La Voluntad de Dios, Perdida o Encontrada - Parte 2
Gary E. Gilley
En el práctico libro de Dave Swavely, Decisions Decisions escribe:
Muchos cristianos, que dirían que no creen en una revelación nueva, esencialmente buscan revelación nueva en su toma de decisiones. Pueden tener una teología de “cesacionismo” en su perspectiva de la revelación, pero en su práctica diaria contradicen esa teología intentando escuchar a Dios decir algo que no está en la Biblia. Y sugeriría que su teología es correcta, así es que le deberían permitir que esta forjara su vida práctica. Dios habla hoy, pero él habla a través de su Palabra.1
¿Pero no podemos contar con ambas alternativas? ¿No podemos tener la revelación completa de Dios en la Biblia y revelaciones extrabíblicas, que no se acerquen totalmente a la revelación y a la par? O. Palmer Robinson sugiere que:
¿Y por qué no ambos? ¿Por qué no la iluminación de la Escritura combinada con revelaciones nuevas del Espíritu? Simplemente porque si usted dice necesitar para ambos, usted ha dado a entender la insuficiencia de la misma. Usted se ha posicionado en la estructura del antiguo pacto, en un tiempo donde nuevas revelaciones se requerían debido a lo incompleto del antiguo. Pero Cristo es la última palabra.2
Por el otro lado de la cerca están aquellos que dicen que tal teología es un Deísmo práctico, despojándonos de un Dios personal que está obrando en nosotros individualmente. La Escritura, dirían, es incuestionablemente la Palabra inspirada de Dios – pero es la Palabra de Dios para todo el mundo igualmente. Cuando leo que el “Señor es mi pastor” o que Cristo murió por nuestros pecados, éstas son declaraciones verdaderas, pero son ciertas para cada creyente no sólo para mí. Preguntan ¿Qué le parece a usted si su esposa dijese que ella le ama pero ella ama igualmente a todos los que ella conoce? ¿Le haría eso sentirse especial o justo? Así los es Dios y nosotros. Él sostiene que ama al mundo y El ha hablado en general a todos (a través de la Biblia), pero también necesitamos palabras personales – las palabras solo para nosotros, para afirmar nuestra relación personal. Y la parte de esa palabra personal incluye la dirección. Si el Señor realmente me ama y El es infinitamente sabio, entonces necesito Sus instrucciones íntimas. No es suficiente, de nuevo, que él le haya dado instrucciones amplias, principios y la orientación a todo el mundo. Necesito algo más, algo solamente para mí, algo privado. Las Escrituras me dicen que Dios me guía en los caminos de rectitud – y eso es bueno. Pero necesito de Su dirección en asuntos más específicos como la selección de un trabajo, con que persona se casaré, qué casa he de comprar y docenas de otras preocupaciones. No necesito Su ayuda para escoger qué ropa he de llevar puesta o que ruta he debería tomar hacia la iglesia (aparentemente hay un umbral debajo del cual soy capaz de hacer mis propias elecciones), pero para las decisiones grandes de la vida necesito un mensaje personal.
Lo que estas personas están diciendo parece tener sentido pero ¿están en lo correcto? Parecería que un número de pasajes de la Escritura señalan que no lo son. Lo que si, como Garry Friesen dice, las impresiones no son autoritativas pero ¿son realmente son solo impresiones?3 ¿Qué si no son mensajes de Dios del todo?, es decir, los incrédulos tienen impresiones, ¿no es así? ¿Cuál es la fuente de sus impresiones? Veamos lo que la Biblia dice.
Pero ¿Qué Acerca de Aquellos Textos Bíblicos?
