Predicadores: Mantengan Una Estrecha Vigilancia Sobre Su vida e Ilustraciones
Por Jared C. Wilson
Las Ilustraciones de Sermón. Estas pueden hacer o deshacer su mensaje, o eso nos dicen. En mi tiempo en Docent Research Group, trabajando como asistente de investigación pastoral, recuerdo la gran importancia de dar ilustraciones asesinas. Un parroquiano con el que trabajé sólo quería ilustraciones de sermones, páginas y páginas de ellas, sin exégesis, ni extractos de referencia. Creo que en el transcurso de varios meses, después de haber presentado numerosos escritos de investigación llenos de recortes de periódicos, anécdotas de cine, referencias literarias, fragmentos de una variedad de desechos de cultura popular, e incluso algunas historias creativas originales, con el tiempo utilizó una ilustración que vino de los escritos.
Todos conocemos una buena ilustración cuando la escuchamos en un sermón. Pero por mi parte creo que las ilustraciones para sermones se han sobrevalorado. Sí, lo dije. Creo que demasiado énfasis se coloca sobre las ilustraciones cuando formamos a los predicadores y en demasiados sermones hoy. Usted no debe confiar en su ilustración para hacer lo que sólo la Palabra de Dios puede hacer. Y ahí es donde muchos de nosotros a menudo nos equivocamos con las ilustraciones. No obstante, aquí hay más sobre esto, y algunas otras maneras equivocadas en que los predicadores a menudo utilizan ilustraciones en sus sermones:
1. Demasiado tiempo.
Si va ocupar un espacio valioso en su tiempo de sermón, tiene que hacer lo que realmente cuenta. Si embargo, algunos sermones son demasiado dependientes de largos montajes o presentan excesivamente temas creativos que terminan ocultando el mensaje bíblico. Este es un problema, asumiendo que lo que usted desea es que la gente se centre en la mayor parte del mensaje bíblico. Algunos predicadores realmente se enorgullecen de ser narradores o artistas, y eso es genial – pero deje el ministerio y vaya a ser un narrador o artista. Eso glorificará a Dios también. Pero por lo menos no hay duda en cuanto al punto del mensaje. Algunas ilustraciones continúan por mucho tiempo y algunos temas son tan penetrantes, y cualquier versículo que aparezca en el sermón en realidad sólo sirve para apoyar la ilustración, cuando, por definición, se supone que debe ser al revés.
2. Demasiadas.
Escuché un mensaje una vez que comenzó con una historia de 5 minutos desde la infancia del predicador, haciendo la transición a una anécdota de la vida de Leonardo Da Vinci, a continuación, la transición a una serie de citas de filósofos antiguos (donde Jesús apareció junto a Sócrates y Aristóteles, como si todo fuese parte de alguna pandilla de Toga Brothers), y tropezamos con una ilustración con objetos de utilería pesada en el escenario. Este chico se olvidó de para que estaba allí, que aparentemente era predicar. El resultado de todas estas ilustraciones fue una distracción y, de hecho, contraproducente, porque en algún momento, la ley de disminución de la ilustración regresó lanzado puntapiés, y cada ilustración sucesiva disminuyó la eficacia de las anteriores. Cuando se utilizan demasiadas ilustraciones, cuando su sermón está tan lleno de ilustraciones o el tiempo que pasa en ellas es mayor que el tiempo que dedica a proclamar y explicar el texto, dejan de ser ejemplos y se convierten en su texto. Los predicadores que abusan de las ilustraciones están comunicando que en realidad no confían en la Biblia - que está inspirada por el Espíritu Santo - para ser interesante, provocadora, y poderosa.
3. Muy torpes.
Usted las conoce cuando las escucha. Parece como si el predicador preparó su sermón usando algún tipo de plantilla, dejándola caer de un libro de ilustraciones o sitio web cada vez que veía ‘Insertar Ilustración Aquí.’ O sus referencias a la cultura popular son antiguas, pero no históricas (carne roja para el público Reformado) o clásica antigua (guiños irónicos de los hipsters) pero “aburrida” antigua, “desfasada” antigua. Tal vez las historias son tontas o cursis o simples. O tal vez no hay transición decente de la ilustración hacia el cuerpo del sermón. He escuchado a algunos chicos contar una historia cursi o terminando con mal chiste y luego se quedan en pausa, como si estuviera esperando la reacción del público, rompiendo el silencio con un “Pero, en fin ...” Esa es una señal segura de alguien que colocó un montón de confianza en la ilustración y sin pensar en cómo en realidad encajaría en el tejido del mensaje. Recuerde, si el peso del poder se pone sobre sus ilustraciones en vez del texto bíblico, la ilustración torpe hará un sermón torpe.
4. Demasiada referencia a sí mismo.
He aquí una buena regla de oro: cuando se utiliza a sí mismo como ejemplo, sea autocrítico. Que sea confesional, no aduladora. En otras palabras, utilice sus ilustraciones personales para mostrarnos no lo grande que es usted, sino lo que ha hecho mal, cómo se ha equivocado, donde usted es deficiente. No tiene que ser un ejemplo grave; puede ser un uno divertido. Pero ilustraciones de referencia propia que habla del predicador con demasiada frecuencia violan 2 Corintios 4:5. Esta misma regla se aplica tanto a la utilización de esposas e hijos en las ilustraciones. Todo el mundo aprecia un buen tipo de historia “el pastor es un chico normal con una familia normal”, y la mayoría de los predicadores saben que no deben criticar o señalar los defectos en sus mujeres e hijos en los sermones, pero si hace referencia a su esposa e hijos (aunque positivamente) demasiado, con el tiempo puede tener el mismo efecto que la ilustración que se auto-congratula – proyecta una visión de su familia como ejemplo moral de la Iglesia, que no es bueno para su familia o la iglesia, y también por extensión no hace más que exaltarse a usted mismo. Utilice las ilustraciones de la familia con moderación y al usar ilustraciones personales, vaya por la ruta la auto-desaprobación.
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