¿Cómo Sería Una Nueva Reforma?
Dr. Steven J. Lawson
Me gustaría ver el inicio de una nueva reforma en nuestro día, y espero que a usted le gustaría también verlo y este orando por ello. Espero que esté asqueado con el entretenimiento de mal gusto que paso por la verdadera adoración de Dios en muchas de nuestras iglesias y, al igual que los santos del pasado, y este anhelando volver a las profundas verdades de la inerrante Palabra de Dios. Verdaderamente necesitamos una reforma. (Justo L. Gonzalez, The Story of Christianity; Peabody, MA: Prince Press, 1984).
- James Montgomery Boice
Para aquellos que amamos la iglesia, nuestro anhelo más profundo en este día es que Dios manifieste Su gloria en el desencadenamiento de una nueva Reforma entre Su pueblo. Nuestro más sincero deseo es que veamos a Dios conducir a otro movimiento que altere la historia para Su iglesia, uno que dramáticamente reforme y restaure a Su novia a un patrón bíblico. Seguramente si ustedes un verdadero creyente en Jesucristo, esta pasión se encuentra incrustada dentro de su alma.
Siendo esto, la pregunta que se debe hacer es esta: ¿Cómo sería esta nueva Reforma? Si Dos, mediante Su gracia, envía una nueva Reforma en este tiempo, ¿Cuáles serían sus características? ¿Cuáles sería sus marcas distintivas? ¿Cuáles serían las evidencias necesarias de una obra divina viniendo a Su pueblo? Esta son preguntas penetrantes que valen la pena abordar seriamente nuestra atención y responder cuidadosamente.
Mi argumento es este: Si ha de venir de nuevo una nueva Reforma de la mano de Dios, presentaría exactamente las mismas marcas como lo fue hace unos 500 años. Una nueva Reforma en el siglo veintiuno implicaría exactamente las mismas características como lo fue en la primera Reforma en el siglo dieciséis. Esencialmente, nada sería diferente. Sería simplemente un regreso a las sendas antiguas, aquellas sendas antiguas que son consagradas, de confianza y verdaderas. ¿Cuáles son las señales en el camino a estas sendas antiguas? Considere conmigo que serían como sigue:
PREDICACION EXPOSITIVA
En medio de la conmoción que sacudió la tierra de la Reforma, el siglo dieciséis testificó un regreso dramático a lo que había estado por mucho tiempo desaparecido: la predicación bíblica. Con el sumergir de los Reformadores, el poder del púlpito fue de pronto restaurado. La Sola Scriptura trajo la autoridad de la Palabra de Dios de regreso al púlpito.
La hora de llamada para tal regreso. Por mil años, la exposición de la Palabra había sido reemplazada con el vacío estéril de la religión muerta, el ritual estéril, la rutina sin sentido, las supersticiones papales, y el sacerdotalismo sacerdotal. El púlpito había sido descentralizado. El sermón, si usted lo podía llamar a así, se daba incluso en una lenguaje desconocido a la gente común. La Era Oscura no podía ser más oscura.
Pero con la reforma, un nuevo día amaneció. Repentinamente, la luz resplandeciente de la Escritura irrumpió en el horizonte. Una Biblia abierta retornó al púlpito, y la verdad fue nuevamente restaurada. Martín Lutero en Witttenberg Alemania, comenzó a predicar a través de todos los libros de la Biblia –el Evangelio de Juan, Romanos, Salmos, y por el estilo. Sus exposiciones fascinantes eran fieles al texto bíblico. Ulrich Zwingli en Zurich, Suiza, predicó secuencialmente y brillantemente a través del Evangelio de Mateo. Desde Ginebra vino la exposición extraordinaria de Juan Calvino, quien predicó consecutivamente a través de muchos libros completos en la Biblia.
El compromiso de Calvino a l púlpito bíblico es luminoso. El reformador de Ginebra predicó firmemente a través de libro por libro de la Biblia, sin vacilar en su enfoque a la predicación. Por casi 25 años de ministerio en la iglesia de San Pedro en Ginebra, el reformador predicó desde el Nuevo Testamento, a excepción de algunos sermones de los Salmos en los domingos por la tarde. Durante la semana Calvino predicó desde el Antiguo Testamento cada mañana, cada dos semanas. Po lo tanto, en la medida, el predicó 10 sermones cada dos semanas, cada uno incluyó una larga serie de libros. Por ejemplo, el predicó sobre Tesalonicenses (46 sermones), Corintios (186 sermones), epístolas pastorales (86 sermones). Entres emana, el predicó 159 sermones sobre Job, 200 sobre Deuteronomio, 353 sobre Isaías, 123 sobre Génesis, etc. El día de la Pascua, 1538, después de predicar, el dejó al púlpito de la San Pedro desterrado por el Procurador de la Ciudad. El regresó en Septiembre de 1541, tres años más tarde, y tomó su exposición en el siguiente versículo.
Si hemos de ver una nueva Reforma en nuestro día, veremos tal regreso a la predicación consecutiva bíblica a través de libros de la Escritura. Seremos testigos de un retorno al por mayor de la predicación expositiva que da atención a una correcta interpretación, a sana doctrina, precisión teológica, y a una búsqueda candente de aplicación.