El salmo 19 nos enseña hay dos fuentes de revelación: de naturaleza (vv. 1-6) y de la Escritura (vv. 7-14). La “revelación general” de la naturaleza, hablando a rostro firme de la gloria de Dios, aun tiene serias limitaciones. Romanos 1:20 confirma que la naturaleza es capaz de revelar al género humano el poder eterno y la naturaleza divina de Dios; por consiguiente aun aquellos que no saben nada de Jesucristo están sin excusa cuando rechazan a Dios. Pero la revelación general es incapaz de exponer una multitud de cosas incluyendo a Jesucristo, la cruz, la gracia, la vida eterna, etc. Para cosas así necesitamos la “revelación específica” de la Escritura. Estas dos revelaciones generales y específicas, han sido reconocidas por el pueblo de Dios a todo lo largo de las épocas como los medios normales en los cuales Dios se comunica con nosotros. Ocasionalmente, el Señor se abre paso en otras formas, ya sea por ángeles, visiones, sueños y aun burros, pero éstas son excepciones raras como hemos explorado en artículos previos. Pero estos han estado agregados en otra forma de comunicación, uno que no es encontrada en la Palabra – eso de la voz interna de Dios en una forma u otra. Mientras que ya hemos encontrado que esta voz interior está ausente en la Escritura (la “voz aun pequeña” que Elías escuchó en 1 Reyes 19:12-13 a menudo es presentada como evidencia de la voz interior de Dios, pero aun una mirada rápida al pasaje demuestra que ésta fue una voz “externa” literal, no una impresión interna), aun hay un número de textos que parecerían señalar que Dios guía en esta época del Nuevo Testamento aparte de la Escritura. Es decir, para ser claro, Dios parece en estos pasajes comunicar instrucciones específicas acerca de nuestras vidas individuales a través de fuentes extrabíblicas, la mayoría a través de las circunstancias, impresiones y consejo divino. Que en la toma de decisiones debería ser sabio el cristiano en poner atención cuidadosa a estos asuntos no está en debate. La pregunta es si Dios realmente comunica Su voluntad autoritativa particular a un individuo en particular a través de esta manera en particular. Creo que la respuesta es un claro “no”.
Pero ¿qué acerca de los textos que parecen implicar que Dios tiene una voluntad específica y que El nos guiará en ella si encontramos ciertas condiciones? Estos textos bíblicos incluyen: Proverbios 3:5, 6; Colosenses 1:9-10; 3:15; Filipenses 4:6, 7; Romanos 8:14, 16; Salmo 32:8; Juan 16:12-14; Efesios 5:17. Echemos una ojeada rápida a lo que predomina en estos para ver lo que realmente enseñan en contexto.
Romanos 8:14 – “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.” Una interpretación común de este versículo es que una de las formas en que sabemos que somos hijos de Dios es a través de la guía interior del Espíritu Santo en nuestras vidas. Si hemos nacido de nuevo deberíamos esperar que el Espíritu Santo confirme nuestra condición espiritual por la constante recepción de la guía extrabíblica y sobrenatural del Espíritu Santo acerca de las decisiones personales. Pero el contexto del pasaje no tiene nada que ver con la toma de decisiones y todo lo que tiene que ver con la vida piadosa. La prueba de nuestra conversión, dice Pablo, es la guía del Espíritu Santo en nuestras vidas – pero esa guía está hacia la vida justa y no hacia la toma de decisiones (vv. 9-13).
