El Evangelismo del Llamado al Altar
Por Paul Alexander
Por lo que podemos ver desde nuestra percha pequeña aquí en DC, el método de invitación de llamado al altar está aún en uso hoy. Es decir, no es casi tan prominente como solía estar en la cumbre de las cruzadas de Billy Graham. Algunos han dejado de llamar a las personas a recorrer el pasillo y hacer una decisión pública por Cristo porque piensan que su teología insinúa que invitar a las personas a responder a Cristo es innecesario. Otros han dejado de llamar a las personas a pasar al frente porque piensan que todos los que alcanzan a oír ya son salvos.
Aún, hay muchas iglesias por ahí que cantan la última estrofa de Have Thine Own Way solo un vez más como para esperar al pecador convicto a que salga de la banca hacia una relación nueva con Cristo. Pero si bien esto es todavía algo popular, pensamos que el sistema de invitación ha hecho más daño que bien entre muchas iglesias evangélicas. No implementamos un llamado al altar en ningún servicio aquí en Capitol Hill Baptist, y desalentaríamos a otras iglesias a hacerlo también. Pero no nos abstenemos porque somos hiper-calvinistas o universalistas. Así que ¿Por qué menospreciar una tradición avalada por el tiempo?
1. El llamado al altar con demasiada facilidad confunde el acto físico de “pasar al frente” (caminando por un pasillo) con el acto espiritual de “venir a Cristo" (el arrepentimiento y la fe). Las personas son instadas a responder al llamado como si ese pasar al frente fuese el elemento crítico de convertirse. Pero lo que se requiere para la salvación no es caminar por el pasillo. Es arrepentimiento de pecado y fe en Jesucristo (Marcos 1:15). El arrepentimiento inicial y la fe – la conversión – pueden ocurrir dondequiera, en el banco de la iglesia o en el bar.
2. Esta confusión engaña a las personas acerca de su estado espiritual. Alienta a las personas a pensar que han respondido al evangelio salvándose de corazón solamente porque han respondido al llamado externamente y le han pedido que haga una oración en el altar. Pero esto no es necesariamente cierto. Simplemente no es el caso que solamente porque alguien responde al llamado después del sermón, este ha respondido al evangelio en arrepentimiento y fe. Hebreos 6 advierte que existen personas que no solo no han respondido al llamado, sino que “es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero” quien, a pesar de estas pruebas aparentemente convincentes, no gustan “de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación” (Heb 6:4-5, 9; Para un tratamiento histórico, vea a Evangelicalism Divided Carlisle, PA: Banner Of Truth, 2000 de Iain Murray). En otras palabras, hay un tipo de experiencia espiritual verdadera del Espíritu Santo, un oír verdadero de la palabra, y aun una observación del poder de Dios, no obstante esto no es salvación. ¿No es esto también el punto de la parábola del Sembrador (Marcos 4:1-20)? El movimiento espiritual temporal, externo y emocional no necesariamente implica una conversión interna.
3. Esta confusión a menudo obscurece los requisitos del arrepentimiento y la fe. Esto es a menudo como las personas son conducidas engañosamente a pensar que son cristianos cuando de hecho no lo son. Miles de sermones han sido predicados que han fracasado para presentar el arrepentimiento y la fe (Marcos 1:15) como la forma no negociable de responder al evangelio en salvación. Entonces las personas reciben instrucciones de responder al llamado para “aceptar a Jesús” (un lenguaje no encontrado en ninguna parte de la Biblia), y son alentadas sobre esa base a sentirse seguras de su salvación y aun alentadas a unirse a la membresía de la iglesia local, nunca se les dice que deben arrepentirse de sus pecados y que deben creer en el evangelio si han de ser perdonadas. Y aun si el arrepentimiento y la fe fueron predicados en el sermón, a menudo a las personas que pasan al frente no se les advierte que ellos –individualmente– deben arrepentirse de sus pecados y deben depositar su confianza en Jesucristo y deben llevar fruto bueno y duradero que confirme la autenticidad de su profesión inicial; (Mat. 7:15-27 Juan 15:8, 16). Solo son alentados a responder al llamado y “tomar una decisión por Cristo" o “aceptar a Jesús en su corazón”. Estas personas son así amablemente pero dañinamente engañadas en pensar que se salvan porque respondieron al llamado, hicieron una oración, y fueron recibidas en la membresía de una iglesia local en el acto. Sin arrepentimiento, sin fe, sin santidad confirmada – aunada a la falta de salvación.
