lunes, junio 14, 2021

Expectativas del Reino en la Época del Nacimiento de Jesús

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Expectativas del Reino en la Época del Nacimiento de Jesús

POR MICHAEL J. VLACH

Mateo 1–2 y Lucas 1–2

Al llegar la era del NT se abre una nueva página en el programa del reino en desarrollo. En las escenas iniciales de Mateo y Lucas, la anticipación es electrificante en lo que respecta a la llegada de un Salvador y un Rey. Algo grande está a punto de suceder y así es. El Mesías está a punto de irrumpir en la escena.

Una cuestión a la que hay que enfrentarse es si el Nuevo Testamento afirma la expectativa literal de los profetas del Antiguo Testamento, o si la trasciende y la redefine. ¿Continúa el NT la historia del reino o la cambia? ¿Significa la venida de Jesús el cumplimiento literal de las promesas del AT o la trascendencia de las mismas? Mateo 1-2 y Lucas 1-2 ayudan a responder a estas preguntas. Dado que la llegada del Mesías está a punto de producirse, las expectativas en torno a él son coherentes con la imagen presentada por los profetas del AT.

El Linaje Para Ser Rey

Génesis 3:15 presentó la esperanza de una simiente venidera que invertiría la maldición y derrotaría el poder detrás de la serpiente (Satanás). Mateo 1 introduce el plan del reino mostrando que Jesús es la simiente prometida. Él es el "Mesías" que tiene el linaje para ser el rey Davídico prometido[324] Como dice el v. 1: “El registro de la genealogía de Jesús el Mesías, hijo de David, hijo de Abraham.” El hecho de que se mencione a David en primer lugar muestra la importancia de vincular a Jesús con David, a quien se le dio el Pacto Davídico. La mención de "Abraham" conecta a Jesús con Abraham y el Pacto de Abraham. Génesis 17:6 predijo que los reyes vendrían de Abraham y que el Rey definitivo llegaría pronto.

Jesús está relacionado tanto con Abraham como con David. Él cumple con los requisitos del Mesías prometido. Como dice J. Dwight Pentecost, "Jesús posee legal y físicamente todos los derechos al trono de David". [325] A pesar de toda la oposición que enfrentará Jesús por parte de los líderes religiosos de Israel, éstos nunca cuestionaron su conexión biológica con David. Los registros genealógicos se conservaban en el templo y si Jesús no estaba en la línea de David esto podría haber sido señalado por los enemigos de Jesús. Pero no se ofreció ninguna objeción. [326] Como el propio Jesús declaró, “Yo soy la raíz y el linaje de David” (Ap 22:16).

La Expectativa de María

Varias personas entendieron la venida de Jesús en relación con las expectativas del AT. Sus puntos de vista son notablemente consistentes con lo que el AT predijo. Una de las primeras cosas que se dijeron sobre Jesús fue que cumpliría la promesa de un reino para Israel. El ángel Gabriel declaró a María:

“Y he aquí, concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de su padre David; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1:31–33).

El lenguaje de "trono", "casa" y "reino" es coherente con la discusión de 2 Samuel 7 sobre el Pacto Davídico. Cuando Gabriel anunció la venida de Jesús, lo vinculó explícitamente con la promesa del reino hecha a David. La conexión es directa, sin trascender el significado original. Como señala Saucy, "María sólo pudo entender estas palabras como el anuncio de la llegada del reino profetizado". [327]

Este reino "reinará" sobre "la casa de Jacob para siempre". "Jacob" es una referencia a Israel. Jesús gobernará sobre Israel y su reinado no tendrá fin. No hay ninguna redefinición de Israel. El mensaje que dio y el mensaje que María entendió fue que Jesús reinaría sobre la nación Israel. Esta interpretación es coherente con el famoso Magnificat de María (Lucas 1:46-55), donde afirma que Dios está cumpliendo el Pacto de Abraham con Israel:

“Ha ayudado a Israel, su siervo,

para recuerdo de su misericordia

tal como dijo a nuestros padres,

a Abraham y a su descendencia para siempre” (Lucas 1:54–55).

