La Fe Tiene Sus Razones
Por RC Sproul
Los Cristianos de todas las tradiciones teológicas durante siglos han confesado su fe recitando el Credo de los Apóstoles. En otro lugar he enseñado sobre el contenido real de este credo, pero si hay un aspecto de esta confesión que a menudo dejamos de reflexionar, es la apertura del credo: Creo.
Aquí quiero considerar la fe en relación a lo que se ve a menudo como su opuesto –la razón y la percepción de los sentidos. La epistemología es la división de la filosofía que trata de responder a una pregunta: ¿Cómo sabemos lo que sabemos, o cómo sabemos lo que es verdad? La razón, la percepción sensorial, o alguna combinación de los dos han sido una de las respuestas más comunes a esta pregunta básica.
Nuestras mentes funcionan de acuerdo a determinadas categorías de racionalidad. Tratamos de pensar de una manera lógica y coherente. Nuestros juicios y deducciones no siempre son correctas y legítimas, pero nuestras mentes siempre buscan lógica, modelos inteligibles. Algunas personas dicen que nos encontramos con el verdadero conocimiento exclusivamente dentro de la mente. Estos “racionalistas,” enfatizan la mente y la razón como las fuentes del conocimiento verdadero.
La mente procesa la información que adquirimos con nuestros cinco sentidos. Nuestras mentes actúan sobre lo que vemos, oímos, sentimos, olemos y gustamos. La percepción es la experiencia de estar en contacto con el mundo externo, y “empiristas” enfatizan la percepción sensorial como la verdadera base de conocimiento.
El método científico combina la percepción de los sentidos y la razón. En experimentos científicos reunimos hechos con nuestros sentidos. Nuestras mentes entonces sacan conclusiones, razonando a través de lo descubren nuestros cinco sentidos. Algunos quieren oponer esta forma de aprender a la fe, pero no encuentran en las Escrituras la idea de que la fe es una percepción irracional ó anti-sentido. De acuerdo a la Palabra de Dios, la percepción de la razón y el sentido forman el fundamento del conocimiento. La fe descansa en este fundamento, pero nos lleva más allá de ella.
Vivimos en la era más anti-intelectual de la historia, e incluso muchos cristianos creen que podemos compartimentar la fe como una forma de conocer completamente separado de la percepción, de los sentidos y la razón. Sin embargo, como Agustín nos dijo hace siglos, ¿cómo recibimos el conocimiento de Dios, si no fuera accesible a la mente humana? ¿Podríamos decir que “Jesús es el Señor,” sin una cierta comprensión de lo que el término Señor significa, lo que el verbo es indica, y a quien se refiere el nombre de Jesús? No podemos creer en el evangelio sin que nuestra mente lo comprenda hasta cierto punto.
El cristianismo también cuenta con un libro, la Biblia, que está diseñado para nuestra comprensión.¿Por qué Dios nos daría un documento escrito si la fe no pasara por la razón del todo? Por otra parte, la percepción sensorial es fundamental para la historia bíblica. Lucas escribió esas cosas de las que tenía testimonios de testigos presenciales (Lucas 1:1-4). Pedro dijo que los apóstoles no proclaman mitos inteligentes, sino lo que vieron con sus ojos y escucharon con sus oídos (2 Pedro 1:16). Los escritores bíblicos nos hablan de hechos reales en la historia que ellos vivieron. El cristianismo no es ahistórico. Dios se revela a sí mismo con referencia a la historia: Él es "el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob" (Ex. 3:16).
La fe nunca nos exige que crucificamos nuestra mente o neguemos nuestros sentidos. No es virtud hacer un "acto de fe", si eso significa que nos sumergimos en la irracionalidad. La Biblia nunca nos llama a dar un salto a la oscuridad, sino saltar de la oscuridad hacia la luz.
El Nuevo Testamento define la fe como la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve (Hebreos 11:1). Esto no significa que la fe está en contra de lo que vemos. Se nos llama a confiar en Él, a quien no hemos visto –Dios, pero El no ha permanecido totalmente invisible. Hemos visto la obra del Señor en este mundo, que Calvino llamó “un magnífico teatro de la revelación natural.” Un día lo veremos directamente en la visión beatífica de Su gloria, pero hasta entonces, El no se ha quedado sin un testigo en la creación.
La revelación es la tercera categoría del conocimiento. El cristianismo es una religión revelada. El Dios cristiano no es mudo. Cuando se habla de la fe como la convicción de lo que no se ve, estamos hablando de creer en el Señor quien lo ha dicho. No sólo creer en Dios, sino creerle a Dios. Creer a Dios por las cosas que no podemos ver ahora es la esencia de la fe, pero no es una fe irracional y acientífica. Dios hace que sea muy racional que yo crea que El está allí. El se ha mostrado a sí mismo en el orden creado. El se divide en el tiempo y el espacio. Jesús vino en la carne, fue visto, resucitó de entre los muertos en la historia. Los Apóstoles dan testimonio de estos hechos en la Escritura, registrando esas cosas que presenciaron con sus sentidos.
No es irracional creer en Aquel que se reivindicó a Sí mismo como la encarnación de la verdad. Esto no es fe ciega, sino fe que abraza el testimonio. Los opuestos reales de la fe no son la razón y la percepción de los sentidos, sino la credulidad y la superstición. La credulidad, o credulismo ingenuo, cree algo que no tiene ninguna base en la realidad. La superstición cree en cosas mágicas que no tienen nada que ver con la Escritura.
Encontramos la superstición y la credulidad en toda la iglesia. Es por eso que continuamente medimos nuestra fe por la Palabra de Dios y nos aseguramos de que estamos asintiendo lo razonable, el testimonio histórico de los profetas y de los apóstoles en el triunfo de Cristo. La fe no es un mero asentimiento intelectual. No somos salvos simplemente porque afirmamos la verdad de ciertos hechos, sino porque confiamos en la Persona que los hechos revelan. Por lo tanto, la fe es sin duda más que el conocimiento. Pero no es menos.
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