viernes, julio 25, 2014

La Suficiencia de la Palabra de Dios

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Por James Montgomery Boice

Tú, sin embargo, persiste en las cosas que has aprendido y de las cuales te convenciste, sabiendo de quiénes las has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.

2 Timoteo 3:14 y 15

En una mañana como ésta es una tentación recordar el pasado respecto al cuarto de siglo de ministerio que he tenido en la Décima Iglesia Presbiteriana. Y lo haría, excepto por el hecho de que otros lo han estado haciendo todo el fin de semana y de una manera mucho más cortes de lo que yo mismo podría –al menos si tuviera que ser honesto. Yo podría revelar muchas cosas de las que otros no son conscientes, incluyendo las desilusiones y los fracasos. Pero eso echaría a perder las cosas, y de esto no es lo que este se trata este fin de semana. Ciertamente, no es lo que un servicio de adoración como este debería buscar.

Recuerdo que cuando Juan, el autor del Apocalipsis, se postró a los pies del ángel de Dios para adorarlo, el ángel le respondió: “¡No lo hagas! Yo soy siervo contigo, y con tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús. ¡Adora a Dios!” (Apocalipsis 19:10). Así que la recuerdo a usted y a mí que esto es de lo que se trata esta mañana.

Y yo le dirijo a la Palabra de Dios.

Nuestro texto es 2 Timoteo 3:14, 15. “Pero en cuanto a ti, continúe en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quiénes lo aprendiste, y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, que son capaces de hacer sabio para la salvación por la fe en Cristo Jesús.”

La Prioridad de la Palabra de Dios

Yo quiero hablar de lo más importante que la Décima Iglesia Presbiteriana ha asociado siempre a lo largo de los ciento sesenta y cuatro años de su distinguida historia, y esa es la prioridad de la Biblia como la Palabra de Dios. Esta prioridad ha sido tanto doctrinal y práctica. Es doctrinal, porque creemos que la Biblia es la Palabra de Dios, la única regla infalible de fe y práctica, y es práctica, ya que creemos que la Biblia debe ser el tesoro más preciado y atendido en la vida de la iglesia.

Esto ha sido un factor desde el principio — desde los días de Thomas A. McAuley, el primer pastor (1829-1833), y Henry Augustus Boardman, el primer ministro en servir un largo pastorado (1833-1876). Pero es mejor ilustrado por un incidente de los primeros días del ministerio de Donald Grey Barnhouse (1927-1960), que tuvo una influencia profunda y personal en mi propia idea de lo que debe ser el ministerio.

Una semana o dos después de que Barnhouse se convirtiese en pastor de la Iglesia Tenth, entró en el púlpito un domingo por la mañana y abrió la gran Biblia de púlpito a un punto cerca de la mitad, en la que luego colocó sus notas del sermón, su Biblia y un libro de himnos. Al mirar hacia abajo vio que las palabras en las páginas de la Biblia eran parte de una maldición sobre las naciones que no conocen a Dios. Se le ocurrió que le gustaría tener frente a él un pasaje que contuviera las palabras de una gran promesa.

Abrió la Biblia a Isaías 55:10, 11, que dice:

Porque como descienden de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelven allá sino que riegan la tierra, haciéndola producir y germinar, dando semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié.

Para su sorpresa, descubrió que durante décadas sus predecesores habían hecho al parecer la misma cosa. Los bordes de la Biblia estaban gastados y doblados hacia adentro de la encuadernación del texto, las páginas estaban rasgadas y remendadas. Como más tarde observó, esas páginas “que contienen el gran quincuagésimo quinto capítulo de Isaías y la página anterior con el quincuagésimo tercer capítulo de Isaías concerniente al Señor Jesucristo como el Cordero de Dios, dan muda evidencia de que los hombres que se han destacado en el púlpito de la Iglesia Tenth durante más de un siglo eran hombres de la Palabra de Vida y la Palabra escrita.” 12

Más tarde Barnhouse descubrió que había otra sección de la Biblia que fue usada de manera similar. Era el gran salmo de la Biblia, el Salmo 119. Evidentemente, sus predecesores, que tenían dificultades para mantener sus notas en las páginas de Isaías, buscaron otro pasaje que les recordara el poder y la prioridad de la Palabra de Dios.