4. Esta confusión alienta a las personas a basar su seguridad en un antiguo acontecimiento. El caminar por el pasillo o la oración hecha se convierte en una piedra falsa de recuerdo que se evoca para asegurarse de ello a pesar de su falta de crecimiento o el estilo de vida manifiestamente pecaminoso. Pero la Biblia nos dice a nosotros que no basemos nuestra seguridad en una oración hecha o en el caminar por un pasillo en el pasado cada vez más distante. Nos dice que miremos nuestro amor presente y creciente hacia los demás (1 Juan 4:8,20)), la santidad presente y creciente de nuestros estilos de vida; (Mat. 7:15-27, 1 Juan 3:7-8, Heb 12:14), y la ortodoxia presente y creciente de nuestra doctrina (Gal. 1:6-9; 2 Tim 4:3; 1 Juan 4:2-3; 15).
5. Esta confusión llevan a los falsos convertidos a una falsa seguridad en la membresía de la iglesia. Esto es terrible individualmente porque la persona piensa que él se salva pero no lo es. Y es terrible colectivamente porque estos creyentes falsos son bienvenidos como miembros, comprometiendo la pureza de las listas de membresía de la iglesia y continuando en el pecado en maneras que comprometen la pureza del testimonio corporativo de la iglesia local en la comunidad. La iglesia es el programa de evangelismo de Dios (Juan 13:34-35). Darles la bienvenida a miembros no convertidos por el uso de métodos de evangelismo confusos es cederle el campamento al enemigo, haciendo del evangelismo algo más difícil.
6. El llamado al altar hace que la conversión parezca como una obra del hombre, cuándo de hecho es una obra de Dios. El arrepentimiento y la fe son dones de gracia que Dios otorga sobrenaturalmente, no por obras meritorias que los hombres realicen pasando al frente o haciendo una oración (Hechos 11:18; Efes 2:8-9; 2 Pedro 1:1).
7. El llamado al altar confunde a las personas con respecto a un lugar santo. Hace que la parte frontal de la iglesia parezca como el único lugar para verdaderamente “negociar” con Dios. Pero una teología bíblica del lugar santo prohíbe tales nociones. El interior de un edificio de la iglesia no es más sagrado que cualquier otro sitio ahora que Jesús ha resucitado y ha enviado a Su Espíritu en nuestros corazones. Mientras que la presencia de Dios solía ser localizada de manera representativa en el tabernáculo o en el templo del Antiguo Testamento, el nuevo pacto introduce al corazón de cada creyente a la presencia de Dios. Nuestros cuerpos humanos son los templos del Espíritu Santo, no nuestros edificios de la iglesia (1Cor 3:16-17; 6:18-20; Vea esp. 2 Cor 6:16).
8. El llamado al altar confunde “el pasar al frente” con el bautismo. Confunde el “pasar al frente” como la profesión de fe pública inicial que Dios requiere. Según la Biblia, el bautismo es la forma inicial en la cual nos identificamos nosotros públicamente con el pueblo de Dios (Mat. 28:18-20; Rom 6:1-6).
9. El llamado al altar distrae a los cristianos del punto central del servicio. La reunión semanal principal de la iglesia está dirigida a la edificación de los creyentes (1Cor 14:3, 4, 5, 6, 12, 17, 26). Pero llevar cabo el llamado al altar es a menudo para alentar al cristiano a aplicar el mensaje a los incrédulos y no a ellos mismos. En lugar de auto-examinar sus propios corazones, el llamado al altar a menudo deja a los cristianos examinar los corazones de otros – y salen afuera sintiéndose mejor de lo que debiesen acerca de sí mismos.
