viernes, febrero 17, 2012

El Ministerio Cristiano y la Conformidad con el Mundo

clip_image001El Ministerio Cristiano y la Conformidad con el Mundo

por Mike Riccardi

Si alguien preguntara a un evangélico si hubo algún anglicano en particular del siglo 19 que admire, me atrevería a decir que el nombre que el más fácil que daría sería JC Ryle. Y eso no es del todo sin causa. La obra de Ryle sobre la vida cristiana y el discipulado ha representado un notable servicio a la Iglesia de Cristo.

Pero otro anglicano del siglo 19 que me gustaría fuese de un nombre muy conocido en el cristianismo evangélico es Charles Bridges. Mi relación con Bridges se obtiene principalmente en la forma de su obra clásica, El Ministerio Cristiano. Se trata de un manual maravilloso del ministerio pastoral que yo recomendaría de todo corazón a cualquier persona interesada en apacentar la grey de Cristo.

Especialmente útil fue una sección que escribió sobre “La Conformidad al Mundo” y su relación con el ministerio cristiano. No es ningún secreto que muchos pastores famosos en el evangelicalismo contemporáneo –y, por desgracia, muchos de los pastores no-famosos a los que están influyendo– emplean la conformidad con el mundo como el modus operandi de sus ministerios. Con una interpretación superficial, y bastante torcida de 1 Corintios 9:19-23, estos hombres abrazan –con sus acciones, si no con su confesión– la filosofía del ministerio de que los cristianos debemos ser como el mundo para ganar el mundo.

Y lo interesante es, ese tipo de súper-cool, de moda, y filosofía de ministerio innovador es de cientos e incluso miles de años de antigüedad. El comentario de Bridges sobre el tema demuestra que este ministerio de vanguardia y de nueva especie del siglo 21 estaba vivo y haciendo un daño aún en el siglo 19 en Inglaterra. Os animo a leer sus comentarios poco a poco, y la sabiduría que se obtenga de ellos es muy rentable para aquellos que tienen oídos para oír.

La Iglesia Distinta del Mundo

La importancia de estudiar la urbanidad de la conducta en nuestras relaciones con el mundo, a veces como excusa para evitar la ofensa directa de la cruz. Pero recordemos que Dios nunca honra un espíritu de compromiso. El carácter de nuestra profesión con el mundo no puede ser meramente negativa. Debe estar marcado por una exhibición inteligente, tierna pero firme, de la amplia línea de demarcación, que, bajo las circunstancias más favorables de adaptación mutua, aún separa el mundo y la iglesia de la verdadera comunión uno con el otro. – 116

Esa “amplia línea de demarcación” que separa la iglesia del mundo se vuelve más y más estrecha y sólo empañada por los gurús del ministerio que re-imaginan la iglesia como un lugar donde uno “pertenece antes de que él crea.” Un ministerio que Dios honra mantiene la distinción bíblica entre el mundo y la iglesia la cual es llamada a salir del mundo.

El Siervo No Es Más Que su Maestro

El haber unido el mundo por los logros de adventicias a nosotros mismos, mientras que el Maestro, a quien profesamos venerar, está todavía con ellos como Salvador “Despreciado y desechado,” pensando, reflexionando sobre los principios de la Escritura, es una cuestión de mucha mayor alarma que la auto-complacencia. Si no podían soportar el atractivo conciliador del hijo de Dios, aun cuando ellos mismos se dedicaran al servicio a un costo infinito para sí mismo –si pudieran contar con el gran Apóstol– (dotado de una porción tan grande de la belleza de conducta de su Maestro) – “mientras la suciedad de la tierra, y el desecho de todas las cosas,” sólo pueden buscar a nuestra sociedad sobre la percepción, que nos acercamos a su propio estándar en lugar de estos modelos celestiales. – 117

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Esto es simplemente un punto destacado. Aquellos cristianos que tratan de hacer de Cristo y Su Iglesia más atractiva para los no creyentes, apelando a ellos en el estado natural de su perdición, tratando de atraerlos por medios carnales y superficiales, implícitamente, se consideran a sí mismos y sus metodologías como más gloriosas que el mismo Cristo. Si los incrédulos odian a Jesús tal como Él es presentado en las Escrituras, y si se consideran a los Apóstoles tan tontos por su mensaje, pero les agradamos, puede ser porque somos más como ellos que, como nuestro Salvador.