Barnhouse contó esta historia en un libro conmemorativo que marca el vigésimo quinto aniversario de su pastorado en la Iglesia Tenth, concluyendo de esta manera: “Es mi oración que ningún hombre podrá estar nunca en este púlpito, siempre y cuando el tiempo lo permita, que no desee hacer todo basado en este Libro. Porque este Libro no contiene la Palabra de Dios, es la Palabra de Dios. Y aunque podemos predicar la Palabra con todas las limitaciones de la tartamudez de nuestra naturaleza humana, la gracia de Dios hace el milagro del ministerio, y aunque los labios humanos parezcan ser la Palabra divina, y los corazones de las personas sean renovados. No hay ninguna otra explicación para el poder continuo de una iglesia que está mal situada, es decir, sin dones, pero que sigue atrayendo a hombres y mujeres según la capacidad de sus asientos, por la mañana y por la noche, el verano y el invierno, y que envía a sus hijos e hijas por docenas a predicar las inescrutables riquezas de Cristo en todo el mundo.” 13.

La Infalibilidad de la Palabra de Dios

Unos diez años más en mi pastorado, a finales de 1977 y principios de 1978, ayudé a iniciar una organización que también se refiere a la prioridad de la Palabra de Dios, pero que centró sus esfuerzos en la importante cuestión que percibimos que estaba bajo ataque en aquel momento, a saber, la infalibilidad de la Biblia. Nuestra organización fue llamada el Concilio Internacional de Infalibilidad Bíblica (The International Council on Biblical Inerrancy), y tenía en su interior aquellos líderes evangélicos destacados como Francis Schaeffer, JI Packer, A. Wetherell Johnson, RC Sproul, John Gerstner, Roger Nicole y muchos otros. Tenían como objetivo la tarea de “esclarecer, reivindicar y aplicar la doctrina de la infalibilidad de la Biblia como un elemento esencial por la autoridad de la Escritura y necesario para la salud de la iglesia de Dios.”

En la década de 1970 la iglesia evangélica se desviaba de sus raíces, y los profesores prominentes en las instituciones evangélicas estaban enseñando que la Biblia contenía errores de hechos históricos y científicos, pero que no importaba que los tuviera. Creíamos que sí importaba y abordamos esta desviación de frente. Llevamos a cabo tres reuniones de prominentes estudiosos evangélicos para elaborar tres documentos de “afirmación y negación.” Se convirtieron casi en credo en algunos sectores. La primera fue sobre la infalibilidad misma (“La Declaración de Chicago Sobre Infalibilidad Bíblica”), la segunda sobre los principios de interpretación ("La Declaración de Chicago sobre la Hermenéutica Bíblica"), y el tercero sobre la aplicación (“La Declaración de Chicago sobre la Aplicación de la Biblia de Temas Contemporáneos”). También tuvimos dos grandes conferencias laicas, la primera en San Diego, en la primavera de 1982 y la segunda en Washington en el otoño de 1988.

En los primeros días a menudo se nos preguntó por qué la infalibilidad era importante puesto que “simplemente debería ser suficiente creer que la Biblia es digna de confianza en áreas de fe y moral.” Pero no es así de simple. Para empezar, la Biblia es un libro histórico y el cristianismo es una religión histórica. Así que si la Biblia se equivoca en materia de hechos históricos, el cristianismo mismo se ve afectado. Cien años de investigación alemana del “Jesús histórico” demostró esto. Los académicos que participaron en este movimiento quisieron separar el Cristo de la fe del Jesús de la historia, descubriendo quién era el verdadero Jesús. Pero, como Albert Schweitzer demostró en su estudio clásico, la búsqueda del Jesús histórico, lo único que logró hacer fue crear un Jesús a la imagen de los eruditos. Los racionalistas crearon un Jesús racionalista, los socialistas un Jesús socialista, los moralistas un Jesús moralista, y así sucesivamente. El intento de tener un cristianismo sin su base histórica fue un fracaso.