Según María, Dios está dando a Israel ayuda basada en su misericordia y en sus promesas a Abraham. Isaías tenía mucho que decir sobre el concepto de "siervo". En sus escritos, la propia nación de Israel era el siervo de Dios: "Pero tú, Israel, mi siervo" (41:8). María se basa en el concepto de Israel como siervo de Dios para señalar que la misericordia de Dios viene sobre Israel. Esta misericordia llegará a través de su Hijo, Jesús, el israelita por excelencia, que restaurará la nación de Israel. Como predijo Isaías 49:6, “dice Él: Poca cosa es que tú seas mi siervo, para levantar las tribus de Jacob y para restaurar a los que quedaron de Israel.”

María se basa en lo que Gabriel declaró y en la comprensión del AT de los pactos Abrahámico y Davídico y cómo se relacionaban con Israel. No hay ninguna indicación de que la expectativa del AT sea trascendida o redefinida. Como observó Robert Duncan Culver, “aquella joven sabia y gentil reflejó una comprensión bastante literal del anuncio de Gabriel en su 'Magnificat' varias semanas después (véase Lucas 1:46-55). Ella tomó el anuncio literalmente.” [328]

La Expectación de Zacarías

María no era la única con expectativas basadas en los profetas del AT. El padre de Juan el Bautista, Zacarías, estaba lleno del Espíritu y profetizó lo siguiente:

“Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque nos ha visitado y ha efectuado redención para su pueblo,

y nos ha levantado un cuerno de salvación

en la casa de David su siervo,

tal como lo anunció por boca de sus santos profetas desde los tiempos antiguos,

salvación de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos aborrecen;

para mostrar misericordia a nuestros padres,

y para recordar su santo pacto,

el juramento que hizo a nuestro padre Abraham:

concedernos que, librados de la mano de nuestros enemigos,

le sirvamos sin temor” (Lucas 1:68–74).

Zacarías vincula la venida de Jesús con el cumplimiento de las promesas a Abraham y David. Habla tanto de la salvación como de la liberación de Israel de sus enemigos. Aunque muchos reconocen que Jesús ofreció la salvación espiritual para Israel, son menos los que reconocen que el plan de Dios también implica la liberación nacional de Israel de sus enemigos: "Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos odian" (Lucas 1:71). Zacarías se basa en el Salmo 106, que habla de la fidelidad de Dios para salvar y liberar a la nación de Israel, a pesar de que Israel no había sido fiel a Dios[329]. Además, Zacarías 14 predijo la liberación nacional de Jerusalén e Israel como resultado de la venida y el reino del Mesías.

No hay necesidad de espiritualizar esta promesa de liberación nacional para Israel. Es una promesa que Jesús cumplirá con su segunda venida a la tierra. Por lo tanto, Zacarías consideraba que la venida de Jesús estaba relacionada con la salvación y el rescate de Israel. Dado que Zacarías está lleno del Espíritu (ver Lucas 1:67) es difícil concluir que Zacarías estaba equivocado al esperar la liberación de la nación de Israel o que sólo estaba operando como un santo del AT que no era consciente de que Dios estaba trascendiendo la expectativa del AT. Las afirmaciones de Robert Strimple de que tanto María como Zacarías "hablan como lo hacen aquí porque son santos del Antiguo Testamento" y "no esperaríamos que hablaran en el lenguaje del apóstol Pablo" [330] son difíciles de aceptar. La mejor explicación es que María y Zacarías querían decir exactamente lo que decían, y que estaban afirmando el significado literal de los profetas del AT. Por tanto, al iniciarse el NT, la historia del AT continúa; no se reinterpreta ni se transforma.

Así que con Lucas 1:68-74 Zacarías afirmó que la venida del Mesías significa la salvación y la liberación política de Israel. Concluir lo contrario es ir en contra de lo que Zacarías declaró bajo la inspiración del Espíritu Santo. El hecho de que esta liberación espere la segunda venida de Jesús no hace que el cumplimiento de las palabras de Zacarías sea menos verdadero o cierto.