Romanos 8:16 – “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.” Pero ¿no habla este versículo de un testimonio interno del Espíritu Santo? Aun si nosotros reconocemos que el contexto tiene que ver con la evidencia de una vida espiritual y no a la toma de decisiones, ¿no estará diciendo Pablo que un cristiano sabrá que él es salvo porque el Espíritu Santo en cierta forma le habla a su corazón? Bueno en primer lugar, aun si eso fuera cierto, no es nos dice cómo es que el Espíritu Santo nos “da testimonio a nuestro espíritu”. Muchos llegan a la conclusión de que este testimonio es una impresión o voz interna por la cual sentimos la presencia de Dios a través del Espíritu Santo y así sabemos que somos salvos. Pero no creo que la interpretación pueda ser confirmada de este versículo. Para empezar, el versículo no dice que el Espíritu Santo testifica a nuestro espíritu sino “con” nuestro espíritu (nota: en inglés es “con” en lugar de “a”, en la versión Actualizada [RVA] dice: “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”). En otras palabras, cuando el Espíritu Santo y nuestro espíritu están de acuerdo, sabemos que nos salvamos. Cuando el testimonio del espíritu del creyente, en lo que se refiere a por qué cree él que es un hijo de Dios, está de acuerdo con el testimonio del Espíritu Santo (el evangelio inspirado en espíritu como es registrado en la Biblia), entonces él sabe que él es un hijo de Dios. Estoy de acuerdo con Don Matzat en este versículo:
Los maestros de la Biblia generalmente están de acuerdo que cuando el apóstol Pablo nos dice que seamos guiados por el Espíritu, él no está hablando de alguna invasión externa momentánea del Espíritu Santo en nuestra conciencia, diciéndonos qué hacer y cómo hacerlo. Ni se esta refiriendo a nuestro esfuerzo de llamar por medios mágicos el Espíritu en algún encuentro místico. Pablo simplemente nos dice que vivamos según nuestra vida nueva en Cristo, la cual es Cristo morando en nosotros por Su Espíritu Santo, o ser “guiados por el Espíritu” en oposición a el vivir según nuestra antigua naturaleza pecaminosa, o sea “guiado por la carne”.4
Salmo 37:4 – Con Base en este versículo, “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón,” algunos concluyen que los creyentes viviendo en conformidad con el Señor pueden confiar en sus deseos para guiarlos. Se registra que Calvino dice: “ama a Dios y actúa como te plazca”. Pero esta interpretación presiona el versículo demasiado lejos y está en contra de otros textos bíblicos. La comprensión normal de este versículo es que, cuando nos deleitamos en el Señor, dará como resultado un cambio de nuestros deseos a fin de que estén en armonía con los deseos de Dios para con nosotros. Pero el Salmo no sigue diciendo que nuestros deseos son ahora completamente confiables. Nuestra carne está en guerra con el Espíritu mientras estemos en estos cuerpos humanos (Gálatas 5:16-18), haciendo siempre difícil saber que los deseos de nuestro corazón son puros. Pablo pareció luchar contra estar en deseos conflictivos en una base normal (Romanos 7:14-25) y él quiso ir a España, pero nunca lo hizo (Romanos 15:24, 28). Aun Jesús quiso evitar la Cruz pero eligió someterse por sí mismo a la voluntad del Padre (Mateo 26:36-46). Los deseos del cristiano comprometido pueden ser un buen punto de partida en nuestro proceso de toma de decisiones, pero bíblicamente no podemos afirmar que nuestros deseos hayan sido implantados por el Espíritu, o que son guías infalibles.
Filipenses 4:6-7 comparado con Colosenses 3:15 son versículos que han sido usados por multitudes de creyentes que buscan la “paz de Dios” en su toma de decisiones. El argumento va como sigue: El juez final (gobernante) para conocer la voluntad de Dios es la paz de Dios. Si el Señor quiere que nosotros tomáramos acción él indicará Su aprobación dándonos Su paz. Por otra parte, si no estamos en la voluntad de Dios, el Señor hará evidente esto a través de una intranquilidad en nuestros corazones.
Como joven intentando aplicar la teoría de la “paz de Dios” a mi vida, me encontré con algunos problemas muy prácticos. Por ejemplo, nunca podría obtener la paz de Dios cuando hacía compras grandes. “Deseaba” un coche nuevo (¿era esto un deseo de Dios o no?) pero era demasiado para un avariento tener “paz” en gastar grandes cantidades de dinero. Estaba paralizado. No tuve paz acerca en comprar el coche pero ninguna paz en no comprándolo también. En cierta forma la teoría de paz (y aun la teoría del deseo respecto a esto) no funcionaba para mí. Asumí que era demasiado estúpido y demasiado pecaminoso también discernir la paz de Dios. Entonces observé personas clamando la paz de Dios sobre lo más estúpida de las decisiones – las decisiones que regresarían a obsesionarlos. No fue sino hasta años más tarde que fui aliviado al regresar a estos pasajes y descubrir que no estaban en el contexto de la toma de decisiones en absoluto. Ambos pasajes hablaban de paz (o la falta de conflicto) entre el creyente y otras personas y/o Dios, no alguna paz interna que indicaría cuándo hemos hecho las decisiones correctas. La armonía con nuestro prójimo y con Dios viviendo Su voluntad revelada es el contexto y no la toma de decisiones.