Además, si una parte de la Biblia es verdad y parte no lo es, ¿quién nos va decir cuáles son las partes verdaderas? Sólo hay dos respuestas a esa pregunta. O tenemos que tomar la decisión por nosotros mismos, en cuyo caso la verdad se convierte en algo subjetivo. Lo que es verdad se convierte simplemente en lo que me atrae. O de lo contrario, es el erudito que nos dice lo que podemos creer y lo que no podemos creer. Hemos sostenido que Dios no nos ha dejado ni a nuestros propios caprichos ni a los caprichos de los estudiosos. Él nos ha dado un libro confiable que podemos leer y entender nosotros mismos.

La infalibilidad de la Biblia es con lo que yo luché durante mis años de seminario. No es que yo la cuestionara. Cualquier persona que había sido criada con la enseñanza de Donald Grey Barnhouse y otros como él no podían dudar de que Dios nos ha dado una revelación infalible. Mi problema era que mis profesores no creían esto, y mucho de lo que estaba escuchando en el aula estaba destinado a revelar los errores de la Biblia para que los estudiantes no dependieran de ella con demasiada profundidad. ¿Qué debía hacer el estudiante? Los profesores parecían tener todos los hechos. ¿Cómo debían ser desafiados los profesores cuando argumentaban que los estudios recientes han demostrado que las antiguas ideas simplistas acerca de que la Biblia es infalible ya no son válidas y tenemos que admitir que la Biblia está llena de errores?

Mientras pensaba en esto descubrí algunas cosas interesantes. En primer lugar, los problemas que se pensaban estar en la Biblia eran casi nuevos problemas. En su mayor parte eran conocidos desde hace siglos, incluso por los teólogos tan antiguos como San Agustín y San Jerónimo. Debatieron problemas de aparentes contradicciones en su correspondencia. También descubrí que los resultados de la sana erudición no han tendido a descubrir más y más problemas, como mis profesores estaban sugiriendo, y menos aún revelar más y más “errores.” Más bien tendían a resolver los problemas y demostrar que lo que se pensó una vez que eran errores no son errores en absoluto. Permítanme darles algunos ejemplos.

Segundo de Reyes 15:29 habla de un rey de Asiria, llamado Tiglat-pileser. Se dice haber conquistado a los israelitas del reino del norte y de haber llevado a muchos de ellos en cautiverio. Una generación antes, los estudiosos liberales decían que este rey nunca existió, debido a que no tenía registro independiente de él, y que la caída del reino del norte de Asiria era mitología. Pero entonces los arqueólogos excavaron la capital de Tiglat-pileser y encontraron su nombre grabado en ladrillos que se leía: "Yo, Tiglat-pileser, rey de Asiria,. . . . . soy un conquistador desde el mar Grande que está en el país de Amurru hasta el mar Grande que está en el país Nairi,” es decir, en el Mediterráneo. En otras palabras, los arqueólogos han encontrado evidencia no sólo de la existencia de Tiglat-pileser, sino incluso de la propia campaña que 2º. Reyes describe. El lector puede encontrar relatos de estas batallas en Ancient Near Eastern Texts Relating to the Old Testament de James B. Prichard.