GRACIA SOBERANA
En segundo lugar, si una nueva Reforma ha de venir en nuestro día, testificaríamos un regreso a una de las verdades que más exaltan a Dios en la Biblia: las doctrinas de la gracia soberana. Esto es ciertamente lo que sucedió hace casi 500 años atrás en la primera Reforma. Al regresar la iglesia a la predicación de la Biblia – sola Scriptura – inevitablemente regresó a las doctrinas centrales de la Palabra. Esto significó un regreso a la soberanía absoluta de Dios en la gracia salvadora de los pecadores perdidos y elegidos. El semi-Pelagianismo de la iglesia fue expuesto por lo que era, un mensaje de compromiso homocéntrico. En su lugar, la reforma proclamó las verdades Teocéntricas de la gracia soberana.
Martín Lutero escribió su obra magna, su obra más preciada, La Esclavitud de la Voluntad. Esta obra maestra teológica, tan inmersa en la Palabra de Dios fue un golpe devastador de La Libertad de la Voluntad de Erasmo. En su extraordinario volumen, Lutero doscumentó verda bíblica de que la voluntad caída del hombre está atada al pecado y no puede creer en Cristo hasta que es liberado por la gracia irresistible. Esta obra soberana la hace Dios en los corazones de todos Sus elegidos. Juan Calvino, Martin Lutero, Teodoro Beza, John Knox y prácticamente todos los Reformadores eran fuertes en la soberanía de Dios en la gracia salvadora.
¿Cómo sería una nueva Reforma en nuestro día? Sería similar al mismo volver a las mismas verdades centradas en Dios. Dios mismo sería restaurado como el Autor, Proveedor y Consumador de la salvación. Los púlpitos hoy estropeados por el pragmatismo teológico repentinamente estallarían en llamas con las grandes antiguas doctrinas bíblicas de la depravación radical, la elección eterna, la predestinación absoluta, la expiación definitiva, el llamado irresistible, la regeneración soberana, la gracia preservadora y la reprobación divina. Estas verdades triunfantes serían alistadas de nuevo puestas de vuelta en servicio activo. Los distintivos doctrinales de la gracia soberanía divina ya no serán más descuidadas, o, peor, muertas. En vez de esto, serían una vez más proclamadas con la autoridad guiada por Dios y el poder salvador de almas.
ADORACION TRASCENDENTE
En tercer lugar, la Reforma del siglo dieciséis trajo un cambio dramático en la adoración de la iglesia. Esto es lo que veríamos de nuevo en una nueva Reforma. El entretenimiento carnal que ha invadido la iglesia contemporánea, con todo su brillo superficial, serán reemplazado con adorar a Dios como El lo instruye en Su misma Palabra. Es importante para Dios como El es adorado. En el día del poder de Dios, la Escritura una vez más gobernó el servicio de adoración. Todas las cosas fueron reguladas por Su Palabra, incluso la adoración.
Previo a la reforma, la reunión pública de la iglesia se había desarrollado en un ritual vacío y rutina mecánica. El servicio de adoración se había convertido en algo que la gente simplemente observaba. Pero realmente no participaban en ella. A lo mucho, adoraban a Dios con sus labios, pero sus corazones estaban lejos de El. En esta hora oscura, la Palabra de Dios es amordazada. El servicio de adoración está muerto, sin verdad ni vida espiritual. A la gente se le negó la comunión. El Sacradotalismo reinó. Pero el sumergir de la Reforma cambió todo eso.
Con la recuperación de la Escritura y la gracia soberana se llegó a un retorno a la adoración bíblica en espíritu y en verdad. El púlpito fue trasladado de nuevo al centro del santuario, literalmente, una indicación de la centralidad restaurada de la Palabra. Una Biblia abierta fue colocada sobre el púlpito, y expuesta a la gente para comprenderla y asimilarla en su vidas. Himnos tales como “Una Poderosa Fortaleza” fueron escritos y cantados congregacionalmente. Había vida en el servicio de adoración de nuevo. Una pasión por Dios llenó los corazones de la gente otra vez, reemplazando la superficialidad, la culpa y el temor.
Este mismo cambio ocurriría hoy en una Nueva Reforma. La Palabra de Dios dominaría el servicio de adoración otra vez, todo para el deleite de los verdaderos adoradores. La voz autoritativa de Dios sería escuchada en la iglesia de nuevo en la exposición de la Biblia. Himnos, salmos, y canticos espirituales se cantar=an fervientemente. La lectura de la Escritura regresaría al servicio. Así la oración pastoral, al ser conducido el pueblo de Dios hacia el trono de la gracia. El temor de Dios controlaría los corazones, así como el verdadero regocijo.
El entretenimiento sería reemplazado con la exposición. El drama cedería ante el drama de la redención. El teatro daría paso a la teología. Y las trivialidades serían reemplazadas con la seriedad. La iglesia ya no trataría de ser como el mundo en su adoración, sino que amularía la adoración del cielo. Esto sería una Reforma real.
(Continuará)
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