CS Lewis y el Amor-Eros
Por Michael John Beasley
Como ya se ha mencionado, el mundo moderno no es muy diferente del antiguo. Así como los atenienses adoraban a un dios desconocido, también lo hacen muchos hoy en día. Al contemplar cómo esto afecta a las nociones contemporáneas de amor, hay que recordar que cada generación humana está[1] , por naturaleza, irremediablemente estancada en el fango de la soberbia humana, el egoísmo, y la indiferencia relacional. En todo esto, podemos confesar con Salomón que realmente no hay nada nuevo bajo el sol. Nuestra única esperanza de ser liberados de tal pecado repetitivo es a través del poder de la Palabra de Dios. Sin la revelación de Dios, nos quedamos con nuestras propias imaginaciones vanas. Al relacionarse esto con nuestra discusión sobre el amor de Dios, el lector debe saber que en el último siglo se ha producido un resurgimiento en la aceptación de los conceptos antiguos que rodean al amor-eros dentro del Evangelicalismo moderno. Además, el catolicismo romano ha llevado la antorcha de este pensamiento durante siglos. Esto fue reafirmado recientemente por el Papa Benedicto XVI en su encíclica papal sobre el amor:
“En el debate filosófico y teológico, estas distinciones a menudo se han radicalizado hasta el punto de contraponerse entre ellos... En realidad, eros y ágape - amor ascendente y amor descendente - nunca pueden ser completamente separados.” [1]
Entre los evangélicos, la infusión de eros en las definiciones bíblicas de amor-agaph es en gran medida atribuible a los escritos de CS Lewis. Su popularidad ha hecho mucho por revitalizar este concepto de amor-eros en la literatura contemporánea, produciendo una gran cantidad de confusión con respecto al mandamiento más importante. Su influencia sigue abarcando el mundo Evangélico y el Católico.[2] El peligro oculto de los escritos de Lewis es que sus puntos de vista sobre el amor son profundamente subjetivos, lo que lleva a varias nociones defectuosas de adoración y la libertad humana. Como ya se mencionó, el libro de Rob Bell, Love Wins [El Amor Triunfa], ha vuelto a exponer tales deserciones. Sin embargo, como hemos visto en el capítulo anterior, es Dios quien es finalmente libre en la dirección y la aplicación de Su amor redentor, y los destinatarios de ese amor (Sus hijos redimidos) ahora son libres dentro de la restricción infinita del amor eterno de Cristo. Tal restricción es una auténtica libertad y se dirige por completo en contra de la presentación defectuosa de Bell sobre el amor y la libertad humana. Es por ello que iniciamos nuestra discusión sobre el amor, no a través de un análisis de los afectos humanos, sino por la norma del amor de Dios mediante el mandamiento más importante. Nuestro examen de este mandamiento fue crucial, porque nos recuerda el deseo del Señor por una verdadera devoción en lugar de un deber superficial.[3] Satanás sabe muy bien lo que es amado por el corazón de Dios, y por eso estoy convencido de que los demonios tienen un gran odio por la doctrina del amor divino. Por lo tanto, nos corresponde proteger esta doctrina, como cualquier otra, con gran cuidado y preocupación. Incluso podría sugerir que, ya que es fundamental para el mandamiento más importante; nuestra protección debe ser dada con todo celo.