He aquí otro ejemplo. Hace una generación, los eruditos estaban diciendo que Moisés no pudo haber escrito el Pentateuco, los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, ya que, según el argumento, la escritura no era conocida en la época de Moisés. Eso parecía irrefutable en ese momento porque, si la escritura no era conocida en los días de Moisés, Moisés no pudo haber conocido como escribir, y si Moisés no sabía escribir, él no pudo haber escrito el Pentateuco. Pero en este caso, era la premisa subyacente la que estaba equivocada. Como resultado, no sólo la escritura era conocida en los días de Moisés, en realidad había muchos idiomas escritos. Hoy sabemos de por lo menos seis idiomas diferentes, de la misma área del mundo en el que Moisés condujo a los hijos de Israel durante cuarenta años.

Mi ejemplo favorito es personal. A finales de 1974 la revista Time publicó un artículo de portada titulado “¿Qué Tan Cierta es la Biblia?” Se encuestaron los ataques liberales sobre la fiabilidad de la Biblia y se llegó a la conclusión, al igual como yo llegue después de mi estudio, a lo que había demostrado la evidencia en esta área, que de hecho la credibilidad de la Biblia había crecido en las últimas décadas. Time escribió:

La amplitud, la sofisticación y la diversidad de toda esta investigación bíblica son impresionantes, pero se plantea una pregunta: ¿Se ha hecho la Biblia más o menos creíble? Los literalistas que sienten que el fundamento se tambalea cuando es desafiado un versículo tendrían que decir que la credibilidad ha sufrido. La duda se ha sembrado, la fe está en peligro. Pero los creyentes que esperan algo más de la Biblia bien pueden concluir que su credibilidad se ha mejorado. Después de más de dos siglos de enfrentar las armas científicas más pesadas ​​que podrían ser traídas a soportar, la Biblia ha sobrevivido-y es quizás el mejor asedio. Incluso en los propios términos de los críticos –históricos de hecho– las Escrituras parecen más aceptables ahora que lo que fue cuando los racionalistas comenzaron el ataque.14

Me pareció interesante que la Biblia estaba siendo defendida por una revista secular. Pero me dije a mí mismo: “Voy a tener que esperar dos semanas para ver las cartas que vienen en reacción a esto, porque no puedo creer que los eruditos liberales lo ignoren.” Efectivamente. Dos semanas más tarde, hubo dos fuertes cartas de dos de los críticos más prominentes: Martin Marty, un escritor regular para el siglo cristiano, y Harvey Cox de la Escuela de Divinidades de Harvard. Uno de ellas terminaba –no recuerdo cuál– “La fe de los creyentes de la Biblia es lo contrario de la fe bíblica.” Yo estaba ofendido. Me dije: “Eso es terriblemente injusto. Time había presentado un artículo equilibrado. Ni siquiera había alegado infalibilidad, sólo la fiabilidad histórica, y estos hombres ni siquiera podían soportar que la Biblia es considerada confiable.” Me enojé tanto, que tuve que parar y orar. Creo que el Señor me respondió diciendo: “No te preocupes por eso. No me molesta, ¿por qué te molesta a ti?. Ve y lee la revista.”

Así que lo hice. Las cartas estaban en la página 38, y leí la página 65, que resultó ser el apartado sobre ciencia. En esa página había un informe de una expedición arqueológica en la zona sur de la península del Sinaí, bajo la dirección de un arqueólogo judío llamado Beno Rothenberg. Había estado trabajando en un lugar llamado “minas de Salomón” porque una operación de la antigua fundición había estado allí, y quería saber si el área realmente había sido trabajado por Judíos, y quien la había comenzado.

Rothenberg descubrió que la zona había sido ocupada por los trabajadores judíos en la época de Salomón. Por lo que puede realmente haber sido donde Salomón fundió el oro para el templo. Pero luego excavo más a través de los estratos en el lugar y descubrió que esta antigua fundición había sido desarrollada originalmente por los madianitas. ¿Madianitas? Time sabía que pocos de sus lectores tendrían alguna idea de quién eran los madianitas. Así que el escritor explicó: “. . . . . los madianitas, un pueblo poco conocido que habitaron en la zona y se identifican en el Génesis como los primeros trabajadores del metal.” 15

En ese momento empecé a entender por qué el Señor me estaba instando a seguir y leer la revista. Debido a que todos los lugares en los que podría haber aparecido ese pequeña verificación de la Biblia, fue en el mismo asunto en el que los estudiosos liberales se oponen, “La fe de los creyentes de la Biblia es lo contrario de la fe bíblica.” El Espíritu Santo realmente tiene sentido del humor.

