La Ira de Dios
por Gil RughEl castigo por el pecado es la muerte (ver Rom. 6:23) y Dios exige que el castigo se pague. Aquellos que rechazan el sacrificio de Cristo en la cruz no tienen nada que esperar “sino cierta horrenda expectación de juicio, y la furia de UN FUEGO QUE HA DE CONSUMIR A LOS ADVERSARIOS.” (Hebreos 10:27). El único y verdadero, santo y justo Dios exige justicia. El castigo será pagada. Si rechazamos el sacrificio que sea aceptable, esto nos deja al descubierto y desnudos ante la ira del Dios Todopoderoso. Lo que nos queda es un juicio aterrador.
Hay sólo dos posibilidades - la salvación en la obra terminada de Jesucristo para los que creen en Él, o el juicio aterrador para aquellos que no creen en El. La palabra que se traduce como “furia” se relaciona con los celos y la ira. El fuego será el resultado de la ira celosa de Dios a causa del pecado del incrédulo y la falta de voluntad para recibir al Hijo de Dios como su Salvador.
El destino de los que están bajo el juicio de Dios es fuego, destrucción y ruina. “Ni su plata ni su oro podrán librarlos en el día de la ira del SEÑOR” (Sofonías 1:18). Nadie será capaz de comprar el perdón con plata o con oro. Pedro también nos recuerda este hecho:
“sabiendo que no fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir heredada de vuestros padres con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha, la sangre de Cristo.” (1 Ped. 1:18, 19).
Sofonías describe el juicio de Dios sobre aquellos que rechazan su disposición de perdón: “…cuando por el fuego de su celo toda la tierra sea consumida; porque El hará una destrucción total y terrible de todos los habitantes de la tierra.” (Sofonías 1:18).
La única alternativa a la destrucción eterna es aceptar la salvación provista por Él mediante la fe en Jesucristo.
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