El Alto Llamado al Ministerio

Lamentablemente, son los pastores los primeros en adaptarse a los gustos de este mundo en un esfuerzo por ganar la admiración de los incrédulos. El resultado ha sido reducir el nivel del “carácter ministerial”, como dice Bridges, hasta el mínimo común denominador:

Su influencia temporal y poco eficiente por lo tanto, se ha querido comprar, mediante una disminución del tono del carácter ministerial, por un rendimiento conforme a los gustos, hábitos y conversación del mundo, y por una sanción virtual de una norma de conducta errónea. ¿Habrían descendido los sumos sacerdotes de Levíticos de su elevación sagrada de trato inmediato con Dios, para tomar parte en las frivolidades de lo mundano, incluso decoroso? ¿Y por qué nosotros, bajo una dispensación más espiritual, somos menos independientes, o reducimos nuestro estándar celestial? – 118

Jesús, el Instructor, no el Conformista

“Pero”, viene la objeción: “¿No fue Jesús un amigo de los pecadores? ¿Acaso no paso tiempo El con lo más bajo de lo bajo?” Bridges responde:

Se permite en efecto, que nuestro Divino Maestro, en ocasiones se asoció a los hombres decididamente adversos a su doctrina. Pero él no podía respirar un ambiente contaminado con seguridad perfecta, y por lo tanto, podría aventurarse, donde la prudencia común sería prohibir a estos seguir, cuyas constituciones están predispuestas al contagio. Además, su relación con el mundo era de manera uniforme la de un instructor, no de un conformista, y que logró sus designios importantes, no acomodando sus temas de conversación a su gusto... sino por el encadenamiento de su atención a “las palabras de gracia que, salían de su boca.” – 119 - 119

La Irrelevancia de los Buscadores de Relevancia

A pesar de la influencia que los conformistas buscan, su deseo por la relevancia y la estima a los ojos de los incrédulos les hace decididamente irrelevantes. Bridges comenta:

Tras el examen completo del tema, el escritor se ve obligado a expresar su convicción decidida que una parte muy importante de nuestra ineficiencia puede remontarse a la fuente de conformidad con el mundo. – 120

clip_image003. Cuando la iglesia deja de distinguirse del mundo, ya no tiene nada que ofrecer al mundo. Además de la promesa descubierta de perdón de los pecados en Cristo solamente, la iglesia no tiene nada que ofrecer a los incrédulos que no tengan ya y busquen en maneras más emocionantes y auto-gratificantes. Una luz que se ajusta a la oscuridad se hace por sí misma inútil. La sal que pierde su sabor es buena para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.

La Erosión de un Ejemplo Piadoso

El Nuevo Testamento llama a los líderes cristianos a ser ejemplar en su carácter y conducta. Tenemos que modelar la semejanza de Cristo a la grey, sobre todo en la forma de llevar a cabo nuestro ministerio. De hecho, no podemos hacer otra cosa al mismo tiempo de llamar a nuestra gente a una mayor santidad y devoción al Señor. Si no somos capaces de vivir de acuerdo a la norma de Cristo, nos debe sorprender al saber que nuestro pueblo también sea moralmente débil. Citando a William Cowper, Bridges hace este memorable punto:

La línea de Cowper –‘'¿Si los párrocos juguetean, por qué los laicos bailan? — Tiene al menos verdad tanto como ingenio en el mismo. Si vamos un paso más en el mundo, nuestro rebaño tendrá la autorización de dar dos, y el tercero todavía será más fácil, y la atracción más, hasta que por fin demuestra, ‘como un ave que se apresura al lazo, Y no sabe que es por su vida.’… Si él anda cerca del borde, los demás se va a caer al precipicio.” – 121

Antes de llegar lo más cerca posible a la línea como sea posible sin caerse, y permitamos prestar atención a la instrucción de Santiago, que la religión “pura y sin mácula delante de nuestro Dios y Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1:27). No nos dejemos conformar por más tiempo que el patrón de este mundo. El tiempo para esas cosas ya ha pasado. Que podamos ser verdaderamente una nueva generación de inconformistas.

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