La Suficiencia de la Palabra de Dios

Quiero decir aquí, sin embargo, tan importante como creo que es el asunto de la infalibilidad –y yo lo creo. Creo que las iglesias fracasarán y morirán si esto se olvida. Por importante que es esto, no creo que sea el tema más crítico de la Biblia frente a la iglesia americana de hoy. La cuestión que me gustaría señalar hoy es la suficiencia de la Palabra de Dios.

Quisiera hacer las preguntas: ¿Realmente creemos que Dios nos ha dado lo que necesitamos en este libro? ¿O nos parece que hay que complementar la Biblia con otras cosas hechas por el hombre? ¿Necesitamos técnicas sociológicas para hacer evangelismo? ¿Necesitamos la psicología y la psiquiatría para el crecimiento cristiano? ¿Necesitamos señales extra-bíblicas o milagros para orientación? ¿Es la enseñanza de la Biblia adecuada para lograr el progreso social y la reforma?

La razón por la que creo que esto es importante es que es posible creer que la Biblia es la infalible Palabra de Dios, la única regla infalible de fe y práctica, y sin embargo, descuidarla y efectivamente repudiarla simplemente porque pensamos que no es tan suficiente para las tareas de hoy y que otras cosas tienen que ser traídas como complemento a la revelación. Creo que esto es exactamente lo que muchos evangélicos e iglesias evangélicas están haciendo.

Se han dado cuenta de que este es el punto de cada uno de los tres grandes pasajes acerca de la Escritura que se leyeron esta mañana. Estos tres pasajes (Salmo 19, Mateo 4 y 2 Timoteo 3) son probablemente los tres pasajes más importantes de la Biblia acerca de la naturaleza de la Palabra de Dios. El primero contrasta con la revelación general de Dios. El segundo muestra cómo Jesús usó la Biblia para vencer la tentación. El tercero es el consejo de Pablo a Timoteo, en vista de los terribles tiempos que veía venir. Pero note. Cada pasaje enfatiza que es la sola Palabra de Dios que es suficiente para afrontar estos retos. El Salmo 19 habla de la maravillosa revelación de Dios en la naturaleza. Pero luego continúa:

7 La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma; el testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo. 8 Los preceptos del Señor son rectos, que alegran el corazón; el mandamiento del Señor es puro, que alumbra los ojos. 9 El temor del Señor es limpio, que permanece para siempre; los juicios del Señor son verdaderos, todos ellos justos; 10 deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, más dulces que la miel y que el destilar del panal. 11 Además, tu siervo es amonestado por ellos; en guardarlos hay gran recompensa. (Vv. 7-11)

La revelación de Dios en la naturaleza es maravillosa, pero es limitada. Por el contrario, la revelación de Dios en la Escritura es perfecta, digno de confianza, correcta, radiante, pura, claro, valiosa, dulce y gratificante. ¿Mediante qué idioma sería posible que el salmista con más eficacia enfatizara la suficiencia total y absoluta de la Palabra de Dios?

En Mateo 4, descubrimos la suficiencia de la Palabra de Dios en los momentos de tentación, porque fue por las citas de Deuteronomio 8:3; 6:16 y 6:13 que Jesús resistió a Satanás. Jesús no razonó con Satanás sin la Escritura. No recurrió al poder sobrenatural ni le pidió a Dios alguna señal o una intervención especial. Él conocía la Biblia, se mantuvo en ella y la usó poderosamente.