2 Corintios 2:12-13 – ¿Y qué acerca de aquellas puertas abiertas? En este pasaje se lee: “Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor, no tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a mi hermano Tito; así, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.” Los versículos que hablan de puertas abiertas (vea también, Hechos 14:27; 1 Corintios 16:8, 9; Colosenses 4:3) nos “abren la puerta” para examinar el papel que jugaban las circunstancias en la voluntad específica de Dios. ¿Son las circunstancias la manera de Dios de comunicarnos Su voluntad? La Escritura no señala que lo sean. Uno de los problemas con las circunstancias es su naturaleza subjetiva; es decir, podemos leer en ellas simplemente acerca de alguna cosa que deseamos. Si no podemos encontrar un buen trabajo en nuestra ciudad natal, es esta una manera de Dios de decirnos que nos mudemos o Su manera de sacar el materialismo de nuestras almas? ¿Si interpretamos que es la voluntad de Dios que nosotros debamos movernos, simplemente donde me está dirigiendo El? Ciertamente el Señor fue directo con llamar a Pablo para Macedonia, pero esa fue una maniobra única por parte del Señor de incluir una visión, no simplemente un cambio en las circunstancias. Por supuesto, si el Señor abre una puerta, o cierra una (algo nunca mencionado en la Biblia), necesitamos fijarnos bien. Pero aun estas puertas abiertas no son autoritativas. Pablo oró por puertas abiertas para el evangelio, pidiendo oportunidad para propagar las buenas noticias, pero en 2 Corintios 2:12-13 Dios le había dado una puerta abierta que él decidió ignorar porque él tenía otras cosas en mente. En el mejor de los casos, las circunstancias representan oportunidades (o la falta de ellas) que nos pueden ayudar a en nuestras decisiones pero no son mandatos de Dios. Si yo creo que he sido “llamado” a predicar pero nadie parece ser llamado (o dispuesto) para escuchar, el examen de esa circunstancia puede resultar ser más útil. Pero eso ni confirma ni invalida si debo ser un pastor, aunque podría suministrar datos útiles en mis elecciones vocacionales.
Proverbios 3:5-6 – “Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas.”
Esto es seguramente uno de los pasajes más amados en la Palabra y con razón. Durante los grandes momentos de estrés y duda ¿que creyente no ha leído o citado estas palabras con gran consuelo? Pero ¿simplemente qué se les ofrece a aquellos que confían y reconocen el Señor? La comprensión del pasaje es torcida por la KJV (Versión Rey Jaime) traduciendo la frase final, la cual dice: “y él guiará tus caminos”. La implicación, al menos para muchos, es que el Señor nos dirigirá en Su voluntad perfecta y específica para nuestras vidas si nosotros confiamos en El. El problema con esta comprensión del pasaje es que la palabra “caminos” no se refiere no a la voluntad específica en el uso del Antiguo Testamento, pero habla del camino general de la vida. En Proverbios 4:18 se nos habla de la “senda de los justos”. Y en Proverbios 15:19 se nos dice que “Mas la vereda de los rectos, como una calzada.” Proverbios 11:5 da una promesa similar 3:6 cuando dice: “La justicia del perfecto enderezará su camino.” Lo que tenemos entonces no es una promesa de una dirección individual a través del confiar en Dios, sino una descripción del tipo de vida que conduce el confiar. Es una vida en conformidad a la voluntad moral o revelada de Dios. Aquellos que se apoyan en El van en dirección correcta en el camino de la vida. Viven como Dios quiere que el justo viva. Friesen dice esto bien: “el punto de Proverbios 3:5-6, entonces, es que aquellos que confían en Dios, y confían en Su sabiduría en vez de su propio entendimiento mundano, y reconocen a Dios en cada parte de su vida, cosecharán una vida que tiene éxito mediante los estándares de Dios.5
Juan 14:26 – “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”
John 16:12-14 – “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.”