La Expectación de los Magos

Mateo también revela las expectativas mesiánicas que se arremolinaban en la época del nacimiento de Jesús. En Mateo 2, la esperanza del reino proviene de un grupo sorprendente: los astrólogos gentiles de Oriente. Ciertos "magos de Oriente" llegaron a Jerusalén (2:1) declarando: "¿Dónde está el que ha nacido Rey de los judíos? Porque hemos visto su estrella en el oriente y hemos venido a adorarle" (2:2). La mayoría de los estudiosos piensan que los "magos" pertenecían a una casta sacerdotal de astrólogos probablemente de Persia. Hay muchos interrogantes sobre este misterioso grupo, pero es significativo que gentiles de un país lejano estuvieran decididos a viajar una gran distancia y encontrar al que sería el Rey de Israel. Este es un indicador temprano de que la misión de Jesús se extendería más allá de Israel a los gentiles. Este Rey de Israel también será Rey de todo el mundo (ver Zacarías 14:9), incluyendo esta banda de astrólogos de Persia. Esta verdad desafiaría a muchos judíos que se resistían a que el reino de Dios se extendiera a los gentiles. Este relato de los magos atestigua que los gentiles formarán parte del reino del Mesías. Estos astrólogos gentiles que venían de lejos comprendieron lo que muchos dentro de Israel se negaban a ver.

Además, Dios utilizó una señal cósmica, una estrella literal para guiar a los magos en dirección a este Rey. Las señales cósmicas se asocian a menudo con los principales acontecimientos de la historia bíblica. Así como un cuerpo cósmico estuvo involucrado con la primera venida del Mesías, los cuerpos cósmicos literales también darán evidencia de la cercanía del Rey y Su reino con Su segunda venida (ver Mateo 24:29-31).

La Expectativa de los Líderes Religiosos y de Herodes

La búsqueda del Rey por parte de los magos se cruzó con la de otro gobernante, Herodes, que se consideraba rey de los judíos. Su llegada a Jerusalén indicaba que esperaban encontrar al Rey en la ciudad de David. Cuando Herodes se enteró de la búsqueda de los magos, se inquietó (2:3) y pidió más información a los sumos sacerdotes y escribas. Basándose literalmente en el profeta del AT, Miqueas, se nos dice:

Por tanto, no habrá quién eche para vosotros

el cordel en el sorteo

en la asamblea del Señor.

«No profeticéis» dicen, y profetizan.

Aunque ellos no profeticen acerca de estas cosas (2:5–6).

Los líderes religiosos de Israel veían al Rey venidero como un "gobernante" sobre "Israel". Herodes ciertamente tenía este entendimiento, viendo al niño-rey venidero como una amenaza a su posición política. Entendían que el reino del Mesías implicaría un gobierno político sobre Israel. No existe ninguna indicación de que los líderes religiosos judíos estuvieran equivocados en su comprensión. La percepción de que el Mesías sería un gobernante político sobre Israel es correcta. Isaías 9:6 lo predijo: “y la soberanía reposará sobre sus hombros.” Por supuesto, Jesús sería más que un gobernante político. También sería un Salvador del pecado. Pero estos dos conceptos no se excluyen mutuamente. Se armonizan. Un salvador del pecado también puede ser un gobernante político sobre las naciones. Así que hay una dimensión política en el Mesías venidero. Desde nuestro punto de vista en la historia, Jesús se convirtió en un Salvador espiritual para todos los que creyeron en Él con su primera venida, pero un gobierno político espera su segunda venida (Ap 19:15).

La Expectativa de Simeón y Ana

María y José presentaron a Jesús, de ocho días de edad, para su circuncisión en el templo (Lucas 2:21ss). Allí estaba presente un hombre "justo y piadoso" llamado Simeón (Lucas 2:25a). Simeón "esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él" (2:25b). El Espíritu Santo le reveló a Simeón que vería al Mesías antes de morir. Significativamente, la expectativa de Simeón sobre el Mesías estaba ligada a su esperanza de la "consolación de Israel". Como el AT reveló en muchas ocasiones, la venida del Mesías también significaba consuelo para Israel. Esta era también la expectativa de Simeón.

Lleno de gratitud y asombro por contemplar a Jesús, el Mesías, Simeón aceptó su propia muerte inminente (2:29) y declaró lo siguiente:

“porque han visto mis ojos tu salvación

la cual has preparado en presencia de todos los pueblos;

luz de revelación a los gentiles,

y gloria de tu pueblo Israel.” (Lucas 2:30–32).