Segunda de Timoteo 3 es igual lugar. Pablo está advirtiendo a su joven protegido contra los terribles tiempos que vendrían en los postreros días. Serán días como el nuestro, en el que “Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, avaros, jactanciosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, irreverentes, sin amor, implacables, calumniadores, desenfrenados, salvajes, aborrecedores de lo bueno, 4 traidores, impetuosos, envanecidos, amadores de los placeres en vez de amadores de Dios; 5 teniendo apariencia de piedad, pero habiendo negado su poder; a los tales evita.” (vv. 1-5).

¿Qué tendría que hacer Timoteo cuando dicho días viniesen? Seguramente Pablo debía tener alguna nueva arma secreta, algún truco inesperado que usar. No, eso no es lo que encontramos. En lugar de algo nuevo, encontramos a Pablo recomendando a Timoteo lo había tenido todo el tiempo —la Palabra de Dios— porque la Biblia es suficiente incluso para los tiempos terribles como estos. “Tú, sin embargo, persiste en las cosas que has aprendido y de las cuales te convenciste, sabiendo de quiénes las has aprendido; 15 y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.” ( 2 Timoteo 3:14- 15).

Suficiente en Todas las Áreas

Pero no sólo se trata de que la Palabra de Dios es suficiente para todos los tiempos, incluso en momentos como el nuestro. También es suficiente en todas las áreas, es decir, que es capaz de hacer todo lo que necesitamos que haga y lo que nos encarga hacer como cristianos. Permítanme enumerar algunas de estas áreas.

1. Evangelismo. La Palabra de Dios es suficiente para el evangelismo. De hecho, es el único que funciona en la evangelización. Todo lo demás – música cautivante, testimonios personales, apelaciones emocionales, incluso pasar al frente a hacer un compromiso con Jesucristo – todo eso es a lo mucho complementario. Y si se utiliza o dependen en ello sin la predicación fiel y la enseñanza de la Palabra de Dios, las “conversiones” que resultan son conversiones falsas, lo que quiere decir que los que responden en realidad no se convierten al cristianismo. Se convierten en cristianos sólo de nombre. La única forma en que el Espíritu Santo trabaja para regenerar a los hombres y mujeres perdidos es a través de la Palabra de Dios. Pedro dijo que: “Pues habéis nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino de una que es incorruptible, es decir, mediante la palabra de Dios que vive y permanece” (1 Pedro 1:23).

2. Santificación. He estado predicando sobre el libro de Romanos durante siete años. He descubierto muchas cosas interesantes en ese momento. Pero lo más importante para mí ha sido el enfoque de Pablo a la santificación, que no es en absoluto lo que esperaríamos o lo que muchas personas hoy desean. Cuando pensamos en la santificación de hoy, la mayoría de nosotros pensamos en una de estas dos cosas. O pensamos en un método (“Aquí hay tres pasos a la santificación; haz esto, y vamos a ser santos”), o pensamos en una experiencia (“Se necesita una segunda obra de gracia, un bautismo del Espíritu Santo” o algo así). El enfoque de Pablo es conocer la Biblia y su enseñanza sobre lo que ha sido hecho para nosotros por Dios en nuestra salvación.

Pablo lo deja claro en el capítulo sexto, donde dice: “Así también vosotros, consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús” (v. 11). Esta es la primera vez en la carta que Pablo le dice a sus lectores que hagan algo, y lo que tienen que hacer es “considerar” o “contar con” el hecho de que Dios ha hecho una obra irreversible en sus vidas como resultado de lo cual hemos muerto al pecado (el verbo está en tiempo pasado, un aoristo) y hemos vuelto a la vida para Dios en Cristo Jesús. La única manera de que puedan entender lo que les ha ocurrido es conocer la Biblia, lo cual les enseña lo que ha sucedido. Pero entonces, porque lo saben, van a continuar con Dios, actuando sobre la base de lo que se ha hecho. En otras palabras, no pueden volver a ser lo que eran antes. Son nuevas criaturas en Cristo. Así que lo único que pueden hacer es seguir adelante con la vida cristiana. No hay otro camino para ellos sino ir hacia adelante. Ese es el enfoque de la Biblia a la santificación, y no tiene nada que ver ni con un método o una experiencia. Tiene todo que ver con conocer y vivir por la suficiente Palabra de Dios.

