Cuando el Pecado se ve Delicioso

Por Tim Challies

¿Alguna vez tiene esos días donde usted solo quiere pecar? El pecado ve delicioso, mientras que la justicia se ve de mal gusto. El pecado se ve satisfactorio y la santidad parece frustrante. Te despiertas por la mañana con el deseo de hacer lo que usted sabe que no debe desear hacerlo. Su corazón hace eco con lo que Dios dijo a Caín: “el pecado está a la puerta. Su deseo será para ti.” Y su deseo es para él.

¿Qué se hace en un día así?

Tome la Culpa

“Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie. Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte.” (Santiago 1:13-15). El pecado toma ventaja de sus deseos pecaminosos prometiendo la satisfacción en la expresión y satisfacción de esos deseos. Tome la culpa por querer pecar. ¡Usted quiere pecar, porque es un pecador!

Observe a Satanás

“Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar. Pero resistidle firmes en la fe, sabiendo que las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.” (1 Pedro 5:8-9). Satanás sabe que usted es propenso al pecado y usted sabe lo suficiente como para conocer sus tentaciones específicas para pecar. En los días en que usted es tentado a pecar, usted bien puede estar enfrentando sus ataques. Cuando el pecado se siente extrínseco, viniendo de fuera tanto como de dentro, prepárese para resistir al diablo.

Hable con Dios

“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que seáis capaces de firmes contra las asechanzas del diablo. … Orando en todo tiempo en el Espíritu, con toda oración y súplica” (Efesios 6:11, 18a). Cuando alguno es tentado a pecar, se le indica que debe vestirse de toda la armadura de Dios, el cinturón de la verdad, la coraza de justicia, y así sucesivamente. Cada una de estas piezas de la armadura se visten y se despliegan a través de la oración. Resistes el pecado y resistes la tentación al humillarse en la oración y clamar a Dios por su fortaleza.

Hable con Alguien Más

“Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho.” (Santiago 5:16). Dígale a su esposo o esposa, su colega, su amigo, su socio de responsabilidad. Confiese su deseo. Que sea tan simple como lo que realmente es: “Yo quiero pecar hoy. El pecado se ve deseable; La santidad parece aburrida.” Pida oración en ese momento y pídales que hablen con usted más tarde para preguntar si y cómo resistió a la tentación. Así como ellos pueden orar con usted, ahora para pida la ayuda de Dios, pueden orar con usted más tarde para regocijarse en su liberación.

Predique el Evangelio

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17). Predique esta gran verdad del evangelio a usted mismo. Como cristiano, usted ha sido comprado por Cristo. Usted le pertenece a él. Usted es propiedad de él. Se le ha dado todo lo necesario para resistir: la capacidad y el deseo. Usted es una nueva creación y tanto puede y debe comportarse como tal. Predíquese el evangelio a usted mismo y recuerde quién es usted.

Resista la Tentación

“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla.” (1 Corintios 10:13). Dios promete que él no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis resistir, sino que siempre proporcionará una vía de escape. Él proveerá una salida, pero usted todavía tiene que tomar ventaja de esa salida. Hable con Dios, pídale que haga el camino libre, y pídale que os dé gracia para soportarlo. A menudo, resistir la tentación es tan simple como esto: ¡No peques! Resuelva que no va a pecar y luego siga resolviendo con obediencia obstinada.

Confíe en los Patrones de Piedad

“5 Por tanto, considerad los miembros de vuestro cuerpo terrenal como muertos[a] a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría….Pero ahora desechad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, lenguaje soez de vuestra boca. … y os habéis vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de aquel que lo creó; …Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia.. Y sobre todas estas cosas, vestíos de amor, que es el vínculo de la unidad. Y que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, a la cual en verdad fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.” (Colosenses 3:5-15). La vida cristiana es una obediencia de por vida de sustitución de patrones y hábitos impíos con patrones y hábitos santos. Continuamente nos despojamos del hombre viejo y nos revestimos del nuevo. Cuando enfrentamos a la tentación te verás tentado a volver a caer en los viejos hábitos y tendencias. En su lugar, rechace los viejos patrones de impiedad y descanse en y siga las pautas de la piedad que ha desarrollado.

De Gracias

“Estad siempre gozosos; orad sin cesar; dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús.” (1 Tesalonicenses 5:16-18). Si la tentación nace del deseo pecaminoso y las falsas promesas de satisfacción a través de lo que Dios prohíbe, la solución es dar gracias. Cuando la tentación se centra en todo lo que no tiene, la acción de gracias se centra en todo lo que se le ha sido dado gentilmente. Cuando usted está tentado a pecar, de gracias a Dios por sus buenos dones. Cuando se le ha librado de la tentación del pecado, de gracias por su gracia propicia.