El gran peligro que ahora tenemos que abordar es la forma en que la doctrina del amor está en peligro a través de la infusión de la filosofía secular. Como ahora consideramos el tema de los afectos de amor en este capítulo, hay que ir más allá de la influencia en particular de Lewis sobre Rob Bell. De hecho, yo diría que hay muchos escritores de la actualidad que están produciendo combinaciones peligrosas de amor agaph y eros a causa de la influencia de Lewis. En su libro, Los Cuatro Amores, el capítulo de Lewis sobre amor-eros lleva al lector a creer que existe una legítima expresión de ese amor en la vida del cristiano, incluso asignando el mismo afecto a Cristo mismo:
“... Es como si Cristo nos dijera por medio del Eros: 'Así, de ese mismo modo, con esa prodigalidad, sin considerar lo que pueda costar, tendrás que amarme a Mí y al menor de mis hermanos'.”[4]
El tratamiento de Lewis de los cuatro amores (eros, filos, filostorgh, agaph) carece del fundamento necesario de las Escrituras, y por lo tanto, se pasea por el bosque de sus propios pensamientos, que incorpora erróneamente falsas construcciones relativas al amor-eros a través de su viaje. El resultado es que el lector es llevado a creer que el amor-eros, con algunas modificaciones, tiene un lugar propio en la vida cristiana. El énfasis de Lewis en la pasión y el deseo personal lo lleva a algunas formas muy oscuras de razonamiento. Por ejemplo, al describir sus experiencias en el Wynyard Boarding School ("Wyvern"), expresa su tolerancia hacia la pederastia, como una fuente de “ciertas cosas buenas,” mientras que opina sobre el oasis que se encuentra dentro de un eros prohibido:
“Si aquellos de nosotros que hemos conocido un colegio como Wyvern nos atreviéramos a decir la verdad, deberíamos decir que la pederastia, aunque es un gran mal en sí misma, era, en aquel tiempo y lugar, el único apoyo o espacio abierto a ciertas cosas buenas. Equilibraba, en cierto sentido, la lucha de clases; era el único oasis (aunque verde sólo por hierbajos y húmedo sólo por aguas fétidas) en el desierto abrasador de la ambición competitiva. En sus asuntos amorosos antinaturales, y quizá sólo en ellos, la Sangre Noble[2] salía un poco de sí mismo, olvidaba por unas pocas horas que era Una de las Personas Más Importantes Que Existen. Esto suaviza el cuadro. La única grieta por la que podía deslizarse algo espontáneo y no calculado era una perversión. Después de todo, Platón tenía razón. Eros, vuelto del revés, ennegrecido, tergiversado y corrompido, todavía mostraba huellas de su divinidad.”[5]
Pero el relativismo filosófico de Lewis no es la única fuente de sus puntos de vista defectuosos sobre el amor. Más fundamentalmente, Lewis ofrece varias definiciones infundadas de amor-eros, confundiendo las ideas del amor-agaph con eros y haciéndolo sin una sola pizca de evidencia bíblica. Por lo tanto, cuando se trata de describir la naturaleza del amor-eros, falazmente hace sonar el amor-eros muy parecido al amor- agaph:
“De forma misteriosa pero indiscutible, el enamorado quiere a la amada en sí misma, no el placer que pueda proporcionarle.”[6]
Lo que falta en Los Cuatro Amores de Lewis es un conocimiento serio del significado histórico del término griego eros, no sólo como expresión de la voluntad humana, sino sobre todo como parte de la mitología que implica el dios Eros, junto con su espíritu- de progenie: Jedonh. La ausencia de este trasfondo bíblico / histórico produce confusión masiva en Lewis, y los que consumen y promueven su literatura tienden a repetir tal confusión. Los que con frecuencia apelan a los escritos de Lewis a menudo argumentan que agaph y eros no son del todo distintos, sino que en realidad convergen como una esencia del amor.[7] Pensar de esta manera revela una presunción muy preocupante.[8] Pero ¿revelan las Escrituras la idea del Señor siendo un Dios de amor-eros? ¿Es defendible esta idea?
Debo argumentar que no lo es.
Un hecho impresionante sobre amor-eros, que Lewis perdió o ignoró, es que los escritores del Nuevo Testamento guiados por el Espíritu evitaron esta palabra por completo. Este no es un pequeño problema para los defensores del amor- eros, sobre todo porque el concepto de eros fue el más popular en el primer siglo del mundo greco-romano, siendo la más alta expresión del amor por excelencia. Por lo tanto, no se puede argumentar que de esta palabra omitida fue el producto de la ignorancia general o el olvido. El rechazo de este término del Nuevo Testamento es, creo, evidente por sí mismo. Cuando se considera la filosofía central de este término, debe ser claro para el lector por qué eros fue totalmente evitado en el NT. En el análisis más primitivo de las cosas, lo que Cristo ha traído a la humanidad fue algo que trascendía la orientación egocéntrica de eros. Debo reiterar el hecho de que eros era más que una filosofía de placer propio, era el nombre formal del dios del amor, cuya descendencia espiritual, Jedonh, encarnaba una noción similar de deleite propio autónomo. En esta sección, examinaremos porque es que estas palabras fueron tan profundamente problemáticas, y considerar el peligro que Lewis ha planteado a través de la reinserción de este tipo de lenguaje y conceptos:
1 El Evangelio trasciende todas las filosofías humanas: El mundo grecorromano se llenó con el éter de la filosofía y la mitología griega.[9] En consecuencia, el lenguaje griego estaba incrustado a fondo en este mismo éter, aumentando la dificultad de comunicar el mensaje incomparable del Evangelio. Pero el compromiso apostólico era bastante claro. Al comunicar las verdades trascendentes del Evangelio al mundo griego, los Apóstoles se esforzaron por hacerlo sin el arte, el pensamiento y el razonamiento de simples hombres. De esta manera, la misión apostólica incluyo el proceso de derribar todo pensamiento extra-bíblico que se levantara contra el conocimiento de Dios:
2 Corintios 10:4-5: 4 porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; 5 destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo.
