Los Niños no Están Buscando Padres Perfectos
Por Joel Beeke
Aunque los niños aprenden de lo que decimos, aprenden mucho más de lo que somos y lo que hacemos. Nuestra fe, nuestra oración, nuestra enseñanza y nuestra vida han de ser partes de un todo perfecto. Por lo tanto, la implementación de nuestra enseñanza como padres y profetas requiere un modelado piadoso.
El modelo divino por excelencia para nosotros como padres y profetas es el Señor Jesús, quien destacó por todos los demás como un verdadero profeta, maestro, pescador de hombres, y hacedor de discípulos. Hacemos bien en hacer un estudio personal de los Evangelios con la vista puesta en cómo Cristo continuo el entrenamiento de Sus discípulos. Un buen profesor busca buenos modelos y se esfuerza constantemente por perfeccionar sus habilidades y mejorar sus métodos. Cristo nos proporciona el mejor modelo y abundantes recursos para aprovechar mientras tomamos el trabajo de la enseñanza y la formación de nuestros hijos.
Los niños no están en busca de los padres perfectos, y son muy indulgentes. Ellos tienen una extraña manera de saber quiénes son sus padres y lo que representan. Es difícil guardar secretos a alguien cuando vivimos bajo el mismo techo. Los niños siempre están leyendo los libros de nuestras vidas. Además de la Biblia, la forma en que vivimos nuestra fe en el día a día es el libro más importante que nuestros hijos leerán.
Lo que los niños necesitan ver no es una mamá o papá perfecto, y ciertamente no es una mamá o un papá que nunca dice: “Lo siento.” Ellos necesitan ver en nosotros un compromiso inquebrantable con Jesucristo, un amor incondicional por ellos, y un fuerte lazo de amor el uno al otro como marido y mujer. Ellos necesitan ver a una mamá y papá trabajando hombro con hombro, de los cuales los niños pueden decir: “Mi mamá y mi papá odian el pecado, aman a Dios, y su única esperanza es en Cristo Jesús. Ellos quieren con todo lo que hay dentro de ellos vivir una vida santa y piadosa. Lo puedo ver, puedo sentirlo; Sé que es cierto y es real, y yo quiero ser como ellos. Quiero que el Dios de mi padre y mi madre sea mi Dios.” En particular, el modelado piadoso debe inculcar en nuestros hijos la convicción de que la vida cristiana es la forma de vivir y que trae la verdadera alegría, el verdadero propósito, y el verdadero significado de la vida, y despertar en ellos una especie de santo celo a querer estas cosas por sí mismos. A medida que nuestros hijos lean los libros de nuestras vidas, aprenden cuán importante es Dios, Cristo, la Biblia, la fe, la oración y el culto familiar para nosotros.
Este extracto se toma de Parenting by God's Promises por Joel Beeke..
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