Apoyándose en pasajes como Isaías 42:6 y 49:6, Simeón expresó la verdad de que la salvación estaba relacionada con Aquel (Jesús) que traería la luz de la salvación a los gentiles y la gloria al pueblo de Dios, Israel. [332] Esto muestra la continuidad con la expectativa del AT. El Salvador no viene para que los gentiles formen parte de Israel, sino para traer la salvación y la luz tanto a Israel como a los gentiles.

La piadosa y anciana profetisa Ana sigue este encuentro con Simeón. Lucas 2:38 dice que ella "sigue hablando de Él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén" (2:38). Así como Simeón buscaba la "consolación de Israel", Ana hablaba a los que buscaban "la redención de Jerusalén". Jerusalén tiene un gran significado, ya que es la capital de Israel. También será restaurada. [333]

​Las expectativas judías de María, Zacarías, Simeón y Ana no deben pasarse por alto ni descartarse. Tampoco debemos considerar que sus creencias deban ser trascendidas por la revelación posterior. Estas personas, bajo la guía o inspiración divina, creían que el Mesías venidero traería la salvación y la liberación nacional para Jerusalén e Israel. Su comprensión es coherente con el mensaje de los profetas del Antiguo Testamento y es un indicador importante de que la historia iniciada en el Antiguo Testamento es la historia sobre la que se basará el Nuevo Testamento. Su expectativa armoniza bien con la de los magos de que la salvación del Mesías se extendería también a los gentiles. La esperanza de los profetas del AT es también la esperanza del pueblo de Dios al principio de los evangelios.

Jesús como Representante de Israel (Mateo 2)

La identificación de Jesús con Israel es significativa para el programa del reino. De Israel vendrá un Siervo definitivo y representante de Israel. Este es un énfasis importante de Mateo 2. El profeta Isaías reveló que vendría un verdadero israelita que restauraría la nación de Israel y traería bendiciones a los gentiles. Por ejemplo, Isaías 49:3, 6 declara:

y me dijo: Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré. . . .

dice: Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra.”

Un "Siervo" venidero restaurará a Israel. Mateo revela que Jesús es el verdadero israelita que logrará esto. Mateo lo demuestra relacionando los acontecimientos de la historia de Israel con los de la vida de Jesús. Estos paralelismos no son meras coincidencias, sino correspondencias divinas. Por ejemplo, Mateo 2:13-14 afirma que María y José llevaron a Jesús a Egipto para escapar del intento de Herodes de matar al niño. Luego, el versículo 15 relaciona el regreso de Jesús de Egipto con el viaje de éxodo de Israel siglos antes:

y estuvo allá hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor habló por medio del profeta, diciendo: De Egipto llamé a mi Hijo.”

Se dice que el regreso de Jesús de Egipto "cumple" el viaje de Israel desde Egipto en el momento del éxodo. La pregunta natural es: "¿Cómo puede el regreso de Jesús de Egipto ser un cumplimiento de un evento histórico que ocurrió siglos antes?" Oseas 11:1 se refiere al evento pasado del éxodo de Egipto. Entonces, ¿cómo puede cumplirse en Jesús una referencia a un acontecimiento histórico ocurrido cientos de años antes? Algunos afirman que este es un ejemplo en el que un escritor del NT utiliza el AT fuera de contexto. Otros dicen que Mateo está reinterpretando Oseas 11:1 y cambiando una referencia histórica en una profecía sobre Cristo. Ninguna de estas opciones es correcta.

Mateo no está utilizando Oseas 11:1 de forma descontextualizada o imprudente. Sabe lo que quiso decir Oseas y no está trastocando el significado de Oseas 11:1. Por el contrario, Mateo está conectando un evento significativo en la historia de Israel con un evento en la vida de Jesús para mostrar que Jesús está conectado con Israel. Esto demuestra que Jesús es el verdadero representante de Israel.

