El Sacrificio de la Misa es un Insulto a Cristo
Por Mike Gendron
Existe un contraste profundo entre las enseñanzas de las Escrituras y las enseñanzas del catolicismo sobre el sacrificio de Jesucristo. Según el Catecismo de la Iglesia Católica, “el sacrificio de Jesús y el sacrificio de la Eucaristía son un único sacrificio. El mismo Cristo que se ofreció una vez de manera cruenta en la cruz, es contenido e inmolado de manera incruenta en los altares de la iglesia. Es verdaderamente propiciatorio, lo que significa que satisface con la ira divina. La Eucaristía es, pues, un sacrificio, ya que re-presenta (hace presente) el sacrificio de la cruz y es en realidad el cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo (CCC, para.1366-67, 1374). Los católicos expresan su fe en la presencia real de Cristo, adorando y venerando la oblea como si fuera el todopoderoso y glorioso Dios (para.1378) El Vaticano II enseña que cada vez que se celebra la misa, la obra de la redención se lleva a cabo (para.1405). El Catecismo viola la Escritura al enseñar que la Eucaristía se ofrece en varias ocasiones “en reparación por los pecados de los vivos y los muertos” (para.1414).
Es difícil entender cómo los católicos pueden rechazar tan fácilmente la clara enseñanza de las Escrituras que declaran la obra perfecta y acabada de la redención de Cristo. “El, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados para siempre, se sentó a la diestra de Dios ... con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados ... Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.” (Hebreos 10:12,14,18). Cristo no entró en un lugar santo hecho por manos, una simple copia del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora en la presencia de Dios por nosotros, y tampoco es que Él debe ofrecerse muchas veces (Heb. 9:24 -25).
Tenemos que decir a los católicos que cuando se ofrece el sacrificio eucarístico por el pecado, es un insulto tan blasfemo a la obra perfecta y completa del Salvador en la cruz del Calvario. Por otra parte, hay que advertir a los católicos que están cometiendo el pecado de idolatría cuando adoran la Eucaristía como el Señor Jesucristo. El pecado es tan grave como cuando los israelitas adoraron al becerro de oro como el verdadero Dios que los liberó de Egipto (Éxodo 32:4). Debido al odio de Dios hacia la idolatría, ese pecado grave trajo la muerte a 3.000 hijos de Israel. Los católicos necesitan salir de su falsa religión y no participar en sus pecados por más tiempo.
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