La Siguiente Generación 3ª. Parte

La Siguiente Generación 3ª. Parte

por Josh Thiessen

En esta serie, mi objetivo ha sido analizar la naturaleza y el papel del discipulado en la iglesia local escribiendo sobre el discipulado formal e informal. Este ‘post’ hablará de la manera formal para entrenar los ancianos, porque la iglesia no sólo puede depender de institutos bíblicos o seminarios para formar a futuros líderes. Jesús ha dado instrucciones a la iglesia, a través de los discípulos, para iglesia de enseñar todo lo que El ha mandado, y haced discípulos (Mateo 28:20). Esta es la función principal de la iglesia y no puede renunciar a un ministerio para-eclesiástico, por más útil que pueda ser.

Jesús ha prometido edificar su iglesia, lo cual creo que incluye dar una variedad de dones a aquellos que una iglesia local para que puedan reflejar el cuerpo de Cristo. Para que una iglesia local sea saludable, debe encender los dones que hay en ciertos hombres para dirigir y ser ancianos.

En este punto las cosas se ponen interesantes porque creo que el seminario es importante y estoy ciertamente agradecido por el tiempo que dedican al aprendizaje en uno. Sin embargo, no es realista esperar que todos los ancianos de su iglesia engan formación en el seminario.

Aquí es donde la iglesia local puede sustituir a este nivel de formación de diferentes maneras. La primera parte de esta capacitación consiste en entrar en mayor profundidad que en un tipo curso de liderazgo general. Usted no necesariamente podría esperar que una persona enseñando primer grado de Escuela Dominical entendiera y argumentara en contra de la Nueva Perspectiva sobre Pablo, pero creo que usted quisiera que sus ancianos tuvieran este nivel de conocimiento en el área de la justificación. Similarmente, no se espera de los diáconos que articulen claramente argumentos detallados bíblicos y teológicos, como un anciano que ha sido comisionado de pastorear el rebaño de Dios.

Por lo tanto un área que sería diferente en un programa diseñado específicamente para el desarrollo de los ancianos sería la profundidad bíblica y teológica. El objetivo no es sólo entendimiento, sino la capacidad de defender y articular todos los puntos de la doctrina. No estoy diciendo que los diáconos y otros líderes no deben luchar por esto, sólo que no es necesariamente un requisito.

Con esto, creo que un conocimiento básico del hebreo y el griego son valiosas herramientas. No creo que este sería un requisito para ser anciano, pero si se ofrece formación, debe participar en el nivel de anciano. Incluso si es sólo la gramática básica y un buen programa de software, será de gran ayuda en la interpretación y abrir nuevo mundo de comentarios que asumen ese conocimiento.

Por último, la ordenación que requiere la prueba es muy valiosa. Las Iglesias tradicionalmente lo han hecho de manera diferente, pero es una buena manera de protegerse de ordenar a alguien que es incompetente o no preparado. La ordenación no debe ser un proceso de licenciamiento simple. Las Iglesias harían bien en prestar atención a las palabras de Pablo:

No impongas las manos sobre nadie con ligereza, compartiendo así la responsabilidad por los pecados de otros; guárdate libre de pecado (1 Timoteo 5:22).

Mi experiencia personal de ordenación implicó predicación ante un anciano para que pudiera afirmar los dones seguido de tres sesiones separadas de una hora respondiendo a las preguntas de los ancianos en tres categorías: conocimiento de la Biblia, teología sistemática, y práctica pastoral. Encontré este período de prueba a la vez desafiante y estimulante.

Actualmente, estoy desarrollando un programa de liderazgo de 2 años en nuestra iglesia con un 3er.año opcional para aquellos que aspiran a ancianos. De esta manera es una forma de llegar a los líderes a diferentes niveles en la iglesia, sin sacrificar la formación avanzada de los ancianos potenciales. También hay que señalar que simplemente concluir algún programa no califica a una persona para ser anciano. Sin embargo, algún tipo de programa sistemático puede ser útil para guiar a los hombres dotados mientras ellos aspiran a ese cargo.