Existe una diferencia entre interpretar un pasaje y mostrar la correspondencia entre dos acontecimientos. Mateo no está explicando tanto las palabras de Oseas 11:1 como mostrando una correspondencia entre Israel y Jesús. Los judíos entendían el concepto de solidaridad corporativa en el que "uno" puede representar a "muchos", y la experiencia de uno puede relacionarse con la de muchos. Esa conexión no es tan familiar para el público moderno, pero lo sería para los lectores judíos originales del evangelio de Mateo. Como señala Craig Blomberg, "[P]ara los judíos creyentes, el mero hecho de discernir sorprendentes paralelismos entre las acciones de Dios en la historia, especialmente en los momentos decisivos de la revelación y la redención, podía convencerles de “coincidencia" divina.” [334]

Además, la conexión corporativa entre Israel y el Rey venidero de Israel en relación con Egipto se enseña en el AT. Compare los siguientes oráculos de Balaam en Números 23 y 24:

“Dios lo[Israel] saca de Egipto; es para él como los cuernos del búfalo” (Num 23:22).

“Dios lo [el rey de Israel (vea Num 24:7)] saca de Egipto; es para él como los cuernos del búfalo. Devorará a las naciones que son sus adversarios, y desmenuzará sus huesos, y los traspasará con sus saetas (Num 24:8)

Números 23:22 se refiere a Israel mientras que Números 24:8 se refiere al rey de Israel. Obsérvese que Dios sacó de Egipto tanto a Israel como al rey de Israel, mostrando una conexión corporativa y tipológica entre Israel y el rey venidero de Israel. Tal vez Oseas tenía esta conexión en mente cuando escribió Oseas 11:1. Si es así, Oseas tenía en mente algo más que el éxodo real de Israel siglos antes. Es posible que también pensara en el Rey venidero de Israel. Cuando Mateo cita Oseas 11:1 podría estar recurriendo a un tipo reconocido del AT entre Israel y su rey.

En resumen, la intención de Mateo no es dar un nuevo significado a Oseas 11:1, sino conectar el éxodo de Israel de Egipto con un acontecimiento de la vida de Jesús bajo el paraguas de la representación corporativa. Israel es el hijo de Dios, y Jesús es el Hijo de Dios. El hecho de que ambos tengan la experiencia de ser llamados a salir de Egipto no es una coincidencia, sino una correspondencia divina. Esto es un indicador de que Jesús es el que puede salvar y restaurar a Israel.

Mateo 2:17-18 es otro ejemplo en el que un acontecimiento de la historia de Israel se corresponde con un acontecimiento de la vida de Jesús para mostrar la relación de éste con Israel. Mateo 2:16 registra que Herodes se enfureció y desató una masacre sobre todos los niños varones de Belén para extinguir una amenaza de otro rey. A continuación, Mateo relaciona este malvado acontecimiento con lo que Jeremías comentó en Jeremías 31:15:

Así dice el Señor:

Se oye una voz en Ramá,

lamento y llanto amargo.

Raquel llora por sus hijos;

rehúsa ser consolada, por sus hijos

que ya no existen.

Jeremías 31 es un capítulo de gran esperanza para Israel y se enmarca en el contexto general del Libro de la Consolación de Jeremías 30-33, que detalla el Nuevo Pacto que se dará a Israel (véase Jeremías 31:31-34). Sin embargo, en medio de este capítulo se encuentra el v. 15, que se refiere a la deportación de los hijos de Israel durante el cautiverio babilónico (586 a.C.). Ramá, justo al norte de Jerusalén, era el lugar donde se reunían los exiliados judíos antes de partir hacia Babilonia. Las mujeres de Jerusalén lloraron la deportación de sus jóvenes.

Pero el uso que hace Mateo de Jeremías 31:15 plantea ciertas cuestiones: (1) ¿Cómo puede un acontecimiento del siglo I d.C. ser el cumplimiento de otro acontecimiento de cientos de años antes?; (2) ¿Cómo puede la matanza de niños ser el cumplimiento de una deportación?; (3) ¿Cómo puede un acontecimiento en Ramá ser el cumplimiento de un acontecimiento en Belén?

