¿Qué es la Teología Reformada?
Por James Montgomery Boice
La teología reformada toma su nombre a partir de la Reforma protestante del siglo XVI, con sus diferentes énfasis teológicos, sino que es la teología sólidamente basada en la Biblia misma. Los creyentes en la tradición reformada consideran muy en alto las contribuciones específicas de personas tales como Martin Lutero, John Knox y especialmente Juan Calvino, pero también encuentran sus fuertes distintivos en los gigantes de la fe antes que ellos, como Anselmo y Agustín, y en última instancia en las cartas de Pablo y las enseñanzas de Jesucristo. Los cristianos Reformados sostienen que las doctrinas propias de todos los cristianos, incluyendo la Trinidad, la deidad verdadera y la verdadera humanidad de Jesucristo, la necesidad de la expiación de Jesús por el pecado, la iglesia como una institución ordenada por Dios, la inspiración de la Biblia, el requisito de que los cristianos vivan vidas morales, y la resurrección del cuerpo. Ellos sostienen otras doctrinas en común con los cristianos evangélicos, como la justificación solo por la fe, la necesidad del nuevo nacimiento, el regreso personal y visible de Jesucristo, y la Gran Comisión. ¿Cuál es, entonces, el distintivo de la teología reformada?
1. La Doctrina de la Escritura.
El compromiso reformado a la Escritura hace hincapié en la inspiración, autoridad y suficiencia de la Biblia. Puesto que la Biblia es la Palabra de Dios y por lo tanto tiene la autoridad de Dios mismo, los reformados afirman que esta autoridad es superior a la de todos los gobiernos y todas las jerarquías de la iglesia. Esta convicción ha dado a los creyentes reformados el valor de enfrentarse a la tiranía y ha hecho de la teología Reformada una fuerza revolucionaria en la sociedad. La suficiencia de la Escritura significa que no tiene que ser complementada con revelación especial nueva o continua. La Biblia es la guía más que suficiente para lo que hemos de creer y cómo debemos vivir como cristianos.
Los reformadores, y en particular Juan Calvino, hicieron hincapié en la forma en que la Palabra objetiva y escrita y el ministerio interno, sobrenatural del Espíritu Santo trabajan juntos, el Espíritu Santo iluminando la Palabra para el pueblo de Dios. La Palabra sin la iluminación del Espíritu Santo sigue siendo un libro cerrado. La supuesta dirección del Espíritu sin la Palabra lleva a errores y excesos. Los reformadores también insistían en el derecho de los creyentes a estudiar la Biblia por sí mismos. Aunque no se puede negar el valor de los maestros capacitados, ellos entendieron que la claridad de las Escrituras en asuntos esenciales para la salvación hace de la Biblia perteneciente a cada creyente. Con este derecho de acceso siempre viene la responsabilidad de una interpretación cuidadosa y precisa.
2. La Soberanía de Dios.
Para la mayoría de los reformados el principal y más distintivo artículo del credo es la soberanía de Dios. La soberanía significa gobierno, y la soberanía de Dios significa que Dios gobierna sobre Su creación con absoluto poder y autoridad. Él determina lo que va a suceder, y sucede. Dios no está alarmado, frustrado o derrotado por las circunstancias, por el pecado, o por la rebelión de Sus criaturas.
3. Las Doctrinas de la Gracia.
La teología reformada enfatiza las doctrinas de la gracia, más conocidas por el acrónimo TULIP aunque esto no se corresponde con los mejores posibles nombres para las cinco doctrinas.
La “T” representa la Depravación Total. Esto no significa que todas las personas son tan malas como podría ser. Significa más bien que todos los seres humanos se ven afectados por el pecado en cada área de pensamiento y conducta, de manera que nada de lo que salga de cualquier persona aparte de la gracia regeneradora de Dios pueden agradar a Dios. En lo que se refiere a nuestra relación con Dios, todos estamos tan arruinados por el pecado que nadie puede entender correctamente ni a Dios ni los caminos de Dios. Tampoco buscamos a Dios, a menos que Él primero obre dentro de nosotros para llevarnos a hacerlo.
