viernes, octubre 24, 2008

La Suficiencia de la Escritura - Parte 1

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La Suficiencia de la Escritura - Parte 1

Gary E. Gilley

(Agosto de 1995 - Volumen 1, Tema 10)

La infalibilidad es la creencia de que las Escrituras no contienen errores en el original. La infalibilidad garantiza la exactitud de los mensajes registrados contenidos en la Palabra.

Las Escrituras hoy están bajo ataque. Por supuesto, esto no es nada nuevo; podemos rastrear tales ataques hasta el Jardín del Edén. Lo que es nuevo en los círculos evangélicos es el paquete. Echemos un vistazo a tras a la historia reciente de la iglesia. En los 1920 y 1930 las diferencias entre iglesias conservadoras y liberales encabezaron los Estados Unidos. Luego de esta controversia vinieron denominaciones nuevas, comunidades, escuelas, misiones, etc., que se separaron de aquellos que ya no creían en el cristianismo Bíblico. Estas organizaciones estaban fundadas por creyentes que querían mantenerse firmes y “contender ardientemente por la fe” (Judas 3). Uno de los grandes problemas en aquel entonces (al igual que hoy), es el desarrollar concesiones con relación a lo esencial de la fe. Es decir, ¿qué verdades doctrinales están detrás de este compromiso? ¿Qué es lo que deben creer todos los cristianos que dicen ser ortodoxos, e inversamente qué es lo que pueden dejar a las convicciones individuales? En otras palabras, ¿cuál es lo no negociable de la fe? Una serie de volúmenes, publicados originalmente en 1909, conocida como Los Fundamentos para Hoy (Fundamentals for Today) fue un intento de contestar estas preguntas. Escrito por algunos de los estudiosos conservadores más distinguidos y líderes de la iglesia del día, Los Fundamentos se ocuparon de las doctrinas de la Cristología y la Soteriología, pero casi la tercera parte de los ensayos se referían a la veracidad de la Escritura. Lo que emergió de esto fue lo que s vino a conocer como el movimiento fundamentalista. Un fundamentalista era uno que se apegaba a los fundamentos de la fe, primordialmente descritos en Los Fundamentos. Una de aquellos fundamentos fue la creencia en una Biblia infalible e inerrante. Al pasar el tiempo aquellos conocidos como evangélicos se dividieron completamente del fundamentalismo. Los evangélicos todavía se mantienen en los fundamentos de la fe, pero creían que había más lugar para comprometer y trabajar con aquellos que negaban algo de lo esencial. Por supuesto, hoy hay muchos subgrupos bajo estos títulos, pero ese no es nuestro tema. Nuestro punto es que por definición, todo los fundamentalistas y evangélicos supuestamente se apegan a la creencia de que la Biblia es las misma Palabra de Dios, sin error en el original, y está en lo correcto en todo lo que afirma.

Sin embargo, mientras el campo fundamentalista ha continuado firmemente sujetando esta posición, ha habido cierta evidencia de debilitamiento en el lado evangélico. Por ejemplo, en 1976 Harold Lindsell, el anterior editor de Christianity Today y típico evangélico, escribió un libro designado La Batalla por la Biblia. En este libro, él documentó el compromiso que estaba teniendo lugar con respecto a la infalibilidad e inerrancia Bíblica en tales organizaciones evangélicas como Seminario Fuller, la Convención Bautista del Sur, y la Iglesia Luterana – El Sínodo Missouri. El libro no tuvo una buena acogida. Pero, él le dio seguimiento en La Biblia En Balance en un intento por mostrar el peligro que el mundo evangélico estaba enfrentando por su erosionada perspectiva de la Escritura. Él escribió, “hoy un número creciente de evangélicos que no tienen el deseo de hacer a la inerrancia una prueba para la comunión” (p303). Su lamento a todo lo largo del libro es que el evangelicalismo estaba lentamente perdiendo su convicción de una Biblia inerrante. Sin embargo, él también creyó que los fundamentalistas se mantenían firmes en las Escrituras. Pocos prestaron atención a las advertencias de Lindsell, y como consecuencia fue cada vez más difícil definir a un evangélico. Recientemente, en un esfuerzo inútil de definir el término, una publicación renunció que un evangélico de hoy es alguien que dice serlo. Ya no hay más definiciones. Lindsell sugirió en 1979 que todos los cristianos que tienen el deseo de mantener una perspectiva ortodoxa de las Escrituras pueden querer regresar al término “fundamentalista” aun con todas de sus connotaciones negativas (Ibid P320). Con esto felizmente estamos de acuerdo, si por el término queremos decir uno que respalda lo esencial de la fe incluyendo una Biblia inerrante e infalible.