Las fortalezas de las que habla Pablo consistían en las especulaciones y elevados pensamientos que se levantan contra el conocimiento de Dios. Esta estrategia de batalla se encuentra a la par con la instrucción de Pablo a los atenienses: La naturaleza divina no es... semejante a oro, plata o piedra, esculpidos por el1 arte y el pensamiento humano (Hechos 17:29, ya tratado anteriormente). Esta labor de distinguir la verdad del Evangelio es crucial. Por lo tanto, cuando Pablo y Bernabé fueron confundidos con Hermes y Zeus, por los nativos de Listra, su respuesta no fue adornar los trajes de sus respectivas identidades equivocadas y como un medio para comunicar la verdad acerca del Señor - tal estrategia habría contaminado su mensaje. En su lugar, rasgaron sus vestiduras en duelo absoluto sobre la idolatría de la gente, e hicieron un solemne llamado al Evangelio comenzando con el Salmo 146:6. En otras palabras, nunca acomodaron la cultura; en cambio, la confrontaron con la verdad trascendente de la Palabra de Dios. Toda la cultura religiosa del mundo greco-romano era un obstáculo para el Evangelio, y Pablo temía que los hombres fuesen alejados por dicha mitología mundana.[10] Por lo tanto, no es de extrañar que cuando Pablo estaba en Atenas, su espíritu era “provocado” al ver una ciudad llena de ídolos. Estos ídolos conocidos no podían utilizarse como apoyos instrumentales para predicar a Cristo. Exactamente ¿cómo podría Pablo comunicar a Cristo mediante el uso de las imágenes de Zeus, Hermes, Eros, o Hedoné como ayuda para predicar? Como un mensajero del Evangelio, él no podía. Estos ídolos eran una provocación repugnante a cualquier mensajero del Evangelio en vista de su ideología de egoísmo y tipo de idolatría. Sin embargo, como se observó anteriormente, Pablo usó una proposición, y era la única tabla rasa en perspectiva: el altar a un dios desconocido. La banalidad de este objeto es lo que lo hace útil. No proporciona imagen o conocimiento alguno de una supuesta divinidad, pero se mantiene como un reconocimiento al descubierto de la ignorancia ateniense del único Dios verdadero. Este es un ejemplo valioso para nosotros, ya que Pablo atravesó la niebla de la mitología griega y reveló aquello que su público necesitaba oír sin ninguna contaminación mitológica.
2. No todas las palabras griegas son creadas iguales: A la vista del ejemplo apostólico ante nosotros, debemos tener en cuenta que tan reflexivas eran cuando lidiaban con una cultura llena de idolatría. Tal consideración se extendió a su elección y uso de las palabras. Es cierto que el uso de Pablo del altar a un dios desconocido parece bastante simple, pero se hace un poco más difícil cuando se trata de palabras griegas y sus significados. Como principio, podemos admitir fácilmente que el aura de la mitología griega y romana influyó en la lengua griega en su conjunto, pero dicha influencia varía de una palabra a otra. Tal es el caso de las palabras para amor. Muy simple, la palabra agaph no llevaba mucho peso[3] filosófico, que, al igual que el altar a un dios desconocido, hizo que todo fuese más útil bajo la guía de los escritores del Nuevo Testamento, como se ha señalado anteriormente:
“De hecho, es sorprendente que el sustantivo agaph está ausente casi por completo en el griego pre-bíblico.”[11]
Sin embargo, lo que hizo la historia denotativa y connotativa de agaph ha servido como una base importante de significado, especialmente en vista de su importante énfasis de honrar a los demás en el contexto de una relación:
“agapao, que originalmente significaba honrar o dar bienvenida, en el griego clásico, la palabra es menos específicamente definida; se utiliza con frecuencia como sinónimo de fileo sin ninguna distinción estricta necesaria en el significado. Sin embargo en el Nuevo Testamento, agapao y el sustantivo agaph han adquirido un significado especial ya que se utilizan para hablar del amor de Dios o de la forma de vida basada en ello.” [12]
La Septuaginta se erige como un precursor de la exaltación de agaph, enseñándonos, por el contrario, mucho de la comprensión histórica de eros, como el filólogo Richard Trench observa en su obra - Sinónimos del Nuevo Testamento:
“Observo en conclusión que eros, eran, erastes, nunca aparecen en el NT, pero estas dos últimas ocasionalmente en la Septuaginta, por tanto eran, Est. 2:17; Prov. 4:6; erastes generalmente en un sentido deshonroso como ‘amante’ (Ezequiel 16:33; Os. 2:5), sin embargo, una o dos veces (como Sab. 8:2) con más honor, no como = ‘amasius,’ sino ‘amator.’ Su ausencia es importante. Sin duda, puede ser explicada en parte por el hecho de que, debido al uso corrupto dado por el mundo, habían llegado a ser tan impregnadas de pasión sensual, llevando una atmósfera tal de falta de santidad en ellas[4] (véase Orígenes, Prol. en Cant Opp. tom iii pp 28-30), que la verdad de Dios se abstuvo de un contacto profano con ellas sí, ideó una nueva palabra en lugar de tomar una de estas[13]
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Extracto de Altar a Un Amor Desconocido por Michael John Beasley
[1] El Papa Benedicto XVI, Deus Caritas Est (Carta Encíclica, 25 de diciembre de 2005).
