¿Qué hace que una religión sea demoníaca?
Josías Grauman
“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia” (1 Timoteo 4:1-2).
Cuando lee esos versículos, ¿qué se imagina que Pablo esté describiendo? ¿Qué imágenes le vienen a la mente cuando piensa en estos hipócritas mentirosos que se levantarán en los “postreros tiempos”? ¿En qué actividades estarán involucrados estos espíritus engañadores y demonios? En otras palabras, cuando escucha acerca de actividad demoníaca, ¿qué es lo peor que se imagina?
¿Pensó en imágenes de pentagramas, velas y sacrificios humanos?
Si así lo fue, me temo que usted ha sido engañado por uno de los trucos del Diablo. Pablo nos dice explícitamente en el siguiente versículo acerca de qué tipo de actividad se refiere: “prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad” (1 Timoteo 4:3).
¿Pero cómo? ¿No parecen algo exageradas las palabras de Pablo? ¿No es un poco extraño el decir que la peor actividad demoniaca en los postreros días tiene que ver con maestros que prohíben a su congregación comer cierto tipo de alimentos?
Si usted lo ve como una exageración, me temo que se olvida que su enemigo se disfraza como ángel de luz (2 Corintios 11:14). Él hace todo lo posible para acercarse lo más posible al verdadero evangelio, siempre y cuando no sea lo suficiente para salvar. El Diablo orgullosamente busca la adoración que sólo pertenece a Dios, y lo hace al diseñar religiones falsas que se acerquen a la verdad para con el fin de que le adoren de una manera similar a Dios.
Obviamente, no muchas personas irían a cultos de adoración a Satanás si hubiera sacrificios humanos. No habría duda en la mente de la gente si esa iglesia fuese o no una iglesia evangélica. Pero, ¿qué pasaría si alguien enseña que la salvación requiere de una obra, por más insignificante que sea? A los ojos de alguien con falta de discernimiento, esto no presentaría ningún problema, pues todo lo demás es exactamente igual a una verdadera iglesia. Sin embargo, una vez que se ha añadido una obra para ganarnos el favor de Dios, si sea no comer puerco, o una circuncisión, ya se ha perdido el evangelio (Gálatas 5:2). El evangelio está fundamentado en la gracia de Dios, gracia la cual no es compatible con obras humanas. Si se añade una obra, entonces la gracia ya no sería una gracia completa (Romanos 11:6), por lo que dejaría de ser el verdadero evangelio (Gálatas 1:6).
Lo que más me alarma en nuestros días es el cómo las religiones falsas se están disfrazando más y más para parecerse al cristianismo. Si le preguntase a un anciano Mormón, un sacerdote Católico, un líder de los Testigos de Jehová o un Pentecostal de sólo Jesús, “¿Qué debe hacer uno para ser salvo? No le responderían que ore a la Virgen María, o que pague indulgencias, o que utilice ropa interior blanca, etc. Ellos responderían con alguna frase pseudo-evangélica ecuménica que tiene la apariencia de sabiduría, pero en el fondo carece de cualquier poder para salvar el alma.
La triste realidad es que la mayoría de las personas no termina en el infierno por abiertamente adorar a Satanás. En su mayoría, gente perdida piensa que va camino al cielo, cuando en realidad va a una condenación eterna por creer en una religión falsa que a propósito distorsiona la verdad para hacer creer a sus seguidores que estaban en lo correcto.
Por lo tanto, el lobo que sí se ve como lobo no es el más peligroso, sino el lobo que más se viste como una oveja. Así que este papa no es más evangélico porque afirma cosas más evangélicas que otros papas, sino incluso más peligroso. ¿Por qué? Porque no enseña el verdadero evangelio.
Existen sólo dos tipos de religiones: la verdadera y las falsas; aquellos que son hijos de Dios y aquellos que son hijos del diablo; aquellos que son hijos de luz y aquellos que son hijos de las tinieblas, aquellos que han sido salvados por gracia y aquellos que se condenan a sí mismos por sus propios esfuerzos.
Ya que estamos rodeados de religiones falsas, ¿cómo deberíamos conducirnos frente a una religión demoniaca?
1. En relación a otros. Debemos discernir el verdadero evangelio para poder saber si alguien es o no es un hermano/a en la fe. Si no lo es, entonces debemos orar por su salvación y exhortarle a arrepentirse de su orgullo y creer en el verdadero Hijo de Dios. El problema más grande si consideramos que la doctrina Católica Romana es una doctrina evangélica es que perdemos la urgencia de orar por la salvación de aquellos que creen en el Catolicismo, y dejamos de rogarles que sean reconciliados con Dios.
Existen más implicaciones prácticas de compañerismo con miembros y líderes de otras religiones falsas, pero eso es tema para otro artículo. Quisiera sólo brevemente mencionarles 2 Juan 10-11 y 2 Corintios 6:14 como muy buenos pasajes para poder saber cómo lidiar con personas de religiones falsas. No debemos caer en la trampa de pensar que podremos colaborar junto con ellos, pues hacer amistad con un enemigo nunca es sabio en tiempo de batalla.
2. En relación a uno mismo. Pablo concluye el cuarto capítulo de 1 Timoteo con la siguiente exhortación: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina” (1 Timoteo 4:16). Nuestra batalla es el pelear de continuo en contra de doctrinas demoníacas las cuales buscan influenciar nuestra forma de pensar y nos llevan a pensar que nosotros podemos ganarnos nuestra salvación.
Observe que la preocupación de Pablo en 1 Timoteo 4:1 es por aquellos que apostatarán de la fe, inclusive hablando a aquellos que están en iglesias saludables. Hermanos, debemos recordar que aún nosotros mismos podríamos engañarnos a pensar que de alguna manera contribuimos a nuestra salvación o que nuestras religiosidades son las que nos salvarán. Debemos luchar constantemente en contra de estos pensamientos para no caer en el tipo de orgullo que nos conduce a orar: “Dios, gracias porque yo sí voy a la iglesia, y no soy como aquellas personas…”
Pablo nos recuerda que nuestra lucha es el de derribar “argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5). Esto quiere decir que debemos luchar en contra de aquellos pensamientos “religiosos” que nos tientan en pensar que Dios se impresiona por nuestra propia justicia (Santiago 2:10; Romanos 3:10-11). Debemos destruir esos pensamientos por medio de un profundo conocimiento del verdadero evangelio y al reconocer que Dios sólo acepta aquellos que son perfectos en justicia—justicia la cual no puede ganarse por nuestras propias obras sino la que es dada a nosotros por gracia por medio de la fe (Génesis 15:6; Romanos 3:21-22; Tito 3:5; Hebreos 10:14).
Publicado originalmente aquí
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Josías Grauman tiene una licenciatura en idiomas bíblicos por The Master’s College y una Maestría en Divinidad (M.Div.) por The Master’s Seminary. Sirvió durante cinco años como un capellán en el Hospital General de Los Angeles, California. Después de lo que fue como misionero a la Ciudad de México por unos años. Actualmente se encuentra completando sus estudios del Doctorado en Ministerio (D.Min.). Josías y su esposa Cristal tienen tres hijos.
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