viernes, noviembre 09, 2012

Cortando en Línea Recta

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Por Rich Gregory

2 Timoteo 2:15

En algún lugar debajo de ese fragmento de roca desgarrada por la guerra, un minero escuchó los primeros sonidos amortiguados de una piqueta sonando hacia él. Una sonrisa que había dibujado en su rostro cuando paró de trabajar para escuchar, sabiendo que los pies apenas le separaban de su compañero. A medida que los ruidos aumentaron en volumen durante las horas sucesivas - tal vez días - que siguieron, no habría habido una mayor satisfacción al saber que había sido un éxito. Por encargo de su rey, estos hombres se dispusieron a hacer un túnel que podría salvar a su ciudad de una inminente asedio Asirio. En tiempos modernos, la misma hazaña de ingeniería que se conoce con el nombre de su patrón – el túnel de Ezequías. Mientras que la historia recuerda al rey, los nombres de los ingenieros quedaron en el olvido. El testimonio de su brillante trabajo se encuentra en la inscripción dejada atrás en su túnel. Sus palabras dan testimonio de que eran hombres que se enorgullecían en cortar recto su túnel: “En el día de la perforación los obreros se toparon uno al otro para encontrarse con el otro, piqueta contra piqueta. Y allí fluyó el agua...”

El relato bíblico de estos eventos registra que Ezequías “dirigió” las aguas a la ciudad (2 Crónicas 32:30). En el pasaje, el idioma original utiliza el palabra hebrea rvy, un término que significa nivelar o recto. Este mismo pasaje en la Septuaginta se traduce por el griego orqotomew, que significa lo mismo cortar en línea recta a lo largo de una línea. Es una palabra que lleva la fuerza de hacer algo con cuidado y precisión. Este es el sentido en mente en 2 Timoteo 2:15, donde el apóstol ordena a su protegido a “Procura con diligencia presentarte a Dios como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.” El consejo es cortar con cuidado, o correctamente dividir la palabra de la verdad.

Esa sola frase retransmite la tarea del expositor en suma gloriosa. Es una tarea que se asemeja mucho a la de los trabajadores de Ezequías. La tarea del exégeta es hacer un túnel profundamente en la Palabra de Dios, cuidadosamente cortar una línea recta a través de la roca para llegar al punto de contacto entre la verdad y la vida. En el proceso, él gana la habilidad de llevar no agua a una ciudad sedienta, sino las palabras de verdad a las almas sedientas. Este es un reto que requiere confianza en el poder de un Dios omnipotente. También se requiere una preparación espiritual y física.

Esta es una tarea sagrada que comienza con la preparación espiritual de un hombre, no sólo por al entregar un sermón en particular, sino también por su preparación misma de ese sermón. Él debe presentarse a “Dios aprobado.” Como este pasaje indica que él debe ser dokimos, probado y verdadero, hallado ser puro como el oro. Su vida debe reflejar su puesto como heraldo y embajador de la verdad de Dios. En la primera epístola de Pablo a Timoteo, la medida se eleva a grandes alturas por esta misma razón. Es a través de este hombre de carne y hueso que el poder espiritual de la Palabra de Dios fluye en los corazones del pueblo de Dios. No puede haber una vuelta, giro o grieta en su fibra espiritual. Así como los excavadores de Ezequías buscaron crear un túnel directamente en el corazón de la tierra, por lo que el corazón de este hombre también debía estar al mismo nivel si es que deseaba ser un instrumento eficaz de la verdad.

El impacto de este versículo no sólo se sintió en la preparación espiritual del hombre de Dios, sino también se siente en la preparación física de su mensaje. Al acercarse a la Palabra de Dios, el cuidado y la precisión deben ser sus compañeros más cercanos. El manejo exacto o “corte recto” es imprescindible. En su estudio, no puede haber lugar para la mano de obra de mala calidad. Pablo advirtió a Timoteo que el trabajo difícil y diligente se extendía ante él si iba a ser un obrero aprobado.

Un verdadero obrero está inminentemente familiarizado con el dolor de los músculos doloridos y la realidad de las manos sucias. Ese obrero nunca rehúye al dolor y al sudor que viene con tal esfuerzo. Él lo abraza como obra de su vida. El hombre aprobado para manejar las Escrituras con entusiasmo prevé poner sus manos en el texto, y mentalmente se ejercita mediante la utilización de las verdades de la Escritura.

El poder espiritual y preparación física del Espíritu Santo del predicador debe cortar un canal claro donde la Palabra de Cristo pueda fluir. Esta es una tarea para no tomarla a la ligera o con facilidad. Es una tarea que es seriamente mortal y maravillosamente gozosa dentro de la misma aplopejía. Es una tarea que deja una huella en la vida de quien lo realiza. Es la responsabilidad de este hombre ver la verdad entregada con la mayor claridad posible para el oyente. Este es el sagrado privilegio de ser un controlador de la Escritura. Como Thomas Carlyle lo dijo tan elocuentemente, “habiendo sido llamado a ser un predicador, ¿me rebajaría a ser un rey?”

En resumen, el título del expositor no sólo describe lo que el predicador tiene que hacer, describe quién es. Él es un hombre afectado por la palabra de Dios, que vive para entender la verdad de Dios, y la comprensión de la obligación impuesta sobre él por el llamado de Dios. Él es el conducto por el cual la palabra de verdad fluye en la vida de los oyentes. Por difícil que sea, su tarea es simplemente cortar en línea recta.

Es a estos hombres que han sido aprobados por Dios - estos cortes rectas – a quienes que esta columna está dedicada. Su propósito es contener exposiciones de expositores que motiven y animarlos a continuar en la labor de trazar bien la verdad para sus rebaños. Está destinado a ser un recordatorio a los pastores y pastores trabajando duro en el ministerio para tomar el tiempo necesario para hacer de la “palabra de verdad” de suma importancia en su semana y preeminente en su corazón. Ser un expositor es un campo donde las manos se ensucian en el estudio. Las espaldas llegan a estar adoloridas por la carga espiritual. Por último, es un lugar donde las rodillas deben doblarse ante la palabra del Dios todopoderoso. Esta es nuestra tarea, porque somos trabajadores que no avergonzados, y buscamos para cortar en línea recta.

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