miércoles, marzo 10, 2010

Preguntas Sobre la Toma de Decisiones - La buena, la mala y la fea

Preguntas Sobre la Toma de Decisiones - La buena, la mala y la fea

Por Dave Swavely

Aun más importante que las cosas que dices son las preguntas que te haces. Si usted comienza con las preguntas correctas, es más probable que encuentre las respuestas correctas. Pero si empieza con las preguntas equivocadas, se habrá perdido desde el principio. Así que quiero sugerir algunas buenas preguntas para hacerse usted mismo cuando se enfrente a una decisión difícil, y algunos de las malas preguntas que hay que evitar, ya que le llevarán por mal camino. La “fea” a la que se refiere el título de este artículo se refiere a la reacción que algunos de ustedes tendrán a mis sugerencias, ¡sobre todo cuando mi lista de preguntas malas son los que se hace con frecuencia usted mismo! Tengo suficiente espacio en este artículo para ofender, y no basta para explicar mis ideas a fondo. Escribí un libro llamado Decisions, Decisions [Decisiones, Decisiones (P & R, 2003)] para ese fin, y si este breve resumen les interesa, y usted es capaz de mantener una mente abierta, entonces espero que usted explore este tema más a fondo conmigo mediante la lectura del libro. Pero por ahora, puede empezar con las preguntas menos polémicas-las preguntas buenas.

Pregunta Buena # 1 – “¿Qué dice la Biblia?”

Esta primera pregunta es, sin duda la más importante. Hacerla es preguntar que es lo que Dios tiene que decir acerca de una decisión en particular, que usted enfrenta, ya que la Biblia contiene las mismas palabras de Dios (2 Tim. 3:16, 2 Ped. 1:20 -21). Es la Palabra de Dios a la humanidad, y uno de sus muchos propósitos es servir como un manual para la toma de decisiones. Salmo 119:05 dice: “Lámpara es a mis pies Tu Palabra y lumbrera a mi camino”, y las Escrituras a menudo se refieren a sí mismas como “la ley” de Dios. Esa palabra hebrea (Torah) ¨”viene de una figura que significa ´señalar con los dedos´ con el fin de indicar el camino. Eso lo dice todo: la Escritura es el instrumento de Dios para orientación.” [1]

¿Ha pensado alguna vez acerca de por qué Dios se ha revelado principalmente a través de la palabra escrita, cuando podía haber utilizado otros medios (y los tiene a veces)? Yo diría que Dios nos dio un libro, porque El sabe que nuestra tendencia en la toma de decisiones es llegar a ser demasiado subjetivos en nuestro enfoque (basándose en los sentimientos personales que pueden inducir al error). En cambio, Él quiere que tengamos una perspectiva más objetiva, basada en la verdad eterna que se encuentra fuera de nosotros mismos. Y la palabra escrita nos ayuda a hacer eso.

Cuando se hace esta pregunta: “¿Qué dice la Biblia?” recuerde basar su decisión en lo que realmente dice y no simplemente en lo que usted quiere que diga. Escuché una historia reciente de una mujer que estaba tratando de decidir si ella debía quedarse con su marido, o dejarlo para continuar una relación con un compañero de trabajo. Abrió la Biblia, Efesios 4:24, que dice: “vestíos del hombre nuevo”, ¡y pensó que había encontrado la respuesta! Pero por supuesto ella estaba interpretando las Escrituras erróneamente –ella debería haber leído los versículos alrededor de ese para determinar su significado. Como digo a menudo a mi congregación a medida que estudiamos juntos la Palabra, ¡el principio más importante de la primera interpretación es el contexto, la segunda más importante es el contexto, y la tercera es el contexto!

Pregunta Buena # 2 - ¿Cuál es la mejor elección?

Lo que la Biblia diga acerca de cualquier elección es siempre la cuestión más importante, pero recuerde que la Biblia aparte de ser un manual es un guión. En otras palabras, Dios no habla directamente para cada decisión que nos enfrentamos, en muchos de ellas nos da la libertad de elegir entre varias opciones, todo lo cual puede ser aceptable para El. Pero a pesar de que no necesitamos preocuparnos de ofender a Dios cuando El no ha hablado sobre un tema en particular, si tenemos la sabiduría para elegir lo mas apropiado. Puede haber ramificaciones de la decisión que podría hacer la vida más fácil o más difícil para nosotros en el futuro.

Cuando la Biblia habla de la sabiduría, se refiere al conocimiento de las Escrituras y la capacidad de aplicar ese conocimiento sobre nuestra vida. Así que la sabiduría fluye del conocimiento, pero no termina allí, es también una habilidad. Y es una habilidad que nos permite tomar buenas decisiones, incluso en zonas en donde la Biblia no se ocupa. Lea la historia de Salomón en 1 Reyes 3:12-28, y observe cómo se ilustra esta definición de la sabiduría. A Salomón le fue dado el don de una gran sabiduría, y lo demostró inmediatamente en el manejo de una disputa entre dos mujeres que estaban de acuerdo que uno de sus hijos había muerto durante la noche, pero ambas querían al que estaba vivo. Salomón dijo a sus soldados que cortaran al bebé por la mitad, y que se dividiera entre las mujeres. Luego observó sus reacciones, y se hizo evidente cuál era la verdadera madre.

Dios le dijo a Salomón en Su Palabra que debería ejercer la justicia y juzgar a la gente justamente, pero la Biblia no le dijo a Salomón exactamente cómo hacerlo en cada situación. No había ningún pasaje de la ley que dijera: “Esto es lo que debes hacer Si una prostituta llega ante ti pidiendo que su bebé fuese lastimado”, ¡mucho menos que dos de ellas afirmaran lo mismo! La ley de Dios ha revelado mucho sobre la naturaleza de los hombres y mujeres, sin embargo, y basándose en esa verdad, Salomón usó su sabiduría para cumplir con el mandato bíblico de hacer justicia en una forma muy eficaz, económica e inteligente. Salomón era tan sabio que su aplicación de los principios bíblicos le tomaba sólo unos minutos, ahorrándose un valioso tiempo del Tribunal y dinero de los contribuyentes. Con muy poca información o deliberación, llegaba al corazón del asunto (y ni siquiera tener que cortar al bebé por la mitad, para gran alivio de la mamá!).

