miércoles, agosto 25, 2021

La Ambición Moldeada por el Cielo

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La Ambición Moldeada por el Cielo

Por John MacArthur

Hemos estado observando la vida de Pablo y examinando lo que significa tener una ambición piadosa. La última vez vimos la cumbre de la ambición de Pablo: el hecho de que tenía la meta más alta posible: agradar a Dios. Pero su ambición no sólo fue la más alto posible, sino que también fue la más amplia posible. Permítanme explicar lo que esto significa mirando de nuevo las palabras de Pablo a los corintios:

Por eso, ya sea presentes o ausentes, ambicionamos serle agradables (2 Corintios 5:9)

La ambición de Pablo abarca dos contextos: "ya sea presentes o ausentes". Para entender lo que quiere decir con esto, tenemos que mirar el contexto de este versículo:

Por tanto, animados siempre y sabiendo que mientras habitamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero cobramos ánimo y preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y habitar con el Señor.. (2 Corintios 5:6-8)

Cuando Pablo dice "si estoy presente o ausente", quiere decir "si estoy vivo o muerto". En otras palabras, Pablo está declarando que la ambición que tiene en vida será la misma que tenga después de morir. Su ambición es amplia y abarca tanto su estado presente como su estado eterno.

Pablo comprendió algo que a menudo olvidamos: es una tontería albergar ahora ambiciones que tendremos que sacrificar cuando muramos. Es una tontería pensar: "Mientras esté aquí voy a intentar ganar todo el dinero que pueda, o intentar subir en la escala corporativa tan rápido como pueda, o reunir todo el poder y la influencia que pueda", cuando al final tendremos que renunciar a esas metas por una más elevada. Dios puede darnos poder e influencia y dinero en esta vida, pero la meta de esta vida no debe ser ganar esas cosas. Nuestra meta ahora debe ser la misma que nuestra meta será en la eternidad: complacer a Dios.

Cuando estemos en el cielo, ciertamente no estaremos consumidos por complacer a los hombres. Y ciertamente no estaremos consumidos en complacernos a nosotros mismos, tampoco. En perfecta rectitud, con perfecto gozo y perfecta paz, viviremos para el placer de Dios por siempre, quien siempre vivirá para nuestro placer. Como dice Pablo en otro lugar: “pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos; por tanto, ya sea que vivamos o que muramos, del Señor somos.” (Romanos 14:8).

Nuestro objetivo debe ser la continuidad entre esta vida y la siguiente. No habrá mentirosos en el cielo, así que ¿por qué deberíamos mentir ahora? No habrá adúlteros en el cielo, ¿por qué habríamos de ser inmorales ahora? No habrá nada impuro en el cielo, así que ¿por qué habríamos de tener impureza ahora?

Pablo entendió que tener una ambición piadosa significaba vivir nuestras vidas ahora de la misma manera que lo haremos en el cielo. Por eso dice esto en Filipenses 3:

No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder[a] alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:12-14)

Esta afirmación es muy interesante. Pablo nos dice que la meta de la vida aquí es "el premio del supremo llamamiento". ¿Qué quiere decir con eso?

Pregúntate esto. Cuando seamos llamados arriba, ¿cuál será nuestro premio? ¿Qué obtendremos cuando lleguemos al cielo? Cuando piensas en el cielo, ¿qué es lo que encuentras más glorioso en él? ¿Las calles de oro y las puertas de perlas? Por muy bonitas que sean, lo mejor del cielo será esto: "Seremos como Él, porque le veremos tal como es" (1 Juan 3:2).

El gozo del cielo será nuestra semejanza con Cristo perfeccionada, y el objetivo de la vida de Pablo es alcanzar este premio. Así que vemos que Pablo no tiene ningún objetivo en la vida que no sea la realidad de la eternidad. Pablo fue elegido y salvado con el propósito de ser conformado a la imagen de Cristo (Romanos 8:29). Este objetivo, predestinado por Dios, se convirtió en el objetivo de Pablo en la vida. Y debido a esto, la vida de Pablo tuvo una continuidad perfecta. Vivió toda su vida para llegar a ser como Jesucristo, y cuando murió, entró en una eternidad donde seguirá reflejando a Cristo para siempre.

Así, hemos visto que la altura de la ambición de Pablo es agradar a Dios y la amplitud de su ambición es tener una continuidad absoluta entre el tiempo y la eternidad en la forma en que vive su vida. La próxima ocasión, veremos un último aspecto de la ambición de Pablo: que se esforzó a la luz del juicio venidero.

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