados bajo esta tutela. No somos enviados con la autoridad de nuestra propia experiencia, sino en la autoridad de Su señorío. Nuestra historia no es suficiente para “hacer un discípulo,” sino que es Su historia. ¿Por qué ir? Para bautizar en Su nombre, no el nuestro. Hacer discípulos de todas las naciones no es una causa personal, sino que es el orden del día de redención de Dios mismo. Nuestra motivación, entonces, surge de estar sumergido en la gracia de Dios, no por hacer que otros se alineen con nuestra forma de hacer las cosas.

¿Cómo podemos seguir haciendo discípulos al vadear en cuello profundo en el pecado? Tenemos que recordar que el éxito de nuestra misión requiere no sólo la autoridad del rey, sino también la misericordia del Mesías. Él es el Discípulo que tiene éxito donde fallamos, en perfecta obediencia a Dios. Extendemos la misericordia desde Sus misericordias que son nuevas cada día.

Pero ¿y si el campo misionero es demasiado duro? He aquí, Él está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Nosotros no sólo dependemos de la obediencia pasada del Discípulo fiel, sino también de la presencia actual del Señor resucitado. Hacemos discípulos en la autoridad de Jesús, sumergido en la gracia de Jesús, que permanece en la misericordia de Jesús, con la promesa para siempre de la presencia del Rey Jesús. Los discípulos deben recuperar una motivación singular para soportar todo el costo de la suficiencia infinita y el esplendor de nuestro Señor.

¿Por qué seguir a Jesús? Debido a lo que Él es. Si tenemos a Jesús, tenemos más que suficiente para hacer discípulos.

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