3. Orientación. No hace mucho tuvimos con nosotros a Phillip D. Jensen, el ministro de la Iglesia de San Matías en Sydney, Australia, durante las Conferencias en Filadelfia sobre la Teología Reformada. Era su primera vez en los Estados Unidos, y tuve el privilegio de presentarlo a los cristianos estadounidenses de esta manera. El Sr. Jensen ha escrito un libro llamado La Última Palabra sobre la Orientación, cuyo único punto es que esta “última palabra sobre la orientación” es la Biblia. Eso es lo que Dios nos ha dado para indicar cómo debemos vivir y qué debemos hacer para agradarle. Todo lo que necesitamos está en la Biblia. Así que si hay algo que queremos o pensamos que tenemos que no esté en la Biblia —que trabajo debemos tomar, con quien debemos casarnos, donde debemos vivir— no importa lo que hagamos, siempre y cuando estemos obedeciendo lo que Dios enseña acerca de vivir una vida santa.

Eso no quiere decir que Dios no tiene un plan detallado para nuestras vidas. Él lo tiene. Él tiene un plan detallado de todas las cosas, ordenando “todo lo que sucede,” como la Confesión de Westminster lo dice. Pero sí significa que no tenemos que saber de este plan de antemano y, de hecho, no se puede. Lo que podemos saber y necesitamos saber es lo que Dios nos ha dicho en la Biblia.

4. La reforma social. La última área en la que tenemos que recordar que la Palabra de Dios es suficiente para la renovación y la reforma social. Estamos muy preocupados por esto hoy y con razón, porque vivimos en una cultura en decadencia y queremos ver el señorío de Jesús reconocido y que la justicia y la verdadera piedad prevalezca. Queremos ver a los pobres aliviados de la amarga miseria y del sufrimiento. ¿Cómo es que esto sucede? Quiero sugerir que lo que se necesita no son más programas de gobierno o un mayor énfasis en el trabajo social, sino en primer lugar y sobre todo la enseñanza y práctica de la Palabra de Dios.

Ginebra bajo Calvino: Un caso Práctico

Quiero terminar con este importante ejemplo, lo que pasó en Ginebra, Suiza, en el siglo XVI a través del ministerio de Juan Calvino. En agosto de 1535 el Concilio de los Doscientos, que gobernó Ginebra, votó a favor de rechazar el catolicismo y alinear la ciudad con la Reforma Protestante. Ellos tenían muy poca idea de lo que eso significaba. Hasta este punto, la ciudad había sido conocida por sus disturbios, el juego, el baile indecente, las borracheras, el adulterio y otros vicios. La gente, literalmente, corría por las calles desnuda, cantando canciones indecentes y blasfemando a Dios. La gente esperaba que esta situación continuara, incluso después de que se habían convertido en protestantes, y el Concilio no sabía qué hacer. El Concilio aprobó regulación tras regulación diseñada para contener el vicio y poner remedio a la situación. Nada de lo que intentaron funcionó. La disciplina y la moral pública continuaron con su declive.

Calvino llegó a Ginebra en agosto de 1536, un año después del cambio. Él fue prácticamente ignorado. Ni siquiera se le pagó el primer año. Además, como todo el mundo sabe, los primeros intentos de predicar resultaron tan impopulares que fue despedido por el Concilio a principios de 1538, y fue a Estrasburgo. Calvino estaba feliz en Estrasburgo y no tenía deseos de volver. Cuando la situación se puso tan mal en Ginebra que la opinión pública se volvió de nuevo hacia él en su desesperación, le dijo a su amigo William Farel: “Yo preferiría un centenar de otras muertes que esta cruz en la que yo tengo que morir mil veces al día.”

