¿Más Divorcio entre Creyentes?
Martes , Junio 02 2009
Tomado de Shepherds´ Fellowship Pulpit Magazine
(Por John MacArthur)
El artículo del hoy es un seguimiento a nuestro post previo sobre este tema. Aunque es de hace varios años, trata con una idea que es incluso ampliamente sostenida en algunos círculos - que la tasa de divorcio entre cristianos es la misma, si no es que más alta, que entre personas no cristianas.
¿Son los cristianos nacidos de nuevo más propensos a divorciarse de sus cónyuges que los incrédulos? Algunos estudios recientes dicen, “sí”. Según una amplia encuesta reportó que el 27% de los cristianos nacidos de nuevo se han divorciado, en contraste a un 24 % de aquellos que no han nacido de nuevo.
Pero para aquél que comprende el poder transformador de vidas del evangelio, estas conclusiones le hacen surgir una pregunta importante: “¿qué es, en la mente de estos encuestadores, lo que constituye a un cristiano nacido de nuevo?” Según la firma de investigación que transmitió esta encuesta, un cristiano nacido de nuevo es un individuo que: (1) afirma haber hecho un compromiso personal con Jesucristo que le es de importancia actualmente y (2) que cree que irá al cielo porque ha confesado sus pecados y ha aceptado a Jesucristo como su salvador.
Clasificar a un individuo como “nacido de nuevo” por su respuesta a dos preguntas simples, sin embargo, falla en reconocer una verdad solemne –no todo el que profesa vida eterna realmente posee vida eterna. Jesús Mismo dijo que muchos vendrían a él en el día de juicio, diciéndole: “Señor, Señor” esperando heredar la vida eterna, sólo para serles dicho que nunca le conocieron (Mat. 7:21-23). De hecho, la Escritura está llena de advertencias para aquellos que confiesan a Cristo con sus bocas pero no posen una fe genuina y salvadora (e.g., Marcos 7:6; Lucas 6:46; Tito 1:16; Santiago 2:14; 1 Juan 1:6; 2:4, 9; 4:20; Apoc. 3:1).
Entonces ¿qué hay acerca de los “cristianos nacidos de nuevo” en la encuesta de divorcio? ¿En que lugar quedan este grupo de individuos? Según una encuesta por la misma firma de investigación, el 15 % de los cristianos nacidos de nuevo, niegan la resurrección de Cristo; 28% creen que Jesús cometió pecados durante Su vida terrenal; 34% cree que si una persona es lo suficientemente buena puede ganar un lugar en el cielo; 26% cree que no tiene importancia cuál fe siga usted porque todos enseñan lo mismo; y 45% cree que Satanás es un símbolo del mal en vez de un ser real. En otras palabras, muchos de estos “cristianos nacidos de nuevo” no han nacido de nuevo en absoluto.
La falla al hacer esta distinción tiene ramificaciones severas, ya que atenta contra la capacidad de Dios para transformar vidas. Si los cristianos nacidos de nuevo en su conjunto no viven de manera diferente que sus homólogos no cristianos, ¿qué dice esto acerca del poder del evangelio? ¿Qué dice esto acerca de la salvación genuina y la capacidad de Dios para lograr santidad en Su pueblo? ¿Produce la conversión nada más que un boleto para ir al cielo?
Según la Escritura, el que es verdaderamente nacido de nuevo experimenta una transformación asombrosa. Al punto de la conversión, el creyente se convierte en una nueva creación y es puesto en libertad de su esclavitud al pecado. Él recibe una naturaleza nueva y por consiguiente camina en obediencia por medio del Espíritu al someterse a la voluntad de Dios. Esto no significa que sea imposible que un creyente solicite un divorcio no bíblico o peque en otras formas. Pero eso quiere decir que la diferencia entre los hijos de luz y los hijos de las tinieblas es vasta. El evangelio ciertamente cambia vidas, independientemente de lo que digan las encuestas.
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