8 Cosas Por las Que Quiero mi Niño Agradezca a Su Mamá (en 20 años)
Mi hijo acaba de cumplir 2 --- el me delegó la tarea de comprar una tarjeta del día de la Madre y escribir un mensaje en él. Yo lo estoy entrenando para decir: “Gracias mamá” y “Te amo mamá” (a pesar de que va a salir, a lo mejor, como "Gratta Mamaaaa" y "ta ama Mamaaaa").
Pero, ¿Qué espero que agradezca, en 20 años, mientras mira hacia atrás por haber crecido con una madre cristiana? Esto es lo que me gustaría que dijera a los 22 años de edad, mientras le da a su mamá chocolates en algún día de madre (chocolates, no flores, hijo --- chocolates tienden a ser compartidos con los padres, mientras que las flores apenas colocarse en las chimeneas).
1. Gracias por poner a Cristo antes que yo. Me enseñaste desde el primer momento que no soy el centro de tu mundo, porque yo no soy el centro del mundo. Y me dijiste quien tiene esa posición --- Señor Jesús. Nunca me permitiste gobernar nuestra casa, y siempre dejaste en claro que mis opiniones y preferencias, aunque importantes, no son autoritativas. Gracias por las veces que no te fue posible pasar tiempo conmigo porque estabas ministrando a alguien más contigo. Gracias por las veces que no te fue posible gastar dinero en mí, ya que lo habías dado a otra persona. Gracias porque nunca me trataste como a la persona más importante en tu vida, tú me señalaste a la persona más importante en el cosmos.
2. Gracias por mostrarme la gracia, no por obras. Hiciste tanto por mí, y nunca me lo recordaste para hacerme sentir culpable, nunca sugeriste que tu amor dependía de mí para llegar a un cierto nivel, no me guardaste rencor después de que te defraudé, nunca hablaste en voz alta por qué te molestaste. En el deporte como en la escuela, me enseñaste que gana el mejor, y que el trabajo paga. En casa, tú me enseñaste que yo no tengo que ser lo suficientemente bueno para ser aceptado, y que el amor da. Gracias porque me disciplinaste de manera justa y con firmeza, y por perdonarme completamente y repetidamente. Gracias que los límites eran claros, y que las cuentas se mantuvieron cortas.
3. Gracias por mostrarme el arrepentimiento, no una falsa perfección. Tu cometiste errores --- un montón de ellos. Gracias por no excusarte de ellos o menospreciarlos. Gracias porque te detuviste y me pediste perdón, y pediste perdón a Dios delante de mí. Gracias porque sabías que estabas perdonada y viviste como si lo fueras. Y gracias porque siempre me apoyaste, pero nunca excusaste mi pecado o me dejaste pensar que yo era lo suficientemente bueno para Dios. Gracias porque aprendí de a no usar una máscara de justicia propia, sino que tú me enseñaste a disfrutar el uso de las vestiduras de la verdadera justicia de Cristo.
4. Muchas gracias por preocuparte más acerca de mi carácter que de mis habilidades. Tú me animaste a ser amable, atento y paciente más de lo que me instaste a que me fuese bien en la escuela, aprender un instrumento, o ser bueno en el deporte. No es que no me ayudaste con la tarea, me hiciste practicar música, o me llevaste al futbol; sino que yo siempre supe que quién era yo, y en quien me estaba convirtiendo, importaba más de lo que podía hacer.
5. Muchas gracias por hacerme saber que anunciarme el evangelio era el trabajo tuyo y de papá. Gracias porque me contaste historias de la Biblia, cantaste canciones de la Biblia conmigo, oraste conmigo y me hablaste de Dios mientras hacíamos nuestras tareas del día a día y paseamos. Gracias porque tu no pensaste que podías delegar este trabajo a los hijos y líderes de mi ministerio estudiantil. Gracias porque tu no forzaste a Cristo en cada conversación, como si mencionarlo en cada frase me convertiría; sino gracias de que no hizo falta forzarlo, porque él era un compañero constante en nuestra familia. Gracias porque soy uno de esos niños que no pueden recordar la primera vez que se les dijo acerca del Señor Jesús, y no recuerdo un día cuando ya no escuché de Él.
6. Gracias por amar a papá. Él comete errores, también (más que tú, mamá). Gracias porque lo amabas; que le perdonaste cuando debiste y pediste perdón cuando debiste; que te reíste con él; que fuiste cariñosa con él; que te sometiste a él; que lloraste con él. Gracias porque hiciste todas esas cosas delante de mí, por lo que debido a la esposa que fuiste para él, yo sé lo que significa ser un hombre, marido y padre cristiano.
7. Gracias por darme oportunidades para servir. A menudo, servir a la gente con la que fue muy divertido, mamá, mientras horneamos juntos, visitamos juntos, e hicimos cartas juntos. Pero a veces era aburrido, cansado, o costoso. Pero gracias que lo hicimos de todos modos, y lo hicimos juntos. Gracias porque nunca me has protegido de la realidad de la vida cristiana --- Nunca se me permitió pensar que la iglesia era todo acerca de mis necesidades, o que servir siempre me debería tener a mí como el beneficiario. Gracias porque siempre me ofreciste una cruz para llevar, como llevaste la tuya. Pero gracias que siempre explicaste por qué estábamos sirviendo a los demás, y que he aprendido (lentamente) a estar alegres de poder servir al Cristo que me ha servido.
8. Gracias por enseñarme lo que es el amor sacrificial. Todos los días de mi vida desde el primer momento, tú has hecho algo por mí que era difícil o costoso para ti. En la forma en que has sido mi madre, puedo ver un destello de cómo Cristo vivió y murió por mí. Me has mostrado a Cristo.
Esta es una versión extendida de un artículo que apareció por primera vez en The Good Book Blog .
Carl Laferton ( @ CarlLaferton ) es editor principal de The Good Book Company. Está casado con Lizzie, y tienen un hijo pequeño, Benjamín. Él es el autor del Original Jesus y Christmas Uncut ..
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