Al estudiar y practicar la Palabra de Dios, usted puede llegar a ser tan sabio como Salomón. Usted tiene el Antiguo Testamento que el estudió (y más de ellos), tiene su sabiduría por escrito en los Proverbios y Eclesiastés, y usted tiene la revelación de Su creador, de Jesucristo, en el Nuevo Testamento. Al leer e interpretar fielmente la Biblia, y al orar con fe para que Dios le de sabiduría (Santiago 1:5-6), entonces Dios será fiel a Su promesa de proporcionarle la sabiduría que necesita para tomar buenas decisiones. Pero hay que buscar la sabiduría, no sólo “caerá en su regazo”, como lo hizo con Salomón. Él lo sabía, y por eso hizo un llamamiento a sus hijos, y a todos nosotros, en Proverbios 2:1-6:

1 Hijo mío, si recibieres mis palabras, Y mis mandamientos guardares dentro de ti, 2 Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; Si inclinares tu corazón a la prudencia, 3 Si clamares a la inteligencia, Y a la prudencia dieres tu voz; 4 Si como a la plata la buscares, Y la escudriñares como a tesoros, 5 Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios. 6 Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.

Pregunta Mala # 1 – “¿Qué es lo que Dios está tratando de decirme?”

Sé que casi todos los cristianos en el mundo ha pensado y dicho esto muchas veces, pero creo que es una mala pregunta, porque refleja un malentendido de cómo Dios conduce, guía y nos habla. En primer lugar, la idea de que Dios está “tratando” de decirnos algo no encaja con los ejemplos bíblicos donde Dios habla, porque lo que estaba diciendo era siempre muy claro a la persona que recibía la revelación. Por ejemplo, cuando Dios le dijo a Abraham que sacrificara a Isaac, no había duda acerca de lo que Dios le había mandado a hacer. La única lucha que enfrentaba Abraham era si iba a obedecer el mandato. Así que la idea de preguntarse lo que Dios puede estar diciendo, ni siquiera tiene ningún precedente en las Escrituras.

Pero yo diría que hay un problema más profundo con esta cuestión –insinúa que Dios está hablando hoy de otras maneras diferentes que a través de Su Palabra. La pregunta anterior sería mejor hacer diciendo: “¿Qué es lo que Dios me dice en las Escrituras?” –puesto que entonces la leeríamos, la estudiaríamos y la interpretaríamos para escuchar lo que nos está diciendo. Pero normalmente queremos decir algo más cuando nos hacemos esa pregunta. Estamos buscando una Palabra de Dios que es más personal y específica que la Biblia, creemos que El trata de hablarnos a través de voces, visiones, sentimientos, impulsos internos y otras experiencias subjetivas. No creo, sin embargo, que nunca deberíamos referirnos a tales fenómenos como Dios “nos habla”, “hablándonos”, o “revelándonos”, porque Dios está haciendo las cosas ahora a través de Su Palabra, y a través de Su Palabra exclusivamente.

Durante los primeros tiempos, evidentemente, Dios dio revelación directa y personal a través de voces y visiones inconfundibles, o por otros medios. Lo hizo muchas veces a personajes del Antiguo Testamento, como Abraham, Moisés, Samuel, Elías, Isaías, Ezequiel y Daniel . También lo hizo a los Apóstoles del Nuevo Testamento y otros en la iglesia primitiva. Pero hay una gran diferencia entre los creyentes antiguos y nosotros, y esa diferencia es la Biblia. No tenían la revelación completa y escrita de Dios como nosotros la tenemos. Dios seguía revelando su verdad a las personas, o para decirlo de otra manera, la revelación estaba todavía en curso. Sin embargo, desde la finalización del canon de las Escrituras, Dios no ha revelado Su verdad a nosotros totalmente. Lo que Él quiere que sepamos, y lo que necesitamos saber para nuestra vida aquí en la tierra, puede ser encontrado en su forma completa en las páginas de la Biblia.

La misma Biblia enseña el carácter temporal de la revelación directa. En mi libro trato con numerosos pasajes, pero aquí permítame mencionar sólo uno que creo que debe ser “redescubierto” como una prueba para el cese de la revelación. En 1 Corintios 13:8-10, mientras que Pablo es aumenta en intensidad acerca de la primacía del amor en uno de los pasajes más famosos de la Biblia, también dice algunas cosas interesantes acerca de la revelación divina:

El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.

Creo que la clave para entender este pasaje se encuentra en el hecho de que la profecía, las lenguas y el conocimiento son todos dones de revelación. Primera Corintios 14 deja claro que la profecía y las lenguas eran medios por los que Dios habló palabras específicas a la iglesia primitiva (vs. 14-19, 30), y el término “conocimiento” se utiliza en 1 Corintios 12:8-10 en una lista de los “dones de señales” sobrenaturales, que incluyen las lenguas y la profecía. Sabemos que la palabra “conocimiento” no puede ser utilizada aquí en el sentido más básico de conocer los hechos, debido a que la capacidad se “acabará.”

Según Pablo, sin embargo, este conocimiento de revelación desaparecería, al igual que la profecía y las lenguas. Y dice que estos dones llegarán a su fin cuando venga la revelación completa. (La palabra griega traducida como “perfecto” es Telion, que a menudo significa “completo”, en lugar de parcial.) Algunos comentaristas han sugerido que lo “perfecto” o “completo” es el estado eterno, pero parece más probable que sea una referencia al canon de las Escrituras completado.[2] Pablo sabía que cuando se completara la Biblia, no habría necesidad de más revelación, y por lo tanto no habría necesidad de los dones de revelación.

Pregunta Mala # 2 – “¿Es esto una señal de Dios?”

Tratar de discernir la voluntad de Dios de las circunstancias es una manera ene que los cristianos buscan que Dios les “hable”, así que basarse en ese recuento debe ser rechazado como medio de orientación. Pero pensar de los acontecimientos que suceden en nuestras vidas como “señales de Dios” también sufre del problema de una subjetividad extrema. Tales supuestas señales son como pruebas de manchas de tinta, que nos dicen más acerca del observador que de los manchones de tinta mismos. Como escribe Garry Friesen:

La única vez que las circunstancias pueden “leerse” es cuando una interpretación divina es hecha sobre ellas por revelación sobrenatural. Aparte de tal revelación, las circunstancias pueden tomarse para significar casi cualquier cosa. Apenas escuche esta discusión imaginaria, pero creíble sobre el “mensaje” de Dios que estaba tratando de transmitir cuando un rayo cayó sobre la torre de una iglesia.

“Dios nos está diciendo que nos reubiquemos en los suburbios.”

“Oh, no, creo que es bastante obvio que está diciendo ‘no’ a nuestros planes de expansión”.

“Tal vez el Señor nos está diciendo que hay pecado frenando la obra en nuestra iglesia.” 3

En este sentido, tenga cuidado acerca de la visualización de “puertas abiertas y puertas cerradas”, como una indicación de la dirección de Dios en una situación particular. En 2 Corintios 2:12-13, el apóstol dice que tenía una puerta abierta para el ministerio en Troas, ¡pero en lugar de eso, él decidió ir a Macedonia! En otras palabras, sólo porque la puerta está abierta no significa que usted debe caminar a través de ella. Y aun cuando una puerta que parece estar cerrada a primera vista, a veces, se abrirá si se empuja un poco más sobre ella. El punto es que se debe evaluar el caso sobre la base de la Palabra y la sabiduría, y no mirarlos como señales autoritativas de Dios.