Sin embargo, nosotros que aceptamos la etiqueta fundamentalista tenemos nuestros problemas con relación a las Escrituras igualmente. Mientras firmemente respaldamos la infalibilidad e inerrancia, tristemente hemos transigido en la suficiencia. Por la suficiencia de la Escritura, queremos decir que la Biblia es adecuada para guiarnos en toda verdad relacionada con la vida y la santidad. Basado en pasajes tales como 2 Ped. 1:3; 2 Tim 3:15-4:2 y el Salmo 19 creemos que las Escrituras solas (a través del poder del Espíritu Santo) son capaces de enseñarnos cómo vivir la vida, cómo madurar en la santidad, cómo manejar los problemas y cómo conocer la verdad. La Biblia no necesita ayuda de la sabiduría y las experiencias de los hombres. Aún, la inmensa mayoría tanto de evangélicos como los fundamentalistas creen que las Escrituras son ya inadecuadas e incompleto en comunicar lo que el cristiano necesita saber para tratar con los asuntos de la vida. De esta forma creen que es necesario algo adicional a las Escrituras.

Una vez más, no hay nada nuevo acerca del pueblo de Dios creyendo que la Biblia es insuficiente para encontrar sus necesidades. Col 2 describe una iglesia durante la era del NT que sintió que fue necesario añadirle varias cosas a las Escrituras para crecer hacia la madurez. La iglesia en Colosas aparentemente se había caído bajo la influencia de las etapas iniciales del gnosticismo. El gnosticismo enseña que ciertos cristianos están al tanto de una fuente mística de conocimiento más allá de las Escrituras. Si uno quisiese crecer hacia la madurez, según los gnósticos, tenían que contactarse con aquellos de más conocimiento Bíblico a través de los métodos que enseñaron. Los colosenses, bajo esta influencia, estaban dejando atrás su instrucción inicial con respecto a la vida cristiana (v. 1-7) y estaban siendo conducidos con engaño añadiendo cinco cosas a la Palabra de Dios:

LA FILOSOFÍA:

Colosenses 2:8-15 advierte del peligro de ser tomado cautivo a través de la filosofía y el engaño hueco. “La filosofía” quiere decir “amor a la sabiduría” y el libro de Proverbios nos dice que el amor a la sabiduría es una búsqueda digna (Prov 4:6). Entonces, Dios no está en contra del amor a la sabiduría; Él está en contra del tipo de sabiduría errónea. Pablo advierte de una seudo-sabiduría que se identifica por tres características: 1) es de acuerdo a las tradiciones de los hombres. Es decir, ésta es una sabiduría que proviene de la mente de los hombres y no de la mente de Dios. 2) es de acuerdo a los principios elementales del mundo. Ésta es probablemente una referencia al intento de ganar sabiduría esotérica a través de un medio místico, algo que los gnósticos amaron (vea v.18). 3) no es de acuerdo a Cristo. La sabiduría verdadera es encontrada en Cristo, “en a quién están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento” (v.3). Los Colosenses iban en busca de sabiduría en el lugar equivocado. Lo que estaban buscan lo encontrarían en Cristo, a través de la Palabra, no en las filosofías de los hombres. La iglesia de lo 1990 una vez más ha caído al pozo de la filosofía humana para descubrir cómo vivir la vida. Esto es más obvio en el intento por integrar la psicología humanística con las Escrituras. La así llamada psicología cristiana es la perspectiva de que la Biblia no es adecuada para satisfacer las necesidades personales más profundas y emocionales de las personas. La Biblia es suficiente para las preocupaciones espirituales y dificultades menores, pero las personas que tienen verdaderos problemas necesitan la ayuda de la psicología. Nos ocuparemos a fondo de este asunto en el futuro.

