Abusando de la Gracia
Por Jeremiah Johnson y Wayne de Villiers
Usted probablemente ha oído la frase demasiado bueno aplicado a los festines de comida chatarra, los atracones de chocolate, y maratones de cine por toda la noche. Pero ¿qué pasa con la teología? ¿Es posible poner demasiado énfasis en un aspecto de la verdad bíblica? ¿Cuál es el costo de la visión de túnel teológico?
El movimiento Hipergracia nos ofrece un argumento convincente de que es posible (y perjudicial) para enfatizar un aspecto de la verdad de Dios. Son lo suficientemente sanos en las doctrinas de la pecaminosidad del hombre, la gracia suficiente de Dios, y la imputación de la justicia de Cristo. Pero tienden a ignorar (y, a veces abiertamente negar) otros aspectos vitales de la verdad del evangelio –y por lo tanto su enseñanza socava la obra de santificación en la vida cristiana.
Como vimos la última vez , que sobrecarga el principio del pecado restante en los creyentes, y caricaturizan la gracia de Dios. Ellos ignoran o minimizan la obra transformadora de Dios de la regeneración y la nueva naturaleza del creyente en Cristo. De hecho, es difícil de detectar alguna diferencia en sus descripciones de los pecadores, antes y después de la salvación. Renunciando a cualquier exhortación a la obediencia, prefieren hablar sólo de la aplicación de la gracia de Dios. Tal punto de vista de la gracia se convierte efectivamente en poco más que una tarjeta ilimitada de "sal de la cárcel gratis".
Buenas Obras Distorsionadas
Pero no es sólo su comprensión de la regeneración la que es sesgada: su excesivo énfasis en la gracia también distorsiona las cuestiones prácticas como la santidad y la obediencia.
Aquí está Tullian Tchividjian, una de las principales voces en el movimiento, describiendo lo que le impulsa a dejar de pecar:
¡Si soy poco amable a [mi esposa], e intercambia mi severidad con bondad, esto no me hace querer ser menos amable!! Me convence por ser poco amable y me dan ganas de ser amable. . . . . . . ¿Qué le sucede a su corazón cuando usted está en el extremo receptor de perdón y no se lo merece? . . . . . . Hace algo dentro de usted que le hace amar a Dios y a otros más. Se desata un amor de otro mundo que viene solo de Dios y se derrama hacia fuera de nuestras vidas en la vida de otras personas. [1] “Romans, Part 8”, Coral Ridge Presbyterian Church, March 16, 2014
Cierto, pero en el modelo de Hipergrace, sin otro motivo que la gracia inmerecida es siempre visto como una razón legítima para llamar a la gente al arrepentimiento o la obediencia. Tchividjian hace ese mismo punto en el prólogo del libro de Elyse Fitzpatrick, Deles Gracia.
Es solo el evangelio (lo que Jesús ha hecho) que puede animar dar honra a Dios a nuestra obediencia. El poder de obedecer, en otras palabras, viene de ser movido y motivado por la obra completa de Jesús por nosotros [2] Tullian Tchividjian del Prólogo (Elyse Fitzpatrick, Give them Grace (Wheaton: Crossway, 2011), p. 13)
Fitzpatrick también ha surgido como un elocuente defensor del movimiento de Hipergracia, y ella hace eco de algunos de los mismos sentimientos en su propia enseñanza. “¿Cómo se puede pensar en todo lo que Cristo ha hecho por ti, sobre firme, inconmensurable extravagantemente generoso amor de su Padre, y seguir viviendo [en pecado]?” [3] “An Open Letter to Mr. Grace-Loving Antinomian”, The Gospel Coalition , 21 de junio 2011
Si bien sería absurdo argumentar contra el valor de las respuestas sinceras a la gracia de Dios, o que el Espíritu no es capaz de obrar a través de este tipo de respuestas, es bíblicamente válido decir que la gratitud es la única respuesta posible al evangelio, o que es el único motivo apropiado para la obediencia en la vida del creyente. La obediencia a Cristo pudiera ser provocada por cualquier número de razones, incluyendo el miedo legítimo del desagrado de Dios o el puro aborrecimiento del mal (Judas 23). Por encima de todo, no debemos dejar de animarnos unos a otros al amor y, a las buenas obras (Hebreos 10:24). Los cristianos deben "hacer bien, que sean ricos en buenas obras, generosos y prontos a compartir," (1 Timoteo 6:18). De hecho, debemos ser celosos de buenas obras (Tito 2:14).
Como vimos la última vez, fuimos regenerados para buenas obras. El nuevo nacimiento equipa y nos capacita para la justicia:
aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados)… Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas. (Efesios 2: 5, 10)
Nuestra obediencia es el fruto de la obra que Dios realizada en nosotros. Él nos ha transformado a causa de la piedad.
Yo les daré un solo corazón y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos. Y quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que anden en mis estatutos, guarden mis ordenanzas y los cumplan. Entonces serán mi pueblo y yo seré su Dios. (Ezequiel 11: 19-20)
Las buenas obras que los creyentes hacen no son simplemente una respuesta opcional que tiene que ser trabajada dentro de nosotros. Ellos son la prueba inevitable de la obra continua de Dios en nosotros, santificándonos y refinándonos a la imagen de su Hijo por el testimonio de su Palabra.
Santificación Sesgada
Por supuesto, poner demasiado énfasis en el papel de la gracia también distorsiona su comprensión de la santificación. Aquí hay un ejemplo de Tchividjian.