Una adaptación de una historia algo fantasiosa y muy hipotética contada por Haddon Robinson nos dará una conclusión apropiada:

Supongamos que debido a las constantes oraciones de Su pueblo buscando revelación (“¡Señor, háblanos!” ¡Danos una señal!”), de alguna manera Jesús es persuadido para descender desde el cielo pareciendo brevemente antes de su segunda venida (¡la cual entonces tendría que ser su tercera venida!). El está de acuerdo en hacer una breve aparición en un lugar determinado en un momento determinado, y todos los rincones de la prensa inician una loca carrera para llevar sus cámaras allí, porque cuando aparezca Jesús, Él ha prometido que le dirá a todo el mundo exactamente lo que Dios quiere que sepamos y que hagamos en los albores del tercer milenio.

Mientras la multitud grita de asombro, y el zumbido de las cámaras, Jesús se acerca al micrófono y sostiene una Biblia.

“Ya le he dicho,” El dice. “Les he dado Mi Palabra, que contiene todo lo que necesitan saber de la fe, la piedad, y la orientación. También he dado mi Espíritu para ayudarles a entender la Palabra y aplicarla con sabiduría en sus vidas. Si ustedes quieren hacer lo que quiero que ustedes hagan en cada decisión de su vida, estudien este libro y vivan sus principios por el poder del Espíritu.” Luego desaparece.

Esperemos que nunca necesite de ese recordatorio, porque siempre estará buscando su orientación desde el interior de la Biblia en lugar de fuera de ella.

Traducido con permiso por Armando Valdez

sábado, marzo 06, 2010

Revival por Martyn Lloyd-Jones

image Revival por Martin Lloyd-Jones   

Escrito por Gary Gilley

Hace varios años, mientras predicaba a través del libro de Romanos, me decidí a leer a través de los ocho volúmenes de comentarios de Martin Lloyd Jones sobre los primeros ocho capítulos de esa gran epístola. Aunque no siempre he estado de acuerdo con Lloyd-Jones, encontré enriquecedores y gratificantes los primeros siete volúmenes que cubren Romanos 1-7. Constantemente recalcó la importancia de fundamentar todo en la Escritura en lugar de seguir las modas y la sabiduría de los tiempos. Sorprendentemente, en su comentario sobre el capítulo ocho, Lloyd-Jones revierte su curso, en sustitución de eisegesis para la exégesis. Esto es porque él da lugar a que su visión particular sobre el avivamiento de forma a su comprensión de la acción del Espíritu Santo. Y la perspectiva de Lloyd-Jones del avivamiento ha sido moldeada tomando la historia de la iglesia en lugar de las Escrituras.

En Avivamiento, vemos el mismo patrón, sólo un poco más amplio. El libro se basa en varias historias del Antiguo Testamento y un poco de exégesis de la más equivocada imaginable. Tomando pasajes fuera de contexto y superponiendo sobre ellos lo que él quiere que digan Lloyd-Jones logra desarrollar una doctrina deformada sobre avivamiento. Avivamiento se define como una efusión singular del Espíritu Santo en el que “una bendición y actividad inusual [toman lugar] en la vida de la iglesia cristiana” (p. 99). Sin embargo, insiste en que el poder realmente explicar un avivamiento, no es posible (p. 112).

Bíblicamente el día de Pentecostés, como se describe en Hechos capítulo dos, es el patrón y las expectativas del avivamiento de acuerdo a nuestro autor. Si el Espíritu Santo cayó sobre la gente una vez con manifestaciones sobrenaturales, facultando a los santos y ganando multitudes para Cristo, entonces aparentemente se debe esperar lo mismo hoy. Para probar su caso Lloyd-Jones, constantemente se refiere a lo que él considera los tres grandes avivamientos: la Reforma, el avivamiento evangélico bajo Wesley, Whitefield y Edwards, y el avivamiento de 1859 (Avivamiento fue dedicado al centenario de este ultimo), con un asentimiento ocasional hacia el avivamiento de Gales de 1904-1905.

Aunque constantemente dice apoyarse en la naturaleza soberana de los avivamientos, todo el libro está dedicado a los medios que pueden acelerar el avivamiento de nuestro tiempo (por ejemplo, el reconocimiento de nuestra pobreza espiritual, la oración, la nostalgia, la predicación, etc.) Tal vez el aspecto más trágico la comprensión del avivamiento de Lloyd-Jones, es el concepto de que Dios hace casi toda Su obra verdadera durante esos momentos. Esto reduce el pueblo de Dios a mantener el statu quo en espera de un derramamiento extraordinario del Espíritu. Estamos aguardando nuestro tiempo, logrando muy poco, esperando y orando para que Dios finalmente, “se muestre”. Pero para la definición de Lloyd-Jones, Dios no se ha mostrado por lo menos desde 1905. Durante más de un siglo hemos estado de brazos cruzados esperando un avivamiento que no ha llegado (ver págs. 127-129, 210).

Qué triste si esto fuera cierto -, pero esta no es la enseñanza del Nuevo Testamento. En ningún momento en las epístolas se nos indica que pidamos por avivamiento, o incluso buscarlo. En cambio, se nos dice que prediquemos la Palabra, evangelicemos, perseveremos, y sirvamos al Señor y al cuerpo de Cristo. El énfasis de las Escrituras es vivir con todas sus fuerzas para Cristo bajo el poder del Espíritu Santo. En ninguna parte en la Biblia enseña lo que Lloyd-Jones dice respecto al avivamiento. Basar nuestra comprensión de una doctrina seleccionando algunos ejemplos bíblicos y de nuestra interpretación de la historia de la iglesia y de las historias de los individuos es una receta para el desastre. Lamentablemente, esto es lo que Lloyd-Jones ha hecho.

Revival [Avivamiento] es lo peor de Lloyd-Jones. Un hombre que dedicó su vida a la exposición cuidadosa de la Escritura, inexplicablemente, tuerce la Escritura para encajar su teología, que a su vez se basa en fuentes extras (p. 282). Tal vez la mayor contribución de Revival es hacernos ver a todos nosotros que una vez que se deje el fundamento seguro de la Escritura no hay límites a nuestro auto-engaño.