Muchos toman estos versículos como teniendo aplicación universal. Pero ¿debemos nosotros leer estos pasajes como una promesa para todos los creyentes en todo momento, o son estas promesas peculiares para los apóstoles e indicadores de que la revelación del Nuevo Testamento pronto la recibirían a través del Espíritu Santo? Juan 14:12 especialmente ha sido usado por muchos para dar apoyo ya sea a una revelación permanente o a una iluminación única, pero tal interpretación es dificultosa por la frase final que promete: “él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” Jesús claramente hablaba de instrucciones dadas a los apóstoles mientras él andaba entre ellos. Mucho de lo que él les enseñó trascendía su comprensión. Este discurso encontrado en Juan 14-16 contiene cierta teología de la más profunda alguna vez dada por nuestro Señor y trascendió fácilmente la comprensión de los apóstoles. Él por consiguiente les promete que en el futuro un Ayudante vendría: el Espíritu Santo, quien traerá estas cosas de vuelta a su memoria y aun los guiaría a una revelación nueva (16:13-14). No creo que Jesús esté estableciendo referencias para la toma de decisión individual con respecto a las áreas de rutina de la vida. Sino mas bien, creo que él habla del método por el cual el Señor transmitiría la verdad del Nuevo Testamento para la iglesia (vea a 1 Corintios 2:9-10).
Una Aplicación Personal
Al escribir este artículo estoy sentado sobre una terraza en Brasil. Algunos meses atrás fui invitado por algunos pastores brasileños a venir a su país y ministrar en una conferencia de pastores, predicar en varias iglesias y enseñar temas teológicos contemporáneos en un seminario. Cuando se me invitó, tuve que tomar una decisión. Las oportunidades para presentar la Palabra, enseñar y animar el liderazgo brasileño de la iglesia y a otros creyentes fueron enormes. Pero por otra parte el viaje era costoso y tendría que apartarme de mi iglesia y de mi familia por 17 días. ¿Cómo debía yo decidir “la voluntad del Señor” sobre este punto? Una puerta de oportunidad estaba abierta, pero perdería el derecho a otras oportunidades. Podría buscar la paz del Señor pero yo estaba entre la espada y la pared de mi dilema usual – cualquier cara de la moneda de la paz era difícil de encontrar. Busqué el consejo de mis ancianos de la iglesia y ellos dijeron: “haga cualquier cosa que usted desee” – de gran ayuda fueron. Si sólo el Señor me dijera qué hacer, o mínimo me diera algunas corazonadas fuertes, entonces podría saber qué hacer, pero ninguna de las corazonadas aparecía. Al fin tomé la decisión de venir a Brasil, una decisión que creo que fue una que honró al Señor. Pero si el Señor no me estaba “guiando” a venir a Brasil, ¿cómo sabría yo si estaba en Su voluntad? Sin presentimientos, sin corazonadas, sin la paz de Señor, o circunstancias definitivas, ¿cómo sé que hice la decisión correcta? O ¿podía haber permanecido en casa y aun estar en Su voluntad? Hasta la próxima.
[1] Dave Swavely, Decisions, Decisions, (Phillipsburg, New Jersey: P&R Publishing, 2003), p. 65.
[2] As quoted in Swavely, pp. 30-31.
[3] Garry Friesen, Decision Making and the Will of God (Portland, Oregon: Multnomah Press, 1983), p. 131.
[4] Don Matzat, The Lord Told Me, I Think, (Eugene, Oregon: Harvest House, 1996), p. 64.
[5] Garry Friesen, p. 98.
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