​Mateo no está diciendo que Rama sea realmente Belén o que la deportación de Babilonia sea la matanza de niños en el primer siglo. Al igual que Mateo 2:15, Mateo está mostrando una correspondencia entre un acontecimiento de la historia de Israel y un acontecimiento de la vida de Jesús para mostrar la conexión entre Jesús e Israel. La intención de Dios era que la deportación de los hijos de Israel en la época de Jeremías se correspondiera con la matanza de niños en la época de Jesús. Lo que ocurrió en la época de Jesús aumenta lo que Israel experimentó antes. Ambos acontecimientos implican dolor en medio de la tragedia. Además, Jeremías 31:15 es un lamento en el contexto de la esperanza futura. Así también, con la venida de Jesús se produce un acontecimiento doloroso (la muerte de los niños) junto a un acontecimiento de gran esperanza (la venida del Mesías). Mateo puede estar llamando la atención sobre el elemento de esperanza que se encuentra en Jeremías de forma análoga a la esperanza que Jesús trae a su pueblo. Así, vemos otro ejemplo de correspondencia divina entre Israel y Jesús.

Estos ejemplos muestran que Jesús es el Siervo de Dios que puede restaurar la nación Israel y traer bendiciones a los gentiles. Él está capacitado para presentar el reino. Esta identificación de Jesús como el verdadero representante de Israel no significa la no importancia de la nación Israel. En realidad es lo contrario. La presencia de Jesús como el verdadero Israel significará la restauración de la nación Israel como la Cabeza Corporativa (Jesús) restaura el cuerpo (Israel) (ver Isa 49:6).

Conclusión

Los primeros capítulos de Lucas y Mateo revelan importantes expectativas sobre el reino de Dios. Había esperanza respecto al Rey que vendría y que estaba relacionado con las promesas a Abraham y David. Este Rey, cuyo nombre es Jesús, es el Hijo de David que gobernará sobre Israel. Cumplirá las promesas espirituales y nacionales de los pactos de Abraham y David y traerá bendiciones a los gentiles. Estas eran las esperanzas de María, Zacarías, los magos, los líderes religiosos judíos, Herodes, Simeón y Ana. Mateo también muestra que Jesús es el verdadero israelita que puede restaurar Israel y traer bendiciones a los gentiles.

Aunque algunos han afirmado que el NT trasciende la expectativa del AT de un reino físico/nacional a un reino espiritual/personal, los primeros capítulos de Mateo y Lucas no muestran tal idea. En este punto del desarrollo del programa del reino no hay ninguna indicación de que la expectativa del AT haya sido trascendida o espiritualizada. Por el contrario, se afirma la expectativa literal del AT. Esta expectativa establece el escenario para las proclamaciones de Juan el Bautista y Jesús de que "el reino de los cielos está cerca" (Mateo 3:2; 4:17).



[324] Véase Douglas R. Hare, Matthew (Louisville: John Knox, 1993), 8.

[325] Pentecost, Thy Kingdom Come, 153.

[326] Ibid., 154.

[327] Robert L. Saucy, The Case for Progressive Dispensationalism, 82. Según A. B. Bruce, "El Mesías se concibe aquí en el espíritu de la expectativa judía....” A. B. Bruce, “The Synoptic Gospels,” in The Expositor’s Greek New Testament , ed. W. Robertson Nicoll (Grand Rapids: Eerdmans, 1951), 1:464.

[328] Robert Duncan Culver , Systematic Theology: Biblical & Historical (Mentor: Great Britain, 2005), 625.

[329] Su referencia específica parece basarse en el Salmo 106:10..

[330] Robert B. Strimple, “Amillennialism,” en Three Views on the Millennium and Beyond , 95.

[331] Craig S. Keener, The Gospel of Matthew: A Socio-Rhetorical Commentary (Grand Rapids: Eerdmans, 1999), 99.

[332] Véase Luke Timothy Johnson, The Gospel of Luke , en Sacra Pagina, ed. Daniel J. Harrington, S. J. (Collegeville, MN: The Liturgical Press, 1991), 55.

[333] Como muestra la historia, la gran ciudad ha recorrido un largo y arduo camino hacia esta restauración, y experimentó un gran retroceso debido al rechazo de Israel a Jesús el Mesías (véase Lucas 19:41-44). Pero Jesús indicó que el pisoteo gentil de Jerusalén llegará a su fin y la ciudad será redimida (véase Lucas 21:24; Mateo 23:37-39).

[334] ​ Craig L. Blomberg, “Matthew,” en  Commentary on the New Testament Use of the Old Testament , eds. G. K. Beale and D. A. Carson (Grand Rapids: Baker, 2007), 8.

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