El Perdón – 2a. Parte

El Perdón - 2ª. Parte

Escrito po Gary E. Gilley

(Agosto de 2003 - Volumen 9, Número 8)

¿QUÉ HACER SI NO ES POSIBLE EL PERDÓN

Recorrer a través de nuestra mente en este punto puede ser todas las situaciones en las que el perdón, en el sentido descrito en nuestro artículo anterior, no es posible. El primer escenario se refiere a un creyente, que, a pesar de todos nuestros esfuerzos en el cumplimiento de las Escrituras, se niega a pedir perdón. El curso bíblico de acción, según Mateo 18:15-20, sería la disciplina de la iglesia. Nosotros no podemos perdonar a esa persona porque hacer eso es una promesa de no reconocer el pecado como una barrera entre nosotros y ellos - cuando claramente el pecado esta aún sobre la mesa. Una persona que tiene un corazón lleno de venganza, amargura o resentimiento, no está preparada para el perdón, porque se aferra a su negativa a confesar los pecados y abandonarlos. Para tal persona el proceso de disciplina de la iglesia puede ser necesario. Recuerde que la reconciliación es la meta.

Pero podemos pensar en cientos de situaciones en las que la disciplina de la iglesia es imposible, o el proceso bíblico de la reconciliación no puede llevarse a cabo. Por ejemplo, ¿qué pasa si la persona no es creyente y no tiene ningún interés en el perdón o la reconciliación? ¿Qué si asisten a una iglesia liberal que no disciplina práctica (que por cierto es un buen incentivo para ser miembro de una iglesia que cree en la Biblia y practica sus enseñanzas, porque sin la disciplina de la iglesia, la reconciliación es a menudo imposible)? ¿Qué pasa si se practica la disciplina de la iglesia y todavía el ofensor no se arrepiente? ¿Qué pasa si no se llevan bien con su cónyuge o hijo adolescente? Y qué hay de todas las veces que nos sentimos ofendidos en el curso de una semana por la grosería de alguien o por la impaciencia o un comentario poco amable? ¿Qué ofrece la Palabra de Dios por medio de la enseñanza en situaciones como estas?

Puedo pensar en dos posibles cursos de acción. A menudo podemos simplemente cubrir el delito con amor. I Pedro 4:8 ordena, Sobre todo, tened entre vosotros un ferviente amor, porque el amor cubre una multitud de pecados. Y Colosenses 3:12-13 dice, Por tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, vestíos de profunda compasión, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia, soportándoos los unos a los otros y perdonándoos los unos a los otros, cuando alguien tenga queja del otro. De la manera que el Señor os perdonó, así también hacedlo vosotros. La implicación es que no tenemos que irnos a la cama sobre cada tema y ofensa. Todos pecamos de muchas maneras, y aunque a menudo el acto de amor por hacer es confrontar, a veces el mejor curso de acción es el reconocimiento de la debilidad de quienes nos rodean, negarse a ser ofendidos por su pecado, y ser cubiertos en amor. Debemos tener cuidado de que esta opción no se utilice como una excusa para eludir el modelo bíblico descrito anteriormente, porque nuestro objetivo debe ser el bien de la otra persona. Pero sin duda en muchas ocasiones la mejor acción a tomar es la de cubrir sus pecados con amor y no permitir que esos pecados nos afecten.

El segundo curso de acción puede coincidir en cierta medida con la primera, pero es más amplio en su alcance. Romanos 12:14-21 habla de una situación en la que nos encontramos ante un verdadero enemigo. Alguien está pecando contra nosotros y no tiene intención de apartarse de ese pecado. De hecho pueden disfrutar del dolor que están causándonos. ¿Qué debemos hacer entonces? En general, la enseñanza de Romanos 12 es que debemos amar a nuestros enemigos y vencer al mal con el bien. Bendice a los que os persiguen, Pablo escribe, bendecir y no maldigáis (v. 14). Nunca hay un momento en que debamos ser crueles, desairemos a alguien, o estar resentidos con alguien. En vez de eso son, no paguéis a nadie mal por mal. Nunca os venguéis vosotros mismos, sino dejad lugar a la ira de Dios (vv. 17,19), la cual ha prometido devolver cuando se cometa injusticia. En el lado positivo, tenemos que alimentar a nuestros enemigos, si tienen hambre y darles de beber si tienen sed (v. 20 bis) Porque pues haciendo esto, carbones encendidos amontonarás sobre su cabeza. (v. 20b). Esta es una curiosa declaración que ha dado lugar a dos interpretaciones muy diferentes por serios estudiantes de la Biblia. Muchos interpretan este pasaje diciendo que nuestros actos de bondad pondrán una presión insoportable sobre el pecador para que se arrepienta. Este punto de vista parece estar en línea con nuestro objetivo de la reconciliación con aquellos en desacuerdo con nosotros. Por el contrario, algunos ven en este tipo de acción como facilitando el juicio de Dios sobre los que se niegan al arrepentimiento. Esto parece encajar mejor con el uso de las palabras, ascuas de fuego, que en la mayoría de los usos del Antiguo Testamento, simboliza la ira de Dios (II Samuel 22:9; Salmo 19:9,13), o el castigo (Salmos 140:11), o un deseo malvado Proverbios (6:27-29), pero no siempre (ver Isaías 6:6-7). El flujo natural del contexto parece demandar este entendimiento, ya que la venganza de Dios, en lugar de la transformación del pecador, es el tema dominante. Por otro lado, pidiéndonos no ser vencido por el mal, sino vence el mal con el bien (v. 21), Pablo parece apuntar a una victoria sobre las actividades pecaminosas de los demás por el uso del arma del bien.

Es posible que el Espíritu Santo haya tenido la intención de ambas interpretaciones para ser verdad. Se nos recuerda que, al hablar de su propio ministerio, Pablo habló de sí mismo como una fragancia de Cristo, que dio lugar a consecuencias muy diferentes entre los salvos y los perdidos. En cuanto a los no creyentes, dice que su predicación del evangelio era como un olor de muerte para muerte (II Corintios 2:16), es decir, la buena noticia es el anuncio mismo de su muerte espiritual a causa de su rechazo de Cristo. Pero para el creyente es olor de vida para vida - que era la fragancia de la vida. La misma acción, en este caso la declaración del Evangelio, tanto condena y da vida a los oyentes, dependiendo de su respuesta. Tal vez la misma idea se comunica en Romanos 12:20. Debemos hacer el bien a nuestros enemigos, debemos vencer el mal con el bien. Los que sean ganados por nuestra bondad disfrutaran el favor de Dios y la reconciliación con nosotros. Los que continúan en sus actividades crueles enfrentarán la venganza de Dios, al parecer en mayor intensidad, ya que han continuado en sus pecados, incluso mientras fueran tratados con bondad.

Este pasaje, sin embargo, quiere enfocarnos, no en la otra persona y en sus pecados, cualesquiera que sean, sino en nuestras acciones y en nosotros mismos. Si el que intenta dañarnos responde bien o no, es irrelevante. Se nos manda a hacer lo correcto sin importar lo que la otra persona haga. Si el infractor se niega a nuestra amabilidad y a los intentos de reconciliación, el resto está en manos de Dios. “La diferencia en el resultado entre el perdón que responde al arrepentimiento y el perdón independiente del arrepentimiento de la parte ofendida, por supuesto, es que el modelo anterior trata con las cuestiones de la reconciliación mientras que el segundo no”. La reconciliación ha sido nuestro objetivo y deseo, pero en este momento no se ha materializado. Sin embargo, tratamos a quienes nos han ofendido con una actitud cristiana.

