Aclarando el Calvinismo (Parte 1)
13 de enero, 2009
(Por Phil Johnson)
Tomado de Pulpit Magazine
Este artículo es adaptado de una trascripción de un seminario reciente en la Conferencia de Pastores, titulada: ”Calvinistas del Closet” con título de nobleza.
Parte I: ¿Es el Arminianismo Una Herejía Condenable?
Amo las doctrinas de la gracia y no huyo de la etiqueta “calvinista”. Creo en la soberanía de Dios. Estoy convencido de que la Escritura enseña que Dios es completamente soberano no sólo en la salvación (efectivamente llamando y concediendo fe para aquellos que El escoge); sino que también en cada detalle de la obra de Providencia. “Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Romanos 8:30). Y El hace que “todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8:28). Simplemente, El “hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Efesios 1:11).
Eso es lo que quieren decir las personas comúnmente cuando hablan de “calvinismo”. Cuando acepto esa etiqueta, no juro lealtad al hombre Juan Calvino. No afirmo todo lo que él enseñó, y no condena todo lo que él condenó. Estoy convencido que Calvino fue un hombre piadoso y uno de los exponentes bíblicos y mentes teológicas más finas que han existido, pero él no tuvo siempre la razón. De hecho, mis convicciones son bautistas, así es que de ninguna manera soy uno de los seguidores devotos de Calvino. En otras palabras, cuando acepto la etiqueta “calvinista,” es sólo para bien de conveniencia. No digo ¨”yo soy de Calvino” en el sentido de Corintio.
Además, yo no soy uno de los que llevan el calvinismo como con un chip grande en su hombro, retando a las personas a pelearse conmigo acerca de él. Es cierto que puedo ponerme enérgico acerca de ciertos puntos de doctrina – especialmente cuando alguien ataca un principio que va al corazón del evangelio, como la expiación sustitutoria, o el pecado original, o la justificación por la fe y el principio de la justicia imputada. Cuando uno de esos principios es desafiado, estoy listo para pelear. (Y también tengo interés en dar una paliza cualquier cosa que suceda como la última moda pasajera evangélica.)
Pero el calvinismo no es uno de esos asuntos donde pierdo la calma y me molesta. Discutiré con usted, pero si usted anda ansioso de una pelea es probable que me encuentre difícil de provocar. Pasé muchos años como un Arminiano mismo pretendiendo que la verdad en estos asuntos es fácil y obvia.
Ahora, no se haga de una idea equivocada. Yo pienso que la verdad de la soberanía de Dios es evidente y finalmente ineludible en la Escritura. Pero es una verdad difícil de enfrentarse, así es que soy compasivo con aquellos que luchan contra eso. Soy lo suficientemente Calvinista para creer que Dios ha decretado (al menos por lo pronto) que algunos de mis hermanos deban sostener opiniones Arminianas.
Con el paso de los años probablemente he escrito al menos dos veces así como mucho material intentando bajar el tono de hiper-calvinistas enojados así como discutir con Arminianos. Eso no es porque pienso que el hiper-calvinismo sea un error más serio que el Arminianismo. De hecho, diría que los dos errores son sorprendentemente similares. Pero no oigo muy muchas voces de precaución que se planteen en contra de los peligros del hiper-calvinismo , y ya hay grandes cantidades de calvinistas allí afuera desafiando a los Arminianos, así es que he intentado expresarme públicamente lo más posible en contra de las tendencias de los hipers.
Es por eso que soy probablemente todo un militante menos que lo que usted podría esperar en lo que se refiere a atacar los errores del Arminianismo. Además, he llegado mucho más lejos respondiendo objeciones Arminianas con enseñanza paciente e instrucción bíblica imparcial y razonable – en lugar de discusiones enfadadas y anatemas instantáneas.
¿Por qué no tomar un acercamiento más pasivo, indulgente, fraternal, para todos los desacuerdos teológicos? Porque creo firmemente que hay algunos errores teológicos que se merecen una firme y decidida anatema. Ese es el punto de Pablo en Gálatas 1:8-9; y es el mismo punto que el apóstol Juan hace en 2 Juan, versículos 7-11. Cuando alguien enseña un error que fatalmente corrompe la verdad del evangelio, “sea anatema”.