Sin embargo, impulsado ​​por un sentido del deber, Calvino regresó a Ginebra el 13 de septiembre de 1541. Calvin tenía ningún arma, sino la Palabra de Dios. Desde el principio, su énfasis había sido la enseñanza de la Biblia, y él volvió a ella ahora, retomando su exposición de la Escritura, precisamente en el lugar que había dejado tres años y medio antes. Él predicó la Palabra todos los días, y bajo el poder de esa predicación la ciudad empezó a cambiar. A medida que las personas ginebrinas adquirieron el conocimiento de la Palabra de Dios y permitieron influir en su comportamiento, su ciudad se convirtió casi en una Nueva Jerusalén en la que el evangelio se extendió al resto de Europa, Gran Bretaña y el Nuevo Mundo.

Por otra parte, este cambio hizo posible otro cambio. Uno de los estudiantes de este período histórico, escribió:

La limpieza era prácticamente desconocida en las ciudades de su generación y las epidemias eran comunes y numerosas. El hizo que el Concilio formulara reglamentos permanentes para el establecimiento de las condiciones sanitarias y la supervisión de los mercados. A los mendigos se les prohibieron las calles, pero se proporcionó un hospital y un asilo de pobres bien dirigidos. Calvino trabajó celosamente por la educación de todas las clases y estableció la famosa Academia, cuya influencia alcanzó toda Europa e incluso a las Islas Británicas. Instó al Concilio a introducir el paño y la industria de la seda y así sentó las bases de la riqueza temporal de Ginebra. Esta industria. . . . . demostró ser especialmente exitoso en Ginebra porque Calvino, a través del evangelio, creó en el individuo el amor al trabajo, la honestidad, el ahorro y la cooperación. Él enseñó que el capital no es algo malo, sino el resultado bendecido del trabajo honesto y eso podría ser utilizado para el bienestar de la humanidad. Los países bajo la influencia del calvinismo fueron invariablemente conectados con el crecimiento de la industria y la riqueza. . . . . No es una mera coincidencia el hecho de que la libertad religiosa y política surgió en aquellos países donde el Calvinismo había penetrado más profundamente. 16

Probablemente nunca ha existido un ejemplo más claro de la amplia reforma moral y social que la transformación de Ginebra bajo Juan Calvino, y fue realizada casi en su totalidad por la predicación de la Palabra de Dios.

Conclusión

Le llevaré a 2 Timoteo. Pablo animó a Timoteo a continuar en el camino del ministerio en el que él había estado andando, porque “desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe en Cristo Jesús.” ¿Por qué la Biblia es capaz de hacer eso? Es porque es “inspirada por Dios.” Es decir, es la misma Palabra de Dios y por lo tanto, lleva consigo la autoridad y el poder de Dios. Sí, y es útil también. Es útil para “enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (vv. 14-17).

Eso es exactamente. Eso es lo que necesitamos. Es lo que todo el mundo necesita. Y sólo la Palabra de Dios es suficiente para ello.

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12 Donald Grey Barnhouse, “Isaiah 55:11” en Holding Forth the Word: 1927-1952 (Colección de Manuscritos de Tenth Presbyterian Church).

13 Ibid.

14 Time, December 30, 1974, p. 41.

15 Time, January 13, 1975, p. 65.

16 Marcellus Kik, Church and State: The Story of Two Kingdoms (New York: Thomas Nelson & Sons, 1963), p. 83. See pp. 71-85.


©2014 Traducido con el permiso de Alliance of Confessing Evangelicals y la Sra. Linda Boice y todos los demás derechos son reservados.

©2014 Translation by permission of the Alliance of Confessing Evangelicals and Mrs. Linda Boice and all other rights are reserved.

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