Las cosas se complican un poco más cuando nuestro “enemigo” es cristiano. I Corintios 5:9-13 es claro que no debemos asociarnos con un llamado hermano que está viviendo en pecado. Utilizando las armas del amor y las buenas obras, siempre estamos tratando de regresar a un estilo de vida bíblico a los que se han extraviado. Al mismo tiempo, no estamos para socializar o tener comunión con creyentes profesantes que viven en pecado conocido y no confesado. Esto puede convertirse en un difícil acto de equilibrio al buscar el bien de alguien, pero al mismo tiempo, negarse a socializar con ellos. Si nuestro rechazo a la comunión con este individuo es un acto de odio, estaremos mostrando una actitud de falta de amor y la negación de los principios encontrados en Romanos 12. Pero, si en la obediencia a I Corintios 5, nos separamos de esta persona, el mismo acto de negar la comunión es un esfuerzo por llevarlo a la reconciliación con Dios y su pueblo. Si bien estos esfuerzos por recuperar a nuestro hermano muy bien pueden interpretarse erróneamente como falta de amor, sin embargo, están de acuerdo con las Escrituras y puede ser un poderoso método de traerlos al arrepentimiento.

Si, por la gracia de Dios, la persona viene al arrepentimiento, se nos manda a perdonar. No se nos dice que los mantengamos a distancia, evitarlos, tratarlos como ciudadanos de segunda clase, o negarles amor. Debemos perdonar y restaurar la comunión. Hacer caso omiso de las enseñanzas de Dios en este asunto es ponernos en el lugar de Dios, quien dice que la venganza es de El. Eso no es una posición en la que cualquiera quisiera encontrarse.

REFLEXIONES FINALES

En todos los pasajes que hemos estudiado, el perdón no es un fin en sí mismo. Es un medio para una reconciliación final.

Pero ¿y si la reconciliación no sucede? ¿Qué pasa si no se lleva a cabo la reprensión y la disciplina de la iglesia no se administra? ¿Qué pasa si el que ha pecado se niega incluso a admitir que su pecado es pecado? ¿Se han salido con su pecado? ¡No! En realidad es una cosa mucho peor lo que sucede. Si un hijo de Dios no hace lo que es correcto, Dios mismo se involucra (1 Corintios 11:30, 31; Romanos 12:19). Vivir en pecado no confesado es un caso perdido. Que seamos diligentes para ayudarnos unos a otros a caminar en santidad delante de nuestro Señor.

El Perdón – 1ª. Parte

El Perdón – 1ª. Parte

Escrito por Gary E. Gilley

(Julio de 2003 - Volumen 9, Número 7)

No hay mayor bendición que el perdón. En primer lugar, necesitamos el perdón de Dios porque somos pecadores. Dios envió a Su Hijo a morir en la cruz para que podamos obtener ese perdón. En segundo lugar, muchos están en gran necesidad de dar y recibir el perdón en un nivel humano. Este es el segundo tema que será objeto de este estudio.

Muchas personas están confundidas sobre el perdón en gran parte debido a que las ideas y teorías seculares y humanistas contrarias a las Escrituras, han sido ampliamente aceptadas como verdad. Incluso los cristianos a menudo comprar lo que el mundo está vendiendo al momento, intentando mezclarlo con un poco de los principios bíblicos y santificarlo con unos cuantos pasajes fuera de contexto de la Escritura. El resultado es un extraño surtido de ideas y filosofías que están muy lejos de la verdad. Abunda la literatura cristiana con tales conceptos anti-bíblicos como el perdonarse a sí mismo (imposible y carente de apoyo bíblico); el perdón y el olvido (imposible y una falta de comprensión de los requisitos de la Biblia), y el perdonar a Dios (blasfemia pura).

Además, el estado de ánimo del momento en los círculos seculares y cristianos es la aceptación y la tolerancia en lugar del enfrentamiento, el arrepentimiento y el perdón. Aceptación incondicional es la frase de moda, que siguiendo a su conclusión lógica significa que no es necesario perdonar a la gente - aceptamos a las personas. El mundo, en su mejor momento, no es una comunidad de perdón, sino una de apología. La aceptación es una recepción sin prejuicios de una persona tal y como él es. El perdón, como veremos, reconoce el pecado como lo que es, pero perdona voluntariamente sobre la base del arrepentimiento. El pecado es mucho más fácil de ignorar o tolerar que perdonar.

Jay Adams ha ofrecido una definición del perdón que creo que es muy útil y, más importante, en consonancia con la Escritura. Dice algo como esto: el perdón no es un sentimiento, es una promesa - una promesa de ya no tener algo en contra de otro. Esto significa que usted nunca más volverá a traer esta ofensa sobre el ofensor o utilizarlo en contra de ellos, ni llevar el asunto a otro, o incluso a si mismo.

LA IMPORTANCIA DEL PERDÓN PARA DIOS

(Mateo 18:21-35).

La enseñanza de los escribas en tiempos de Jesús era perdonar dos veces, pero la tercera ofensa no merecía perdón. Pedro, sin duda, se sentía muy orgulloso de sí mismo cuando sugirió perdonar una ofensa hasta siete veces. Jesús dejó atónitos a sus discípulos diciendo, en esencia, que no hay límite para el perdón. Luego se fue a dar a la maravillosa parábola del siervo despiadado.

Es mi observación de que hay dos graves errores, en este contexto, que andan sueltos en campamentos cristianos – uno que tiene que ver con nosotros, y otro que tiene que ver con Dios. Por un lado está el concepto de Dios como un viejo abuelo amable que guiña el ojo al pecado y mira hacia otro lado. Donald Carson ofrece esta ilustración de su propia vida. Mientras era un estudiante en Alemania se hizo amigo con otro estudiante que, aunque no era un cristiano, había crecido con valores cristianos. Este amigo, un hombre casado, que se encontraba a gusto de vez en cuando visitando a las prostitutas locales. Carson le preguntó qué haría si descubriera a su esposa (quien estaba de regreso a casa) haciendo lo mismo. Su amigo declaró que la mataría. Carson le preguntó si eso no era tener un estándar doble, cuya respuesta fue que en su país se permitían tales normas dobles. Conociendo su formación cristiana, Carson le desafió recordándole que Dios no tiene un doble estándar. Su respuesta fue clásica, “¡Ah, Dios es bueno, es inevitable que El nos perdone, ese es Su trabajo”.