La “U” Representa la Elección Incondicional. Un énfasis en la elección molesta a mucha gente, pero el problema que sienten no es en realidad con la elección; es con la depravación. Si los pecadores son tan indefensos en su depravación, como dice la Biblia que lo son, incapaces de conocer e indispuestos a buscar a Dios, entonces la única forma en que posiblemente se podrían salvar es que Dios tome la iniciativa para cambiarlos y salvarlos. Esto es lo que significa la elección. Es Dios eligiendo para salvar a los que, aparte de su elección soberana y acción posterior, sin duda perecerían.
La “L” Representa la Expiación Limitada. El nombre es potencialmente engañoso, porque parece sugerir que las personas reformadas desean de alguna manera limitar el valor de la muerte de Cristo. Este no es el caso. El valor de la muerte de Jesús es infinito. La pregunta más bien es ¿cuál es el propósito de la muerte de Cristo, y lo que Él logró en el misma? ¿Tuvo Cristo la intención de solo hacer posible la salvación? ¿O en realidad salvó a aquellos por quienes Él murió? La teología reformada hace hincapié en que Jesús realmente pagó por los pecados de aquellos que el Padre había escogido. De hecho propició la ira de Dios hacia Su pueblo al llevar su juicio sobre Sí mismo, en realidad redimió, y de hecho reconcilió a personas concretas a Dios. Un mejor nombre para la expiación “limitada” sería redención “particular” ó “específica.”
La “I” Representa la Gracia Irresistible. Pero cuando Dios obra en nuestros corazones, regenera y crea una voluntad interior renovada, entonces lo que era indeseable antes se vuelve algo deseable, y corremos hacia Jesús tal como antes huíamos de El. Los pecadores caídos se resisten a la gracia de Dios, pero Su gracia regeneradora es eficaz. Vence el pecado y lleva a cabo el propósito de Dios.
La “P” Representa la Perseverancia de los Santos. Un mejor nombre podría ser “la perseverancia de Dios con los santos,” pero ambas ideas están realmente involucradas. Dios persevera con nosotros, nos impide apartarnos, como sin duda lo hacemos si El no estuviera con nosotros. Pero debido a que Él persevera, también nosotros perseveramos. De hecho, la perseverancia es la prueba definitiva de la elección. Nosotros perseveramos porque Dios nos preserva de una completa y definitiva caída fuera de Él.
4. El Mandato Cultural.
La teología reformada también hace hincapié en el mandato cultural, o la obligación de los cristianos de vivir activamente en la sociedad y trabajar para la transformación del mundo y de sus culturas. Los reformados han tenido diferentes puntos de vista en esta materia, en función del grado en que ellos creen que esa transformación sea posible, pero en general están de acuerdo en dos cosas. En primer lugar, somos llamados a estar en el mundo y no apartarnos de él. Esto separa a los creyentes reformados del monasticismo. En segundo lugar, hemos de alimentar al hambriento, vestir al desnudo, visitar al preso. Pero las principales necesidades de las personas siguen siendo espirituales, y el trabajo social no es una alternativa adecuada para el evangelismo. De hecho, los esfuerzos para ayudar a las personas sólo serán verdaderamente eficaces mientras sus mentes y corazones son cambiados por el evangelio. Esto separa a los creyentes reformados del simple humanitarismo. Se ha objetado a la teología reformada que cualquiera que crea lo reformado perderá toda la motivación por el evangelismo. “Si Dios hace todo el trabajo, ¿por qué habría de preocuparme?” Pero no funciona de esa manera. Es debido a que Dios hace la obra, que nosotros podemos tener valor para unirnos a Él en ello, mientras Él nos manda hacerlo. Lo hacemos con gozo, sabiendo que nuestros esfuerzos no serán en vano.
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