(Por Jonathan Rourke)
Tomado de Shepherds Fellowship Pulpit Magazine
El post de hoy proviene del capítulo de Jonathan sobre "la Fe, la Fidelidad, y la Libre Empresa" de nuestro libro nuevo Right Thinking in a World Gone Wrong. Para visitar el sitio Web de la editora, haga click.
¿Cómo podemos nosotros, como creyentes, adorar a Dios con nuestros recursos financieros a la vez rechazar las tentaciones que conducen a la idolatría y a la codicia? La respuesta es encontrada en dar para el Señor y Sus propósitos. Cuando damos nuestro dinero a la obra del evangelio, no sólo demostramos nuestro amor sincero hacia Dios (2 Cor. 9:7), también almacenamos para nosotros tesoros en el cielo. (Mat. 6:16-24).
Dar al Señor ayuda a los cristianos a superar la tentación de acaparar sus riquezas (Mat. 6:19-21). Aquellos que tienen éxito en la adquisición de riquezas financieras ceden de inmediato a la tentación para almacenarla codiciosamente. Dar es contrarrestar esta tentación al considerar las necesidades de otros, en vez de ser consumido por la complacencia por uno mismo. Además, almacenar riqueza es un negocio riesgoso, puesto que las riquezas terrenales se dirigen a desaparecer. Ofrendar, entonces, es también una manera de invertir dinero en cosas eternas, acaudalando un tesoro en cielo que nunca puede perderse. Por consiguiente reposiciona el corazón de enfocarse a las cosas de esta tierra hacia las cosas de Dios.
En segundo lugar, dar al Señor ayuda a los cristianos a superar la tentación de olvidarse de El (Mat. 6:22-24). En Proverbios 30:9 el escritor le pide a Dios que le proteja de tanto las pruebas que asisten a la pobreza extrema y la comodidad engañosa que viene de la riqueza. El peligro en esta última es que él olvidará a Dios y se convertirá demasiado dependiente en sí mismo y de su dinero. En Mateo 6, Jesús nos recuerda que el discernimiento debe ser claro y con una mirada correcta. Si el discernimiento espiritual funciona correctamente, entonces dirigirá al creyente por el camino justo con respecto al dinero. Le hará siempre ver a Dios como el proveedor de la riqueza y el único que debe ser honrado por eso. Puesto que nadie puede servir a Dios y al dinero, el acto de dar dinero regularmente al Señor demuestra quién es nuestro verdadero Amo.
En tercer lugar, dar al Señor ayuda a los cristianos a superar la tentación de estar ser ansiosos, recordándoles que Dios está en control y que Su Reino es su prioridad más alta (Mat. 6:25-34). "Por nada estéis afanosos," decía Pablo a los filipenses, "sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús" (Fil. 4:6-7). Simplemente algunos versículos más tarde, él explicaría que él había aprendido a estar contento no importando qué circunstancias financieras se encontrara (vv. 10-13). A menudo, la ansiedad financiera proviene de intentar vivir más allá de nuestros medios. El que da aprende a estar contento y agradecido cualquiera haya sido el estilo de vida que Dios le haya provisto, aun si es uno modesto (1 Tim. 6:7; Heb. 13:5). Salomón ofrece un número de contrastes vívidos a todo lo largo del libro de Proverbios (Prov. 15:16-17; 16:8, 19; 17:1; 19:1; 28:6), dando a conocer al lector que la pobreza financiera - estando acompañado por el temor a Dios, el amor, la justicia, la humildad, la tranquilidad, y la integridad - es mucho mejor que la riqueza económica acompañada por agitación, odio, injusticia, orgullo, contienda, perversión, y un espíritu deshonesto.
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