Encuentro esta comprensión de Dios cada vez más en boga hoy en día, incluso entre aquellos que afirman ser cristianos conservadores. Podemos pecar y ser rebeldes al contenido de nuestro corazón y Dios difícilmente se inmuta. Después de todo, es Su deber de perdonar - es lo que El hace. Y así, la misericordia de Dios se amplía a la exclusión de la ira de Dios. Este terreno es peligroso para apoyarse, pues, como Carson nos recuerda: “El precio de la dilución de la ira de Dios es la disminución de la santidad de Dios.”

El otro error tiene que ver con la idea ridícula de que podemos vivir en un perpetuo estado de perdón y no tener esta condición impactando de manera adversa nuestra relación con Dios. Tenemos que dejar claro que en este pasaje, Jesús no está hablando de la salvación, sino más bien de un creyente que le ha sido perdonada una deuda imposible por Dios (Él está advirtiendo a los discípulos - no a los salvos.) Esta parábola nos enseña que ninguna ofensa en contra de nosotros es digna de ser comparada con nuestra ofensa en contra de Dios - un delito que El ha perdonado. Para nosotros, el estar dispuestos a perdonar a los demás muestra cuánto hemos considerado el perdón de Dios hacia nosotros. En los versículos 34 y 35 se nos informa que Dios no va a pasar por alto un espíritu que no perdona, Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas. El perdonar es tan importante para Dios que nuestro perdón (no para salvación, sino para tener comunión con Él) pende de un hilo. Habrá un precio a pagar si nos negamos a perdonar a otros. Y ese precio es enorme, es que “la gente se descalifica a sí misma de ser perdonada si están tan endurecidos en su propia amargura que no pueden o no quieren perdonar a los demás”. Un escritor puritano dijo una vez: “El que no perdona, destruye el puente a través del cual el perdón de Dios viene a él."

EL PROCESO DE RECONCILIACIÓN

Cuando nos han ofendido (Mateo 18:15-20)

Una vez que hemos decidido hacer las cosas como Dios dice, entonces debemos empezar a ver los detalles. ¿Qué se supone que debemos hacer si alguien ha pecado en contra nosotros o nos ha ofendido de alguna manera? La respuesta habitual es esperar hasta que la otra persona venga a nosotros. Después de todo, ellos fueron los que pecaron. Pero la Escritura no nos da esta opción, en cambio, debemos confrontar al ofensor (Mateo 18:15-20). Esto implica 4 pasos:

  1. El auto-examen, debemos examinar en primer lugar nuestros propios corazones y acciones antes de que nos acerquemos a otra persona (Mateo 7:3-5).
  2. Reprensión privada. Hay una serie de razones por las que el ofendido debe ir al autor de la ofensa: el ofensor puede incluso no saber lo que ha hecho, es posible que le haya entendido mal, podemos estar juzgando sus motivos, puede ser que no se haya dado cuenta de que usted ha sido lastimado, y puede que no este equivocado. Por lo tanto, esperar a que la otra persona venga a usted sólo complica la situación. Debemos ir con cuidado y en privado (Gálatas 6:1) con el ofensor y llegar a la raíz del problema. El propósito detrás de todo este procedimiento es ser reconciliado con un hermano. La mayoría de los problemas entre las personas se resuelven en este nivel, y nada más hay que hacer.
  3. Reprensión en grupos pequeños (Mateo 18:16). Si un pecador se niega a admitir su culpa y se arrepiente, no vamos a renunciar de inmediato. Hable con el pecador en presencia de dos o tres testigos - idealmente, personas espirituales.
  4. Disciplina de la Iglesia (Mateo 18:17). Cuando el creyente se niega a volverse del pecado, no se nos dice que lo ignoremos o lo perdonemos, sino que lo llevemos ante la iglesia. Si no van a escuchar a la iglesia, la iglesia debe eliminarlos de la comunión.

Cuando nosotros somos el ofensor (Mateo 5:21-24)

Una vez que reconocemos que hemos hecho mal a otro, inmediatamente debe convertirse en nuestra prioridad principal el buscar el perdón y la reconciliación con el que le hemos hecho mal. No importa si nos sentimos culpables, o si la otra persona tiene parte de culpa. Nos corresponde a nosotros eliminar la barrera entre ellos y nosotros. Así, en la idea bíblica, nunca debemos esperar a que la otra persona venga a nosotros. Si hemos pecado contra otro, o han pecado contra nosotros, debemos ir a nuestro hermano o hermana, y buscar la reconciliación.

¿Por qué es tan importante el perdón y la reconciliación? Se nos ha dado al menos dos razones en las Escrituras. La primera es para tener una correcta comunión con Dios. Según 1 Juan 4:20, usted no puede estar en buena comunión con Dios y estar en desacuerdo con su hermano - si hay algo que usted puede hacer al respecto. El segundo es llevar alivio a la otra persona. Los puntos de vista modernos sobre el perdón se enfocan en el alivio del ofensor. Se nos dice que busquemos el perdón para que podamos tener alivio, por que la culpabilidad nos carcomerá. Se nos dice incluso que perdonemos a nuestros padres muertos para que lo podamos superar. Pero las Escrituras siempre se centran en la otra persona. Dios nunca sugiere que perdonemos a fin de encontrar alivio personal (a pesar de que es a menudo un aspecto maravilloso de beneficio). Más bien, nosotros perdonamos a fin de hacer el bien a los demás como gratitud a Dios. Es sólo cuando dejamos de pensar en el dolor y la injusticia que otros han hecho a nosotros, que nos volvemos para dar lugar a la gran necesidad de la otra persona.

¿QUIÉN DEBE SER PERDONADO?

En este punto nos encontramos cara a cara con otro tema delicado - una que no presenta una solución fácil. Esto es en parte porque la Biblia parece enseñar dos cosas distintas cuando se trata de a quien tenemos que perdonar. En muchas Escrituras se nos dice que perdonemos a los que se arrepienten. Lucas 17 es un buen ejemplo de esto mismo. Aquí el Señor está enseñando a sus seguidores algunas valiosas lecciones sobre el perdón. Comienza por señalar que es nuestra responsabilidad reprender a un hermano que ha pecado (17:3 b). Esta frase por sí sola podría revolucionar la comunidad cristiana si se obedeciera. “Jesús no le permite ir a decirle a otros acerca de ello; a sentarse en un rincón y sentir lástima por si mismo, echarle la culpa a otros, o incluso a decirlo a los ancianos. Dice que vaya con quien le ha lastimado y hable con él al respecto”.

La palabra “reprender” aquí significa “reprender provisionalmente”. Es decir, que vaya con cuidado, dando al hermano la oportunidad de explicar cualquier malentendido.. Gálatas 6:1 dice que se debe hacer con cuidado. No estamos tratando de destruir a la gente o ser crueles. Estamos tratando de amar lo suficiente para ayudarlos a reconocer la gravedad del pecado en sus vidas y tratarlo a la manera de Dios.