Pero déjeme ser claro aquí: El simple Arminianismo no entra en esa categoría. No es justo ponerle una etiqueta de herejía flagrante al Arminianismo, como algunos de mis hermanos calvinistas más celosos parecen propensos a hacer. Hablo del Arminianismo histórico, evangélico, de las variedades clásicas y metodistas – El arminianismo, no pelagianismo, o teísmo manifiesto, o no importa qué herejía haya inventado Clark Pinnock en esta semana – sino el Arminianismo evangélico verdadero. El arminianismo está ciertamente equivocado; y argumentaría que es inconsistente consigo mismo. Pero en mi opinión, la variedad del Arminianismo común y corriente no está tan fatalmente equivocado que necesitamos consignar a nuestros hermanos Arminianos a las llamas eternas o aun automáticamente negarles compañerismo en a ellos de nuestros pastores.
Si usted piensa que comienzo a sonar como a un apologista para el Arminianismo, no lo estoy definitivamente. Yo pienso que el Arminianismo es un error profundo. Sus tendencias pueden ser verdaderamente siniestras, y cuando es permitido sembrarse, eso conduce a las personas a una herejía flagrante. Pero lo que estoy diciendo es que el mero Arminianismo mismo no es una herejía condenable. Es simplemente excesivamente inconsistente con las principales doctrinas del evangelio que los Arminianos mismos creen y afirman.
Pero mientras estoy sonando como un defensor del Arminianismo, permítame también decir esto: Quedan muchísimos calvinistas ignorantes e inconsistentes allí afuera, también. Con el aumento del Internet es más fácil que nunca para los laicos autodidactas de involucrarse en un diálogo teológico y debatir a través de foros de la Internet. Pienso que eso es en su mayor parte bueno, y lo promuevo. Pero la Internet lo hace más fácil para las personas dispuestas pero ignorantes para agruparse y reforzar la ignorancia del uno al otro incesantemente. Y temo que eso ocurre bastante.
Los hiper-calvinistas parecen especialmente susceptibles a esa tendencia, y hay nidos de ellos aquí y allí – especialmente en la Internet. Y cada vez más frecuentemente en estos días encuentro a las personas, quienes han sido influenciados por el extremismo en la Internet, importunando ideas hiper-calvinistas e insistiendo en que si alguien es un Arminiano, esa persona no es realmente cristiana en absoluto. Comparan al Arminianismo con pura salvación por obras. Sugieren que el Arminianismo implícitamente niega la expiación. O insisten en que el Dios adorado por los Arminianos es un Dios completamente diferente del Dios de la Escritura.
Eso realmente es retórica al tope – completamente innecesaria – y arraigada en la ignorancia histórica. Un par de años atrás, cuando inicié a mi weblog, mencioné esa tendencia en la primera entrada que coloqué y que titulé: “Calvinismo Rápido y Sucio”. Al final de esa entrada, dije esto: Mi consejo para los jóvenes calvinistas es aprender teología de los autores calvinistas tradicionales históricos, no de blogs y ni de los foros de debate en la Internet. Algunos de los foros pueden ser de ayuda porque conducen a recursos más importantes. Pero si usted piensa acerca de la Internet como un substituto para el seminario, usted corre un riesgo muy alto de desequilibrarse.
Sin embargo, lea a autores calvinistas tradicionales, y usted tendrá problema en encontrar a solo uno que estimó al Arminianismo por sí sola como una herejía condenable. Hay una razón para eso: Es porque mientras que el Arminianismo es desconcertante e inconsistente, no es necesaria y detestablemente erróneo. La mayoría de los mismos Arminianos – y aún estoy hablando de las variedades clásicas y wesleyanas, no pelagianismo haciéndose pasar por Arminianismo – la mayoría de los Arminianos mismos enfáticamente afirman la verdad del evangelio que está de hecho arraigada en presuposiciones Calvinísticas.
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