[2] “La convicción de la utilidad de Los Cuatro Amores hacia la comprensión de la psicología y el valor del amor ha crecido de forma constante entre los líderes de diferentes iglesias cristianas. De esta manera, por algunos años las citas han ido apareciendo en los sermones y citas del Papa Juan Pablo II.” Sayer, Jack, A Life of C.S. Lewis, ( Jack, La Vida de CS Lewis ), p. 390.
[3] Oseas 6:6 Porque más me deleito en la lealtad que en el sacrificio, y más en el conocimiento de Dios que en los holocaustos.
[4] Lewis The Inspirational Writings of C.S. Lewis: The Four Loves (Los Escritos Inspirados de C.S. Lewis: Los Cuatro Amores), p.272.
[5] Ibid., Surprised by Joy, (Sorprendido por la Alegría ), p.61.
[6] Ibid., The Four Loves (Los Cuatro Amores), p. 264.
[7] “Históricamente, los especialistas en ética han tendido a distinguir estas dos formas de amor como agaph y erws o benevolencia, y complacencia. No sólo no hay ninguna base lingüística para tal distinción, sino conceptualmente ambos se resuelven en una sola clase de amor en la raíz. El agaph de Dios no “trasciende” su erws, sino que lo expresa.” John Piper,. Desiring God: Meditations of a Christian Hedonist (Deseando a Dios: Meditaciones de un Hedonista Cristiano ), (Colorado Springs, CO: Multnomah Books, 2011), p 124n.
[8] En su encíclica papal, el Papa Benedicto trabaja extensamente con el fin de conservar el uso de amor-erws. En consonancia con su tradición, emplea la noción de una sinergia de lo antiguo y el nuevo hombre ( erws y agaph ), en contraposición a la presentación bíblica de un transformación monergista / radical de la muerte a la vida (Romanos 6:1-11), tal que el agaph de Dios reemplaza al erws del hombre caído: “Incluso si el eros inicialmente es sobre todo vehemente y ascendente, una fascinación por la gran promesa de felicidad del otro, se preocupa cada vez más con la persona amada, se entregará y deseará ‘estar allí por’ el otro. El elemento de agape entra así en este amor, porque de otro modo el eros, se desvirtúa y pierde también su propia naturaleza.” El Papa Benedicto XVI, Deus Caritas Est (Carta Encíclica, 25 de diciembre de 2005).
[9] “Mientras que los dioses y diosas residían en todos los templos y se podían ver en los alrededores seculares, también, en las esquinas o instalados en nichos en el ayuntamiento, sin embargo, no fue la población de piedra en el interior de los circuitos del santuario, sino fuera de los mismos templos los que más contribuyeron al total de 30.000 estatuas de deidades que se estima existían en el Imperio en su conjunto, y esta población recibió adiciones todo el tiempo, hasta el punto de tener que ser disminuida.” Ramsay MacMullen, Paganism in the Roman Empire ( Paganismo en el Imperio Romano ) (Yale University Press, New Haven y Londres, 1981), p. 31.
[10] 2 Timoteo 4:4... y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos ( muqos ).
[11] Kittel, Theological Dictionary (Diccionario Teológico), 01:37.
[12] Colin Brown Ed., The New International Dictionary of New Testament Theology (El Nuevo Diccionario Internacional de Teología del Nuevo Testamento), (Zondervan Publishing House, Grand Rapids MI, 1986), 2:538-539.
[13] Trench, RC (2003). Synonyms of the New Testament (Sinónimos del Nuevo Testamento). (9a. ed., mejorada.) (43). Bellingham, WA: Logos Research Systems, Inc.
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