Si una persona se arrepiente del pecado Dios nos pide que perdonemos - El rechazo del perdón no es una opción (17:3 c, 4). Pero alguien puede quejarse, “¿Cómo podemos saber si su arrepentimiento es sincero?” No podemos. Jesús dijo: Si dice que se arrepiente. No es nuestra obligación decidir la sinceridad del arrepentimiento que declara el individuo, es nuestra obligación de obedecer al Señor y perdonar.

El rechazo del perdón es una decisión de venganza. Carson escribe: “La persona que perdona en silencio entrega venganza, el derecho a vengarse". Si bien este perdón no es una opción, es condicional. El arrepentimiento es un requisito previo para el perdón. Dios no requiere el perdón, donde no hay arrepentimiento (lo comentaremos en nuestro artículo siguiente).

En este punto, Jesús hace hincapié en que la obediencia es necesaria si este proceso se cumple Para Su agrado (17:5-10). Al oír esto, los apóstoles clamaron: “Necesitamos más fe, si hemos de perdonar de esta manera.” La respuesta de Jesús es simple. Él dice: "No, no. Ustedes ya tienen suficiente fe - lo que necesitan es obedecer.” Lo que Jesús había hecho era exponer su problema real, que no era la falta de fe, sino la falta de obediencia.

Esta enseñanza sobre el perdón, enseñado a través de las Escrituras, y particularmente en Lucas 17 es suficientemente clara, ¿por qué luchamos para obedecer en este asunto? Algunos admiten honestamente que simplemente no les da la gana. El perdón es a menudo un duro trabajo, además, si también nosotros perdonamos con demasiada facilidad a la gente sólo van a aprovecharse de nosotros. Debido a que tendemos a pensar de esta manera, nuestro Señor nos proporciona una ilustración de un trabajador y un esclavo obediente. Al final del día, dice Jesús, su amoo ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos. (Lucas 17:9, 10). La obediencia a nuestro Señor no se basa en cómo nos sentimos.

Un número igual de creyentes resisten el proceso del perdón como se describe en las Escrituras, porque creen que “no funcionará”. Piensan que si se acercan a la gente de esta manera sólo los harán enojarse, o pensará que estamos siendo juiciosos, o tal vez vayan a dejar la iglesia. Estas cosas pueden o no suceder. Nuestra tarea no consiste en anticipar los resultados y determinar si obedecen o no a Dios. Más bien, debemos obedecer a Dios sin importar el resultado.

Pero, ¿qué vamos a hacer si el perdón no es posible? Discutiremos esto la próxima vez.

lunes, marzo 01, 2010

Los Milagros y Los Actos de la Providencia

Los Milagros y Los Actos de la Providencia

Por Phil Johnson

Hay una gran diferencia entre el control providencial constante de Dios en el orden natural de los acontecimientos cotidianos y Su milagrosa intervención ocasional en los asuntos del mundo. ISi tiene dificultades para entender la diferencia, he aquí una ilustración de la vida real, que espero que será de ayuda.


Entre abril de 1997 y abril de 2000, viví seis terremotos en cuatro continentes diferentes. Todos fueron bastantes significativos que los terremotos registrados entre el 4,9 y el 6,8 en la escala de Richter, este tipo de terremotos te hace detenerte y respirar con dificultad mientras te aferras a algo para salvar la vida. Pero los acontecimientos no eran realmente catastróficos (a menos que cuente el terremoto de 6,8 en Asís, en septiembre del '97, en el que murieron 10 personas y destruyó algunos antiguos frescos en el techo de la basílica franciscana. Aquel golpeó una hora después de haber viajado a Italia, mientras que Carey Hardy y yo estábamos de pie, literalmente, en la recepción de nuestro hotel, registrándonos)

Aquí está la lista completa, con la documentación:

Seis grandes terremotos que me acontecieron al final del Milenio
Dos terremotos de 5,0 al sur de California Abril 26 y 27, 1997
Terermoto de 6,8 en Asís, Italia, 26 de septiembre 1997
Terremoto de 5,3 Hollister, CA 12 de agosto 1998
Terremoto de 5.1 cerca de Queenstown, Nueva Zelanda 24 de abril 1999
Terremoto de 5,1 terremoto cerca de Pune, Maharashtra, India 12 de marzo 2000


Los dos primeros de los sismos golpearon en 24 horas de diferencia, mientras yo estaba en casa. Los demás ocurrieron en los lugares donde yo había ido a servir. La serie de terremotos en sí mismo parecía un giro bastante extraño de la Providencia. (¡Un terremoto ocurrió en todos los lugares que visité, prácticamente cada vez que viajé al extranjero, por tres años! ¿Qué posibilidades hay de eso?) Reconozco que me pregunté después de los terremotos cuarto y quinto, si estos temblores tenían algún tipo de significado apocalíptico, y si pretendían transmitir algún mensaje divino para mí personalmente.


También se me ocurrió que si yo fuera un charlatán carismático, podría haber explotado mi relación con los terremotos con gran fama en tiempo y credibilidad, simplemente inventando cualquier significado “profético” que pudiera imaginar y afirmar que los terremotos eran marcas divinamente inspiradas de puntuación de mis profecías. Después de todo, tenía múltiples testigos de mi presencia en los seis terremotos. El que está en Queenstown, Nueva Zelanda, sucedió mientras estaba predicando acerca de Jonás, justo después de que yo había hecho un punto de énfasis sobre la soberanía de Dios en las fuerzas de la naturaleza.


Si usted ha pasado algún tiempo en los círculos carismáticos, usted sabe que yo podría fácilmente haber vendido la idea de que los terremotos eran prueba de que estoy dotado de increíbles dones proféticos.


En realidad, el día antes del terremoto de Pune, un evangelista sanador de fe estadounidense puso en marcha una serie de reuniones al aire libre en Pune, en un terreno baldío en la calle, donde un amigo mío vivía. Este sanador era conocido por hacer profecías de juicios. Él había predicado en Pune, un año antes y profetizó una larga serie de desastres catastróficos, dijo que sería devastador para la región si la gente no se arrepentían –terremotos, inundaciones, hambrunas, etc.

Por supuesto, si usted hace suficientes profecías como esas, lo más probable es que usted va a conseguir que una de ellas sean ciertas (o lo suficientemente cerca) algún día. Puesto que el tema constante de este hombre es el desastre y ya había profetizado una gama de posibles catástrofes (tormentas, terremotos, desastres financieros, etc) las probabilidades eran bastante buenas que sería capaz de afirmar algo algún día.


Este terremoto golpeó el día después de su primera reunión en Pune, por lo que atribuyó de inmediato que el fenómeno fue enviado por Dios específicamente como un cumplimiento de sus profecías.