¿Pero nuestra reticencia para extender llamado al altar significa que nuestro celo evangelístico ha dejado de fluir? No. Siempre deberíamos invitar incrédulos a una relación con Cristo, ya sea en el domingo por la mañana en iglesia o en la tarde del sábado por los alrededores. ¡No limitemos nuestras invitaciones evangelísticas para los domingos al mediodía! Pero debemos ser precavidos en cómo los invitamos para que tanto nuestro mensaje y la respuesta requerida sea clara.
Al invitar a las personas a una relación con Cristo en el contexto de una reunión de la iglesia, primero debemos tener el cuidado de presentar el evangelio claramente – Dios, hombre, Cristo, respuesta. Dios es nuestro Creador santo y nuestro Juez justo. Todas las personas han pecado en contra de él, tanto en Adán como nuestro representante corporativo, y en nuestras vidas individualmente. Ese pecado merece muerte eterna – la separación de Dios en el Infierno. Pero Dios envió a Jesucristo a morir la muerte que merecíamos por nuestro pecado y nos reconciliemos con El. Y El requiere que nos arrepintamos de nuestros pecados – alejarnos de él – y creer en la divina justicia y el sacrificio substituto de Jesucristo. Cuándo los hacemos – y sólo entonces – Dios nos acredita la justicia de Cristo, y comienzan a llevar nuestro carácter en conformidad con Su Santidad.
Una vez que hemos presentado el evangelio claramente, necesitamos asegurarnos de que ninguna otra respuesta puede ser confundida con la respuesta correcta de la fe y el arrepentimiento verdadero, y perseverante. Para hacer eso, podemos necesitar suspender llamar a las personas al altar, o aun dejar de pedir la oración del pecador a las personas puesto que nunca encontramos a Pablo o a Pedro o a Jesús haciendo eso, ni ordenándonos a que hagamos eso. Si nuestra situación de la iglesia es tal que el pastor es incapaz de descontinuar tales prácticas sin hacer estragos en la unidad de la iglesia, entonces lo menos que debería hacerse es que el pastor explique públicamente que el pasar al frente o realizar una oración no deberían confundirse con la respuesta salvadora hacia el Evangelio. El arrepentimiento y la fe es la única respuesta de salvación – si importar si haya pasado al frente o haya hecho una oración.
Luego, sería sabio dirigir entrevistas individuales de membresía en las cuáles los miembros potenciales, los nuevos o antiguos convertidos, se les pide que den una explicación breve del evangelio y la respuesta correcta correspondiente, junto con algunas pruebas afirmativas de ese arrepentimiento en un estilo de vida piadoso en un período de tiempo. Esta práctica, a la vez potencialmente intimidante, lo vale, porque asegurará que los miembros potenciales hayan entendido y respondido al evangelio bíblicamente en salvación, y evidencia su sinceridad en un estilo de vida converso. Este cuidado los protegerá a las personas de un autoengaño espiritual, conservará la pureza de la membresía de la iglesia local, y protegerá la pureza del testimonio de la iglesia local en la comunidad al rechazar en la membresía a aquellos que no tienen el poder del evangelio para abandonar su pecado.
Para Lectura Adicional
Si a usted le gustaría leer más acerca del método en el evangelismo, vaya Mark 5 sobre Evangelismo en 9 Marks Ministries. Para más sobre el sistema de invitación, contacte a Christian Communicators Worldwide para su folleto titulado Los Peligros del Sistema de Invitación, por Jim Ehrhard, o lea el folleto de Iain Murray titulado El Sistema de Invitación, publicado por Estandarte de la Verdad. Para un tratamiento histórico del método evangelístico y su papel en el movimiento ecuménico en los últimos 50 años, lea Evangelicalism Divided de Iain Murray (Carlisle, Pensilvania: El Estandarte de la Verdad, 2000). Si usted está interesado en las raíces históricas del sistema de invitación, lea Revival and Revivalism de Iain Murray (Carlisle, Pensilvania: El Estandarte de la Verdad, 1994).
Traducido pro Armando Valdez
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