No Tenemos Por Qué Tener Miedo
Por Tim Challies
La semana pasada compartimos una cita del libro de Edward Donnelly La Enseñanza Bíblica Sobre la Doctrina de Cielo y el Infierno . Hoy quería compartir otra destacada que se destacada y de gran estímulo. Léala y sea bendecido en este día.
Lo que es... asombroso es que nuestro Señor y Salvador, también será asombrado cuando El nos mire a nosotros en el cielo. Contemplando a su pueblo, El se llenará de afecto y deleite. “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho” (Isaías 53:11).
Eso será el caso de su obra redentora en general. Cristo verá todas sus ovejas que reunidas seguras, todo el mundo de los elegidos en la gloria. No habrá espacios vacíos, no habrá ninguno perdido ni ausente. No sentirá ninguna sensación de falta de plenitud o de que lamentarse. Él se sentirá satisfecho con los resultados del trabajo de su alma.
Pero el Señor Jesús también estará satisfecho con cada uno de nosotros individualmente. Podemos encontrarlo difícil de creer, porque estamos lejos de estar satisfechos con nosotros mismos. Muy conscientes de nuestras debilidades y limitaciones, con frecuencia somos desconfiados con nosotros mismos, avergonzados de lo que somos. No nos vemos a nosotros mismos como agradables, así que ¿cómo podría Cristo amarnos? Un temor persistente entra en nuestras mentes, que a pesar de que El es gentil y amable mientras El nos da la bienvenida en los cielos, El, al mismo tiempo sentirá una sensación distinta de decepción. No podemos esperar ser lo que El esperaba.
No tenemos por qué tener miedo, porque para ese entonces vamos a estar transformados, conforme a Su semejanza. La obra de Dios de la gracia en todos y cada uno de nosotros se ha llevado a tal grado de perfección que el Señor será arrebatado de amor por su esposa, “una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa semejante” (Efesios 5:27). Vamos a ser todo lo El quería, todo lo que deseaba. Seremos el pueblo que eligió para estar con El para siempre. “Cuán hermosa eres, amada mía, cuán hermosa eres….” El exclamará (Cant.. 1:15). Luego, seremos capaces de decir con certeza gozosa: “Jesús me ama, yo lo sé.” Eso será el cielo.
Es Cristo mismo lo que verá en nosotros, es El mismo lo que amará en nosotros. Es por eso que se nos promete que “seremos semejantes a él” (1 Juan 3:2). Porque ello no es otra cosa que su propia belleza santa lo que va a admirar.
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