Oración: Echar Mano de la Voluntad de Dios
Por Mike Riccardi
Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis..
– Mateo 6:7-8 –
En estos versículos, el Señor enseña a sus discípulos a no orar con una repetición sin sentido, pero con una confianza tranquila en la soberanía y la omnisciencia de Dios.
El Corazón es Más Importante Que la Boca
Los paganos oraban a sus dioses, recitando frases en particular una y otra vez, pensando que sus dioses les recompensarían por su devoción ritual. Este tipo de pensamiento acerca de la oración se reduce a un ritual mecánico, sin corazón. Aquí, sin embargo, Jesús nos enseña que sólo la repetición de palabras sin comprometer su corazón no es aceptable delante de Dios. De hecho, nuestro Dios siempre ha estado más preocupado por lo interno que con lo externo.
- Salmo 69:30-31 - Con cántico alabaré el nombre de Dios, y con acción de gracias le exaltaré. Y esto agradará al SEÑOR más que el sacrificio de un buey, o de un novillo con cuernos y pezuñas..
- Oseas 6:6 - Porque más me deleito en la lealtad que en el sacrificio, y más en el conocimiento de Dios que en los holocaustos.
- Isaías 29:13 - Dijo entonces el Señor: Por cuanto este pueblo se me acerca con sus palabras y me honra con sus labios, pero aleja de mí su corazón, y su veneración hacia mí es sólo una tradición aprendida de memoria.
(Ver también Salmo 51:16-17; Isaías 1:11-15; Amos 5:21-24; Miqueas 6:6-8; Malaquías 1:6-14)
Esto significa que simplemente repetir oraciones, incluso “la Oración del Señor” en Mateo 6:9-13 –no es agradable a Dios si no refleja fielmente la actitud y los deseos de su corazón. Tenga en cuenta que en el versículo 9, Jesús no dice: “Oren esto”, sino “Orad así.” Él no está dictando una liturgia, o una prescripción de un mantra que se recita sin pensar. Él está ofreciendo un modelo de oración, una forma de orar, una guía para la oración. Como discípulos de Jesús, entonces, no, “digan oraciones,” como si sólo nuestras bocas están involucradas. Por el contrario, oramos con todo nuestro corazón, mente y alma comprometidos.
Las Precauciones Contra los Rellenos
Parte de tener nuestro corazón, mente y alma en oración significa ser cautelosos sobre el uso de palabras como: “Señor,” y “Padre,” y “Dios,” como rellenos en nuestras oraciones. Algunos cristianos con los que he tenido la oportunidad de orar parecen insertar la palabra “Señor” después de cada tres palabras.
Lejos de mí juzgar el corazón de otro hermano, pero yo lucho para ver cómo se podría abordar de manera significativa a Dios cada vez. En cambio, parece que sólo están utilizando su nombre para evitar el silencio.
Piense en lo absurdo que esto sería cuando se habla cara a cara con otra persona: “Así que Jim, he llegado a la puerta de entrada, Jim, a pedirte, Jim, que me prestes tu escalera, Jim, mi vecino, si me lo permites.” Se mueve desde lo cómico a la solemne cuando nos damos cuenta de que Dios ha ordenado específicamente que no se use su nombre en vano, es decir, de una forma vacía.
Orar con Perseverancia
Sin embargo, la prohibición de la repetición sin sentido no está en contradicción con el mandamiento de orar con perseverancia. Jesús nos enseña a orar persistentemente, comparando la oración piadosa a una viuda importuna (Lc 18:1-8). De hecho, el mismo Jesús utiliza la repetición en su oración en el huerto de Getsemaní (Mateo 26:39-44).
La diferencia está en la palabra sin sentido. Una vez más, la adoración tiene que ver con el corazón. ¿Está su corazón comprometido en sus oraciones? Al repetir sus oraciones, ¿Lo hace de un profundo sentido de urgencia y esperanza en el Dios que sabe lo que usted necesita incluso antes de que se lo pidan? O ¿esta trayendo toros sin pensar hasta el altar, sin ser afectado en absoluto por Aquel ante quien viene antes y se dirige?
El punto es: orar por sí mismo no gana una audiencia. La oración, en primer lugar, es adoración, por lo que tiene que ver principalmente al corazón.
No Estamos Tratando de Torcer el Brazo de Dios
Otra razón por la que no se vamos a usar la repetición sin sentido es que nuestro Padre sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos. Una visión correcta de la soberanía de Dios, debe informar a nuestras oraciones.
En primer lugar, debemos reconocer que no estamos orando para que podamos torcer el brazo de Dios. No oramos para cambiar la mente de Dios para que Él haga algo que realmente no quiere hacer. No acudimos a nuestro Padre para regatear y negociar y luego comprar bendiciones con nuestras muchas palabras. No, nosotros oramos a fin de recibir como regalo las bendiciones que Cristo ha comprado para nosotros. John Piper aclara:
En otras palabras, todas las respuestas a la oración que serían buenas para nosotros, Cristo las compró con su sangre. Nosotros no lo hicimos y no podemos comprarlos. Así que cuando vamos a nuestro aposento, no vamos a hacer una compra. No vamos a negociar. Vamos, porque Dios ha ordenado que lo que Cristo obtuvo para nosotros, lo recibimos pidiéndolo.
Martyn Lloyd-Jones amablemente añade:
Debo deshacerme de este pensamiento de que Dios está de pie entre mí y mis deseos y lo que es mejor para mí. Tengo que ver a Dios como mi Padre quien ha comprado mi máximo bien en Cristo, y está esperando bendecirme con Su propia plenitud en Cristo Jesús. (Estudios Sobre el Sermón del Monte, 309)
Debemos ver a Dios como nuestro Padre, dice el. Jesús dice que no es necesario utilizar repeticiones sin sentido en nuestras oraciones porque nuestro Padre sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos. Él no es simplemente un déspota tirano quien cruelmente y caprichosamente, da y retiene para satisfacer Sus caprichos. Él es nuestro Padre amoroso, cariñoso, e infinitamente sabio que conoce nuestras necesidades mejor que nosotros. Él nos dará lo que es mejor para nosotros.
Y así, nuestras oraciones deben reflejar el descanso que tenemos en la confianza de la soberanía, sabiduría y la bondad de Dios.
- Nuestras muchas palabras no tuercen el brazo de Dios, porque Él es absolutamente soberano.
- Nuestra persistencia no cambia Su parecer, porque Él es infinitamente sabio.
- Y no queremos hacer ninguna de esas cosas, porque El ya es implacablemente bueno.
Cuando oramos, no es necesario que usemos vanas repeticiones. Debemos reconocer, como dijo Martín Lutero, que “la oración no es superar la renuencia de Dios, sino por aferrarnos de Su buena voluntad.”
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