El Mensaje Simple
Por Tim Challies
Cuanto más aprendo de Dios, más me maravillo de la complejidad de su ser y propósito –la eternidad pura de la misma, la alteridad de la misma. Él es cognoscible, pero cognoscible sólo en la parte más pequeña, se revela a nosotros, pero no revela todo su ser a nosotros, no incluso cerca. Él es verdaderamente trascendente, hasta ahora más allá de nosotros. Su revelación de sí mismo es de tal manera que un hombre puede pasar toda su vida leyendo, estudiando, reflexionando sobre ella, y descubrir sus tesoros. Se pueden obtener títulos de posgrado y enseñar teología sistemática y dirigir estudios bíblicos y predicar todos los domingos durante toda su vida y todavía no se acerca a conocer todo lo que hay que saber acerca de este Dios.
Y sin embargo, esta no es toda la historia. Lo que Dios revela sobre sí mismo es tal que sólo un niño puede saber y creer y entender con la esperanza infantil y confianza. Incluso un niño puede conocer a este Dios y realmente puede tener una fe genuina en él.
Me resulta algo extraño e incluso algo alarmante que cuanto más sé de Dios, o más creo que sé de Dios, más soy propenso a olvidar la absoluta simplicidad de este mensaje. En medio de mi alegría en su complejidad, tan fácil puedo olvidar el corazón sencillo de todo. Esto es importante. Esto debería tener importancia.
A veces tengo que recordar el poder de la Biblia, el simple poder de la Biblia. Tengo que recordar que ha habido tantas personas que han venido a la fe, simplemente mediante la lectura de la Palabra de Dios. No ha habido ningún predicador sino el Autor, no un sermón sino las páginas de la Biblia, y sin embargo más de una persona ha leído, visto y entendido y confiado y se ha transformado. No es de extrañar el trabajo que las organizaciones a hacen al traducir la Biblia, o al menos partes de la Biblia, en todos los idiomas conocidos y enviar estas páginas en todo el mundo. Cada Biblia o parte de la Biblia entra en el mundo como un misionero, teniendo esperanza, tomando vidas, teniendo ese tan-simple mensaje.
Con demasiada frecuencia, dudo del poder puro y simple de la Palabra de Dios. ¿Cómo puede alguien entender algo tan complicado como la Biblia? A veces dudo de la valoración de dar una Biblia a alguien porque me la imagino a la persona leyéndola y, en confusión y desesperación, la tiran a la basura. “Lea el libro de Juan”, le sugiero. “En el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios.” ¿Podría alguien realmente leer esto y entenderlo? ¿Puede Dios realmente hablar desde su Palabra a una persona con tan poco conocimiento?
A veces me pregunto si tengo estos pensamientos y lidio con estas preguntas porque, por ejemplo, he estado tratando de trabajar hacia una doctrina precisa, medida y completa de la Trinidad –una cosa muy buena para hacer, estoy seguro– y en medio de todos los cuidadosos matices y distinciones finas, se me ha olvidado que el corazón del mensaje cristiano es muy simple: Cristo murió por mis pecados y resucitó por ellos. Una persona que no requiere de una teología completa esférica y nicena de la Trinidad con el fin de ser salvo, sino que tiene que saber que es un pecador y que Cristo es su Salvador. Él no va a querer quedarse allí toda su vida, por supuesto, una vez que conozca a su Salvador va a querer saber más de El, para explorar las profundidades de este gran Dios. Eso vendrá. Pero la confesión muerte de Newton es suficiente: yo soy un gran pecador, y Cristo es un gran Salvador.
Nosotros, los que amamos la teología, los que se alegran en el buceo en las aguas profundas de la persona y la obra de Dios, tenemos que tener mucho cuidado, de no hacer el mensaje más difícil de lo que tiene que ser, que no olvidemos la palabra simple en la que creímos ¡Qué vergüenza sería si nuestro aprendizaje obstaculiza nuestro testimonio, si la profundidad de nuestro conocimiento niega la hermosa sencillez que se encuentra en su corazón. Cristo murió por nuestros pecados y resucitó por ellos. Ese es el corazón de nuestro mensaje, y es bueno. Es suficiente. Por la gracia de Dios y con el poder de Dios, puede y va a salvar.
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