Una de las insinuaciones de cada vez que se discute la doctrina de la santificación es que mi esfuerzo, mi trabajo, mi búsqueda de la santidad, mi fe, mi respuesta, mi obediencia, y mi práctica de la piedad me mantienen en las buenas gracias de Dios. Sin embargo, esto socava la enseñanza bíblica clara de que las cosas entre cristianos y Dios están siempre resueltas debido a lo que Jesús ha realizado en la cruz. . . . . . . Cuando implicamos que nuestras obras son para Dios y no para nuestro prójimo, perpetuamos la idea de que el amor de Dios por nosotros depende de lo que hacemos en vez de lo que Cristo ha hecho. [4] “Dios No Necesita Vuestras Buenas Obras. . . . . Pero Su Prójimo Si,” The Gospel Coalition, December 10, 2012
Esa es una falsa dicotomía. Jesús dijo que las buenas obras que sirven a nuestro prójimo también sirven y le honran (Mateo 25:40). Muchos críticos han señalado que la enseñanza de Tchividjian parece inclinarse decididamente hacia el antinomianismo –la creencia de que la ley de Dios no se aplica a los cristianos. Tchividjian niega esas afirmaciones, pero como se puede ver arriba, su enseñanza sobre la santificación plantea más preguntas que respuestas. ¿Buscar la santidad siempre es un intento legalista de ganar el favor de Dios?? Y ¿Existe algún esfuerzo que el creyente pone en su crecimiento espiritual que no se rechace de inmediato como obras de justicia?
El apóstol Pablo dice que no: "Por tanto, amados, teniendo estas promesas, limpiémonos de toda inmundicia de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios." (2 Corintios 7: 1). En su epístola a los Filipenses, Pablo deja claro que él no lo ha alcanzado espiritualmente, pero él siempre se disciplina a sí mismo por una mayor piedad.
No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:12-14)
¿Era culpable de buscar la justicia por las obras? Es difícil imaginar que tal declaración podría escapar el desprecio de los maestros de la Hipergracia si alguien que no sea un apóstol inspirado lo haya dicho. Y si bien no deseen discutir con el apóstol, ningún maestro de la Hipergracia es probable que le den mucho énfasis a ese texto u otros como este.
Subestimando el Pecado
La diferencia entre la enseñanza de Pablo sobre la santificación y la doctrina de la Hipergracia es que mientras Pablo reconoció y confesó su pecado, no lo abrazó o lo utilizó como excusa para sus fracasos. Él estaba en angustia por ello (Romanos 7:21-24). Hay un gran valor en ese tipo de dolor. De hecho, sin embargo, es otro motivo válido para el arrepentimiento (2 Corintios 7:9).
El movimiento de la Hipergrace tiene una visión algo más baja del pecado y el arrepentimiento. He aquí un ejemplo de arrepentimiento de Elyse Fitzpatrick, "Señor, perdóname por mis pecados hoy. Gracias porque me amas a pesar de todos mis fracasos. "[5] Déles Gracia, p. 55
Eso no es arrepentimiento. No hay ni un atisbo de tristeza piadosa o verdadero remordimiento –sólo otra invocación de perdón casual.
Esto contrasta con la súplica de David en el Salmo 51.
1Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
conforme a lo inmenso de tu compasión, borra mis transgresiones.
2 Lávame por completo de mi maldad,
y límpiame de mi pecado.
3 Porque yo reconozco mis transgresiones,
y mi pecado está siempre delante de mí.
4 Contra ti, contra ti sólo he pecado,
y he hecho lo malo delante de tus ojos,
de manera que eres justo cuando hablas,
y sin reproche cuando juzgas. (Salmo 51:1-4)
Esa debería ser la respuesta de cada creyente a su pecado. Tenemos que ser quebrantados y contritos sobre nuestro pecado. Después de todo, el pecado es contrario a nuestra nueva naturaleza, indicativo de nuestra antigua corrupción, y una plaga en el testimonio de la Palabra de Dios y Su iglesia. Necesitamos arrepentirnos de ello con seriedad, no esconderlo bajo la alfombra, y llamar a eso “gracia.”
En su comentario sobre Romanos 7, John MacArthur escribe esto acerca de la reacción del creyente a su pecado:
Todo cristiano bien instruido y honesto es consciente de que su vida está muy por debajo de la perfecta norma de justicia de Dios, y que vuelve a caer en pecado con una frecuencia inquietante. Él ya no es más anterior padre, el diablo (Juan 8:44); que ya no ama al mundo (1 Juan 2:15); y ya no es esclavo del epcado – pero él todavía está sujeto a su engaño y todavía se siente atraído por muchos de sus atractivos. Sin embargo, el cristiano no puede ser feliz con su pecado, porque es contrario a su nueva naturaleza y porque sabe que aflige a su Señor, así como su propia conciencia [6] John MacArthur, The MacArthur New Testament Commentary: Romans 1-8 (Chicago: Moody Press, 1991) p. 382
Sí, tenemos que tener una adecuada comprensión y aprecio por la gracia de Dios, yel consuelo y seguridad que proporciona. Pero también hay que tener un punto de vista bíblico, equilibrado de nuestro pecado, y sobre todo la forma de tratar con el en aras de un mayor crecimiento espiritual y piedad. No entender cómo los dos corresponden en la obra santificadora de Dios distorsionará toda su visión de la vida cristiana.
Para obtener más información sobre el movimiento de Hipergracia, y una discusión en profundidad sobre su enseñanza, le recomendamos los siguientes recursos. [Gabe, te voy a dar los títulos y enlaces y dejé a resolver cómo mostrar mejor los]
“Elements of a Living Sacrifice” by John MacArthur
“The Misleading Refrains of the Hyper-Grace Movement” (Part 1 and Part 2) by Wayne de Villiers
“The New Antinomianism” by Jerry Wragg
“Grace, Good Works, and the Gospel” by Jerry Wragg
Sanctification: The Christian's Pursuit of God-Given Holiness, by Michael Riccardi
Disponible en línea en: http://gty.org/resources/Blog/B150617
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