martes, julio 24, 2012

Limpie Su Conciencia, 2ª. Parte

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Por John MacArthur

Una conciencia funcionando es una que está libre de la carga del pecado descontrolado y culpa sin tratar. No está lastrada por impureza o es embotada por negligencia. En una palabra, está limpia.

Pero, ¿cómo podemos mantener nuestra conciencia limpia? ¿Cómo podemos responder adecuadamente a sentimientos de culpa en una forma que mantenga nuestras conciencias suaves, afiladas, y fuertes? Aquí hay algunos principios sencillos y prácticos para tener en cuenta.

Confesar y abandonar el pecado conocido. Examine sus sentimientos de culpa a la luz de la Escritura. Hacer frente al pecado, que la Palabra de Dios revela. Proverbios 28:13 dice: “El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y los abandona hallará misericordia.” Primera de Juan 1 habla de la confesión del pecado como una característica permanente de la vida cristiana: “Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad.”(v. 9).

Desde luego, debemos confesar a aquellos a quienes hemos hecho mal: “Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho.” (Santiago 5:16). Pero, sobre todo, debemos confesar a Aquel a quien el pecado ofende más. Como David escribió: “Te manifesté mi pecado, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones al SEÑOR; y tú perdonaste la culpa de mi pecado.” (Salmo 32:5).

Pedir perdón y reconciliarse con aquel a quien haya ofendido. Jesús nos enseñó: “Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” (Mateo 5:23-24). "Porque si perdonáis a los hombres sus transgresiones, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras transgresiones.” (Mateo 6:14-15).

Hacer restitución. Dios dijo a Moisés: “Habla a los hijos de Israel: "El hombre o la mujer que cometa cualquiera de los pecados de la humanidad, actuando pérfidamente contra el SEÑOR, esa persona es culpable; entonces confesará los pecados que ha cometido, y hará completa restitución por el daño causado, añadirá un quinto y lo dará al que él perjudicó.”(Números 5:6-7). El principio detrás de esta ley es obligatorio para los creyentes que viven en la era del Nuevo Testamento, también (ver Filemón 19; Lucas 19:8).

Eduque a su conciencia. Como hemos comentado anteriormente, una conciencia débil, y fácilmente afligida resulta de una falta de conocimiento espiritual (1 Corintios 8:7). Si su conciencia es herida demasiado fácil, no la violes, hacerlo sería pecado (v. 12). En vez de esto, sumérjala en la Palabra de Dios para que pueda empezar a funcionar con información fiable.

No tolere una conciencia afligida. Pablo dijo que él hizo todo lo posible “para mantener siempre una conciencia sin remordimiento delante de Dios y delante de los hombres” (Hechos 24:16). Algunas personas dejan de lidiar con su sentimiento de culpa, pensando que su conciencia se limpia a sí misma con en el tiempo. No lo hará. La dilación permite que los sentimientos de culpa se propaguen. A su vez, genera depresión, ansiedad y otros problemas emocionales.

Los sentimientos de culpa pueden persistir mucho después de que el delito se haya olvidado, a menudo se extiende a otras áreas de nuestras vidas. Esa es una razón de porque la gente a menudo se siente culpable y no está segura de por qué. Tal sentimiento de culpa confusa puede ser un síntoma de que algo está terriblemente mal espiritualmente. Pablo pudo haberlo tenido en mente cuando escribió: “…para los corrompidos e incrédulos nada es puro, sino que tanto su mente como su conciencia están corrompidas." (Tito 1:15).

Lidiar de inmediato con una conciencia herida por la oración escudriñando el corazón delante de Dios es la única manera de mantenerla clara y sensible. La postergación de lidiar con la culpa, inevitablemente, agrava los problemas.

El pecado persistente, y sin resolverse es un cáncer para el creyente. Paraliza su crecimiento espiritual y sofoca su utilidad. Una vez que su conciencia ha identificado el pecado en su vida, es necesario actuar con rapidez para tratar con él bíblicamente y en profundidad. Ahí es donde vamos a retomarlo la próxima vez.

(Adaptado de The Vanishing Conscience .)


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