El LEGALISMO:

Todo el mundo piensa que sabe lo que es el legalismo, y nadie, incluyendo los fariseos, alguna creyeron que eran legalistas. Col. 2:16-17 describe el legalismo como especializarse. Es vivir para las sombras en lugar de la sustancia. Es la creencia de que el guardar ciertas reglas y rituales se puede ganar el favor de Dios. Estas reglas y estos rituales casi siempre son cosas que no emergen directamente de la Palabra. Por consiguiente, el peligro recae en el hecho de que le hemos añadido nuestras ideas a las de Dios para madurar en la santidad. Nosotros, en esencia, declaramos que la Palabra de Dios es insuficiente para instruirnos sobre como vivir la vida; por lo tanto le debemos echar una mano.

El ASCETISMO:

El ascetismo se basa en un malentendido de nuestros cuerpos humanos. Es la idea de que Dios quedará impresionado y nos haremos más santos si privamos nuestros cuerpos humanos de aun aquellas cosas que son buenas. La falla principal, como Pablo dice, es que es una “religión lograda por esfuerzo propio,” y así una vez más es una adición a la revelación de Dios (Col 2:20-23).

El PRAGMATISMO:

El pragmatismo no es específicamente mencionado en Col 2, pero no obstante impregna el pasaje entero. El pragmatismo es el error de determinar la verdad por lo que parece surtir efecto. Si algún método, o concepto parece ser exitoso, si las personas se sienten mejor, si responden al evangelio o van a la iglesia más a menudo, entonces debe ser de Dios. En lugar de que la Palabra de Dios determine cómo vivimos y lo que hacemos, el pragmatismo interviene y domina. Quizá, esto está más evidente en el movimiento de igle-crecimiento de hoy. Como John MacArthur dice, “los asistentes de la Iglesia se ven como los consumidores que tienen que estar vendidos a algo que les agrade. Los pastores deben predicar lo que quieren las personas escuchar en vez de lo que Dios quiere que sea proclamado” (Nuestro Suficiencia en Cristo). Mucho más iglesias y líderes de la iglesia están más preocupados acerca de qué es lo que funciona en vez de que es lo Bíblico.

El MISTICISMO:

La adición final a la Palabra de Dios es una que nos gustaría pasar más tiempo intercambiando opiniones. Pablo describe el misticismo/experiencia en Col 2:18,19. Los gnósticos enseñaron que ciertas elites habían recibido el don de inspiración directa a través del Espíritu Santo. Estos momentos de inspiración dieron lugar a las visiones, sueños, y encuentros con ángeles (vea Gnostic Gospels Pp49, 139-142, 163-166). Esto dividió la iglesia en dos clases, los ricos y los pobres (lo verdaderamente espirituales y lo no espirituales). Los paralelos con el movimiento moderno Carismático de nuestros días son difíciles de perder. Desde los 1960's, la iglesia ha estado dividida en dos campos: Aquellos que poseen dones sobrenaturales y reciben revelación especial de Dios y aquellos que no los tienen. Mientras que hay numerosos errores en el movimiento Carismático, el corazón de sus problemas es encontrado directamente en estas palabras: Basan su teología en las experiencias en vez del fundamento de Jesucristo que es encontrado en Su Palabra. El resultado final es que tales personas son “defraudadas”. Pasan por alto la verdadera vida Bíblica debido a sus creencias. Desafortunadamente, la influencia del movimiento Carismático ha infiltrado a muchos que negarían cualquier envolvimiento en ese sistema. En nuestra siguiente carta, queremos documentar cómo la perspectiva de las Escrituras del movimiento Carismático sutilmente ha cambiado la perspectiva de la revelación de Dios de muchos evangélicos y fundamentalistas.

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