Ahora, este terremoto no era en absoluto un desastre. Fue suficiente para sacudirme de una siesta profunda y ponerme en un estado inmediato de oración ferviente mientras el ventilador del techo se balanceaban sobre mi cabeza. Se movió toda la ciudad, muy fuerte. Pero en realidad no le hizo ningún daño a una propiedad importante. Por lo que yo sé, ninguna vida se perdió.


Mi primer pensamiento, tan pronto como el temblor disminuyó, era ese tipo iba a afirmar esto como un cumplimiento de sus profecías.


Esa noche, más de 10.000 personas se presentaron para conocer de este profeta falso. No se dieron cuenta del hecho de que ningún desastre real sucedió. Las hambrunas y desastres financieros que había previsto no se materializaron. Hasta el terremoto en sí no fue realmente un desastre. Pero ese hombre lo reclamaba como prueba de que hablaba en nombre de Dios, y la gente le creyó.


Sucedió que yo estaba visitando a mi amigo en la calle esa noche, y acudimos de prisa para escuchar al tipo predicar por media hora o algo así. Fue la peor clase de falso profeta y charlatán, predicando un mensaje centrado en el hombre y de salud y prosperidad a las personas la gran mayoría de los cuales vivían en la pobreza extrema. Y tomó el dinero como “semilla de ofrenda de fe” que se suponía que los haría ricos. La cantidad de dinero que recolecto fue sorprendente. Luego, después de profetizar más juicio, tomó una segunda ofrenda.


Estaba aprovechándose de la superstición para beneficio personal.


La superstición es un temor o miedo irracional a lo desconocido, lo que resulta en una credulidad acerca de lo sobrenatural. En este caso, la superstición de la gente era deliberadamente manipulada y se intensificó por la deliberada confusión del predicador de toda distinción entre la intervención sobrenatural de Dios por milagros y su control providencial sobre todo lo que sucede.


Un milagro es un tipo particular de señal inconfundible de una manifestación de poder sobrenatural calculado para hacer frente a la incredulidad y provocar admiración-con el propósito de autenticar a un agente de revelación divina. Los verdaderos milagros no son meramente muestras arbitrarias del poder de Dios, sino que son manifiestamente sobrenaturales y son en sí mismos una forma de revelación.


El terremoto fue un suceso natural, no un “milagro”. No tenía más trascendencia que la “realización” de las predicciones del ojo desenfrenado de ese falso profeta de lo que tenía como un presagio de mi presencia en Pune. No había ninguna razón para verlo como un ejemplo de intervención inmediata y sobrenatural de Dios. No había ninguna razón para asumir que era un juicio especial contra los pecados de la gente en esa ciudad, como si ellos fueran más pecadores que los habitantes de Calcuta (Cf. Lucas 13:1-5. De hecho, había mucho mas evidencia de la misericordia que del juicio en la manifestación exterior providencial del terremoto en Pune). La única razón de que nadie asume lo contrario era pura superstición, agravada por las demandas de un hombre que fingía hablar por Dios, aunque claramente no lo hizo.


Al negar que tuviera significado sobrenatural manifiesto o un mensaje de revelación especial de Dios en el terremoto, ¿estoy sugiriendo que Dios no tuvo participación en el evento en absoluto? ¿Estoy diciendo que no tuvo ningún significado en absoluto, como si se tratara de un hecho fortuito, absolutamente carente de propósito divino? Por supuesto que no estoy diciendo eso.


Por el contrario, me gustaría insistir en que Dios siempre está obrando a través de la providencia, de manera que cada detalle de todo lo que sucede es parte de Su plan y propósito eterno –justo hasta los detalles “insignificantes” como el número de cabellos en su cabeza, o la caída de un gorrión (Mateo 10:29-30). No es necesario inventar una explicación “milagrosa” de cada paso de los acontecimientos extraordinarios, a fin de dar a Dios el debido crédito para el cumplimiento de Su voluntad en los asuntos humanos. De hecho, se minimiza el concepto bíblico de los milagros al imaginar que todo lo inusual califica como un “milagro”.


Estoy convencido de que todos los mandamientos claros y los mejores ejemplos de las Escrituras de que Dios quiere que busquemos normalmente un conocimiento de cómo Su voluntad y Sus propósitos se están cumpliendo providencialmente (en la medida en que tal conocimiento se nos da en absoluto) por la búsqueda de sabiduría en la Palabra más segura de la Escritura, en lugar de declaraciones de los “profetas” modernos sin credenciales que (creo que todos estamos de acuerdo) a menudo confunden su propia imaginación para la revelación de Dios.


Eso es verdad de las providencias ordinarias y extraordinarias por igual. Los milagros son una categoría totalmente diferente, y por definición, son sucesos extremadamente raros, incluso en las páginas de la Escritura.


If you mask the proper distinction between providence and miracles, you confuse things that ought to be clear—and such confusion always breeds superstition. Si cubre la distinción adecuada entre la Providencia y de los milagros, usted confundirá las cosas que deben ser claras y esta confusión siempre engendra superstición.


David Wayne, el JollyBlogger, tiene un articulo que establece bien este punto: “Los cesacionistas reformados creemos que Dios ha dejado de dar revelación, pero no ha dejado de defender, dirigir, disponer y gobernar a todas las criaturas, las acciones y las cosas. En otras palabras, Dios está obrando de una manera poderosa en todo momento.”


Adrian Warnock rechaza tal distinción: “Creo honestamente que es el cesacionista el que hace una distinción sobrenatural / natural muy grande.” Para mí, realmente no importa demasiado si Dios contesta mi oración por la sanidad de la rinitis alérgica de Phil Johnson por medio de un nuevo medicamento, su cuerpo de repente un día decide que ya no presenta síntomas. . . . . , milagrosamente cambiando algo físicamente mal con sus glóbulos blancos o por. . . . . Llevar a Phil a casa para estar con él y realizar el milagro de sanidad. I just want Phil to be healed." Sólo quiero que Phil sea sanados”.


Agradezco las oraciones y los buenos deseos, y estoy de acuerdo que la respuesta de Dios a la oración de Adrian (mediante el envío de lluvia eliminó la alta concentración de polen) fue tan sólo una respuesta a la oración como un milagro de sanidad que hubiese sucedido. También estoy de acuerdo que habría sido también una respuesta a la oración, si Dios me había llamado a casa.


Pero todavía no es exactamente lo mismo. Pregunte a Darlene si la opción de un Phil muerto y la opción del alivio natural son funcionalmente equivalentes en todos los sentidos, y va a explicar por qué no lo son.


Pero he aquí el punto principal: la fe, que ve la mano de Dios en la manifestación exterior natural de la providencia divina (y entiende que Dios es soberano sobre todos los detalles de todo lo que pasa) no es menor fe que el tipo de creencia que sólo puede ver a Dios en acción cuando interviene de manera espectacular, sobrenatural y milagrosa.